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A los acordes de Falla, las majas muestran su poderío. Al instante, las bulliciosas comparsas del carnaval goyesco llenan el ambiente de luz y movimiento; mientras, se escucha la música inconfundible de Albéniz. No, no hablamos de una representación en el teatro del centro cultural de la madrileña plaza de Colón; intentamos referir la rompedora #InGoya, exposición que acaba de inaugurarse en torno a la figura de Francisco de Goya en el Centro Cultural Fernando Fernán Gómez de Madrid.
Más de un millar de pinturas y dibujos del genial pintor aragonés, pasados por el tamiz de la última tecnología de tratamiento de imágenes para expresar, en las enormes paredes de la sala, un universo hasta ahora contenido en los márgenes de lienzos y hojas de papel. La muestra va camino de convertirse en referencia de las celebraciones del 275 aniversario del nacimiento del pintor universal nacido en Fuendetodos.
En la senda de las nuevas estrategias museísticas, esta exposición deja atrás el diálogo clásico entre pintura y espectador, permitiendo acercarse como nunca a las pinturas de Goya. En la presentación a los medios, las exclamaciones de sorpresa y satisfacción se sucedían a medida que las imágenes aumentaban, se desplazaban, cobraban vida. Al final, con una firma multicolor de Goya iluminando la sala, el público prorrumpió en aplausos.
Con la proyección de obras procedentes de museos y colecciones particulares de todo el mundo, la exposición -sería más exacto decir el espectáculo-, se organiza en siete bloques que acotan el mundo Goya: su categoría universal, como Goya y la Corte, la censura de los vicios humanos, Goya y la Mujer, su visión de la violencia.
La primera parte es un mosaico de carácter didáctico que señala los más variados aspectos del contexto histórico que le tocó vivir al artista, como retratista de la corte, la época de pintor de temática religiosa o el exilio final en Burdeos.
Concluida esta primera fase de aterrizaje, se apagan las luces y empieza el espectáculo. Durante casi una hora, las treinta pantallas gigantes cobran vida y envuelven al espectador en una sucesión de imágenes de poder hipnótico que, literalmente, sumergen al visitante en un mundo conocido, pero jamás visto como hasta este momento.
Cuerpo a cuerpo, se suceden los rostros de personajes que enseñan sin pudor lo que hacen, sus deseos, sus sentimientos más ocultos. Es fiel la muestra a la importancia de la mujer en la obra de Goya. Condesas, duquesas, majas, prostitutas, brujas, campesinas y ciudadanas de a pie se mueven y cobran vida por las paredes.
Mayor impacto causan las pinturas que refieren la violencia de la sociedad en la que se desenvolvió el artista. Detalles bien conocidos de grabados, cartones, dibujos y pinturas negras sobrecogen por su proximidad y la minuciosidad con que se exponen.
Concluye la muestra con la llamada Sala Emocional, momento en que las más conocidas obras de Goya se suceden en una apabullante exhibición del poderío de sus pinceles. Toreros, fiestas populares, garrotazos, el entierro de la sardina, perros, brujas, fusilamientos, aquelarres, los estragos de la guerra, murciélagos que alzan el vuelo, majas. Y así hasta cortar la respiración.
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