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El Museo del Prado dedica una gran retrospectiva a Guido Reni, maestro barroco italiano aclamado en su tiempo, cuya vida estuvo marcada por su ludopatía y su aversión a las mujeres.
La perfección que alcanzó con los pinceles y la extraordinaria belleza de sus lienzos convirtieron a Guido Reni en una superstar del barroco italiano. La valoración de sus obras traspasó fronteras y alcanzó a la mismísima corte española. El pintor italiano se ganó el apodo de El Divino, privilegio que solo tuvieron Rafael y Miguel Ángel. Ambos fueron inspiración de este artista, aclamado en su época, denostado tiempo después y actualmente considerado maestro universal de la pintura.
La pinacoteca madrileña ha colgado en sus salas 96 obras de Guido Reni procedentes de 44 museos y colecciones privadas de diez países. De ellas, 73 fueron creadas por el genio boloñés: 50 pinturas, 12 dibujos, 11 esculturas y un cartón. El resto pertenecen a genios de la talla de Caravaggio, Murillo y Tiziano. Señala el comisario de la muestra, David García Cueto, jefe del departamento de Pintura Italiana y Francesa hasta 1800 de El Prado, que las pinturas de Reni deslumbran al espectador con la más elevada trascendencia moral y religiosa. Es cierto que la exposición propone una hermosa experiencia estética, aunque oculta una parte inevitable de la personalidad del creador barroco.
Es bien sabida la contumaz misoginia de Guido Reni. Enfermizo antifeminista, consideraba brujas a las ancianas, no consintió tener una sirviente en su casa. Su temor a ser envenenado por ellas hizo que solo tuviera sirvientes masculinos. No consintió que a su taller jamás pasará una sola mujer, excepto su madre. Los tratados sobre la vida de Reni están cuajados de anécdotas y testimonios de su paranoica animadversión al sexo femenino.
Todo esto se escamotea en la exposición. Al fin y al cabo, El Prado es una pinacoteca y lo que debe mostrar es eso, pinturas. La colección reunida en esta exposición temporal es un hermoso catálogo de cuerpos inmaculados, rostros insuperables y las posturas más elegantes. Aunque estén siendo martirizados, aunque sean gigantes mitológicos. Guido Reni muestra su maestría anatómica en aras de una idealización del cuerpo humano.
La exposición confronta algunas obras del boloñés con la de otros maestros que le sirvieron de inspiración y de los fue inspiración para ellos. Su David con la cabeza de Goliat cuelga junto al David derrotando a Goliat de su encarnizado rival: Caravaggio; la Inmaculada del italiano se muestra al lado de la Inmaculada del Monasterio del Escorial de Murillo, quien se inspiró en aquella. Destaca en la exposición la monumental El triunfo de Job, cedida para la ocasión por la catedral de Notre-Dame de París, justo recién restaurada después del incendio que destruyó el templo. Las dos versiones de Hipómenes y Atalanta son otra de las cimas de la exposición. Una de ellas, la del Museo del Prado, felizmente restaurada, luce al lado de la del Museo de Capodimonte (Italia). El visitante debe concluir cuál de ellas está por encima.
Muy de puntillas, en la última sala, se esboza con tenues pinceladas lo que hubo más allá del marco de la obra del maestro boloñés. Algo que, por otra parte, es conocido desde su tiempo. Aquí se han reunido algunas de las obras de su última época. La que se dedicó a pintar de manera compulsiva, produciendo su taller obras a mansalva, inacabadas muchas veces, de escasa valía otras, solo con el interés de sanear una economía más que maltrecha por causa de su adicción al juego. Guido Reni unió a su misoginia una ludopatía irremediable. A las cartas se jugó su patrimonio y su imagen. Debe saberse que, en su tiempo, el juego y las apuestas eran asuntos mucho más denostados que hoy día, con marcadas connotaciones antirreligiosas.
Maestro imprescindible de la historia del arte, Guido Reni tuvo, como todos, una existencia de luces y sombras. En el Museo del Prado pueden verse estos días las primeras. Sin olvidarse de las segundas, merece la pena conocerlas.
‘GUIDO RENI’ - Museo del Prado, Ruiz de Alarcón, 23. Del 28.03.2023 al 09.07.2023.
El Museo Thyssen-Bornemisza expone la mayor retrospectiva en España desde 1994 del pintor británico Lucian Freud. A un centenar de metros de la belleza y las turgencias pasadas al óleo por Guido Reni se expone un conjunto de carne trémula y atormentada. También muestran el cuerpo humano, también es arte. La exposición Lucian Freud. Nuevas Perspectivas reúne 55 obras que recorren la trayectoria artística y también vital del artista contemporáneo. Recién desembarcada de la National Gallery de Londres, rememora el primer centenario de su nacimiento. Es la primera perspectiva que se muestra en España desde 1994.
No es el cuerpo humano la única coincidencia entre dos exposiciones tan dispares. Tanto como sus creadores, si Guido Reni fue una superstar del barroco italiano, Lucien Freud ha sido una auténtica celebrity del arte contemporáneo. Uno y otro se pusieron la anatomía humana por bandera, se cubrieron con la carne, aunque de distinta manera. Si el genio boloñés tuvo como traje la pulcritud y las formas académicas, el británico se vistió con desparrame y en él la arruga es bella. Si Reni esquivó el tema sexual, ocupado en su enfermiza ludopatía, Freud atormentó su vida y su obra con referencias a un sexo impregnado de morbidez. Con sus trazos efectistas subrayó la turbiedad de unas relaciones humanas que conoció bien, estableciendo un paralelismo entre la vida y el arte.
La exposición intenta eludir estos conceptos, como señaló en la presentación de la muestra Guillermo Solana, director artístico del Thyssen-Bornemisza. En su opinión, la muestra tiene “un enfoque original que lo aleja de la mirada sensacionalista, el sexo mórbido y su vida privada”. Para Solana, Freud fue un artista que “respetó la dignidad humana y la ternura, y no tanto el deseo”. El título escogido para la muestra señala esta intención y quiere difuminar la fama de misógino y voyeur con la que se adornaba el pintor británico. La comisaria Paloma Alarcó, jefa de Conservación de pintura moderna del Thyssen-Bornemisza, reafirmó esta postura, al afirmar que “nuestra aspiración es hablar de la pintura y alejarlo de todas esas leyendas. Eso está anticuado”.
La realidad es que los lienzos de Freud cuentan muchas más cosas que tales pretensiones. Desde los primeros cuadros de los años 40, tintados de un espíritu ciertamente naíf, el espectador aumenta su turbación a medida que recorre las salas organizadas a la vez de manera cronológica y temática. Concluye en 2011, año de la muerte del pintor. La apoteosis se alcanza ante la exaltación de los inconfundibles desnudos de Freud. Modelos corpulentos, posturas excesivas, son resultado de su quehacer más despiadado. Picados y contrapicados inquietantes. Carne mórbida, pieles tatuadas por el paso del tiempo. “Yo le pido a una pintura que asombre, perturbe, seduzca y convenza”, señalaba el autor.
Apreciadas voces del arte, como es el caso de la historiadora Linda Nochlin, señalan la repugnancia casi visceral que les despertó la obra de Freud, capaz de causar “un malestar provocado por una combinación de pintura mediocre y mala fe”. Por el contrario, los acólitos del artista señalan que estas obras perturban y seducen a partes iguales. La pintura empastada y maciza del británico refleja su visión atormentada del mundo y de las personas. Sus sesiones eran largas batallas a brazo partido con los modelos, hasta sacarles a flor de lienzo lo que escondían. Se ha señalado con frecuencia las interminables sesiones a las que les sometía: a su familia, a sus amantes, a sus amigos... Uno de estos fue el propio barón Thyssen, dos de cuyos retratos recogidos en esta muestra fueron pintados en cuatro largos años.
Es habitual que los modelos de Freud adopten poses teatrales. Adormilados en un sillón, desmadejados en su reconocible cama, ensimismados en su tosquedad… Las piernas abiertas, enroscados con un perro, su animal favorito y con quien los pinceles del británico se muestran más caritativos que con sus compañeros de lienzo. Es muy difícil que se produzca de nuevo una conjunción de astros tan dispares. Lucien Freud y Guido Reni, el pulcro canon barroco frente a la visión expresionista contemporánea. Una complementa a la otra. Ambas nos enseñan lo que es y hasta dónde puede llegar el ser humano.
‘LUCIAN FREUD. NUEVAS PERSPECTIVAS’ - Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Paseo del Prado, 8. Del 14.02.2023 al 08.06.2023.
Entre las múltiples exposiciones que rememoran el centenario de la muerte de Joaquín Sorolla, el Palacio Real propone una triple muestra en torno a su figura que mezcla preceptos clásicos y vanguardistas. La que probablemente sea la más destacada exposición, de cuantas celebraciones se acometen en este Año Sorolla, propone una inmersión en la luz que caracteriza la obra del enorme artista levantino. Sorolla a través de la luz es una experiencia inmersiva por la temática y la manera de hacer del artista en una triple exposición.
Alejada de los cánones expositivos más puristas y cercana al discurso museístico más actual, los salones de Génova del Palacio Real se iluminan estos meses con la luz atrapada por la paleta del valenciano, pasada por el tamiz de la tecnología led y la inmersión digital. “Son tres exposiciones en una. Es un concepto novedoso en el que se alternan diferentes experiencias”, afirma Blanca Pons-Sorolla, privilegiada comisaria de esta muestra, que es bisnieta del pintor. Comparte la curatoría con Consuelo Luca de Tena, antigua directora del Museo Sorolla.
Ambas con el Palacio Real y de la mano de la empresa digital Light Art Exhibitions, responsable del despliegue tecnológico de la muestra, se apuntan a la moda de las exposiciones sensoriales. Discurso efectista que, sin duda, causará el resquemor entre los puristas, pero que despertará las delicias del pueblo llano, libre de prejuicios artísticos.
Lo más llamativo de la muestra es, precisamente, la inmersión sensorial. En unas salas cuyas paredes están por completo ocupadas con la obra de Sorolla, el visitante se enfrenta cara a cara con sus pinceladas. Con el artista, su familia y su ambiente, fotografías, cartas, pinceladas. Luz, color y movimiento. Auténtica zambullida en el mundo de Sorolla, las imágenes gigantescas y el sonido envuelven al visitante. Los trazos cobran vida y obran la magia de encandilar a los visitantes. Semejante experiencia no hurta el clásico discurso expositivo analógico. Hasta 24 lienzos, la mayoría de ellos pertenecientes a colecciones particulares, algunos de ellos jamás expuestos, proponen un recorrido íntimo por el mundo sorolliano. Son sus temas más recurrentes: la familia, escenas costumbristas, jardines, retratos …y las playas.
Organizados en tres áreas temáticas, retratos reales, la familia y el mar, excepto dos lienzos, el resto son escenas exteriores. En ellas Sorolla muestra su enorme dominio sobre la luz: un contraluz de su familia en la costa mediterránea, los claroscuros que estampa la hojarasca de los Jardines de La Granja en el retrato de Alfonso XIII, reflejos en los charcazos que dejan las olas en la orilla de la playa… Y se alcanza la tercera parte de la exposición. Se trata de una experiencia de realidad digital interactiva. Es posible gracias a gafas de realidad virtual que permiten adentrarse y caminar por la playa valenciana de la Malvarrosa o visitar el estudio del artista en Madrid. Sorolla como nunca se había visto.
‘SOROLLA A TRAVÉS DE LA LUZ’ - Palacio Real. Bailén, s/n. Del 17.02.2023 al 30.06.2023.
CentroCentro expone una sorprendente colección de arte que refleja la vida cortesana y la cultura exquisita de los reinos de la antigua India. Elefantes enjaezados para el desfile y la batalla, emocionantes cacerías del tigre, la sensualidad de las habitaciones reales, la delicada presencia de princesas junto a la fiereza de marajás y sultanes. Es difícil escoger una obra, valgan pues todas. La grandeza y el esplendor de la vida cortesana de los reinos decaníes, mogoles, paharíes y rajastaníes se ha instalado en las salas de CentroCentro, el espacio expositivo del Ayuntamiento de Madrid en el Palacio de Cibeles.
Una selección de 84 obras, realizadas entre los siglos XVI y XIX en los antiguos reinos que compusieron la India actual, muestran el poderío que tuvieron. Proceden del Museo de Arte de San Diego, Estados Unidos, donde se alberga la colección de Edwin Binney III, heredero de la empresa Crayola y ávido coleccionista de arte oriental. Una colección que está considerada de las más completas fuera de la India. Es la primera vez que se muestran en Europa.
La exposición se divide en dos bloques temáticos: El trono, la caza, el corazón y El elefante en la pintura india. Gran parte de las obras expuestas fueron creadas para ilustrar libros y álbumes para entretenimiento de la realeza. Otras se compusieron con el fin de divulgar, entre la población y en los reinos vecinos, el poder de los rajás y sultanes que las encargaban. Muestran los marajás vestidos con las mejores galas, encabalgados a monturas, caballos y elefantes, enjaezados con el mismo lujo y primor que sus amos. Participan en desfiles, guerrean con ejércitos vecinos y marchan de caza. Eran las actividades cinegéticas no solo entretenimiento de la realeza, también significaban la ocasión de mostrar su poderío ante la fuerza más poderosa de la naturaleza hindú: el tigre.
La caza del tigre en la India podía hacerse a pie, a caballo y en elefante. Es con los paquidermos donde alcanza su auténtica dimensión. Pasatiempo favorito de los gobernantes rajput, algunas obras de la muestra rezuman la emoción y ferocidad de los encuentros con los grandes felinos rayados. Las cacerías eran el mejor altavoz de la antigua India para mostrar el poder a súbditos y enemigos. Mientras, ellas aguardaban en sus estancias palaciegas. Es lo que hace la admirable joven que con un pájaro está asomada a una ventana. O la doncella que consuela a Radha, la amante del dios Krishna, con quien mantiene una relación secreta.
La segunda parte de la exposición gira alrededor de los más rotundos de los protagonistas: los elefantes. Símbolo a la vez del poder de los reyes y de la naturaleza, los paquidermos se erigen en el centro de la cosmogonía hindú. Representación de lo divino, se asocian aún hoy en día con la lluvia y las mujeres hermosas. Protagonista de mitologías y poesías, fábulas y cosmologías. Vehículo decisivo en la mencionada caza del tigre, como muestran algunas de las pinturas más admirables. También fueron decisivos en las continuas batallas. Reyes de los desfiles, formaron parte de espectáculos de luchas entre ellos. No es posible entender la historia de la antigua India sin estos animales.
Creadas algunas con láminas de oro, las pinturas de la exposición rezuman el esplendor legendario de un imperio lejano. De él solo perviven algunos de sus palacios en la India y estas obras, que pueden verse hasta el 16 de julio en el Palacio de Cibeles.
‘INDIA. PINTURAS DEL SAN DIEGO MUSEUM OF ART’ - CentroCentro. Plaza Cibeles, 1. Del 23.03.2023 al 16.07.2023.
El brillo del imprescindible músico británico, a través del objetivo del talentoso fotógrafo Brian Duffy, en una muestra que es estreno mundial. Esta es una exposición para adictos al músico más camaleónico de la historia. También para nostálgicos de los revolucionarios años 70. Bowie taken by Duffy, instalada en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), explora la vida de David Bowie a través de su relación con el fotógrafo británico Brian Duffy. La exposición es un estreno mundial que incluye más de 160 objetos originales, algunos de los cuales jamás han sido presentados en público. Fotografías de aire vintage, canciones, videoclips, cámaras, álbumes originales, vestuarios y otra amplia variedad de piezas, entre las que descollan las cinco sesiones fotográficas que compartieron ambos artistas a lo largo de nueve años -entre 1972 y 1980-.
Se corresponden a los años dorados de Bowie. En ellas el polifacético artista adoptó algunas de sus personalidades más universales, como Ziggy Stardust, Duque Blanco y Pierrot, que le acompañaron parte de su vida y forman parte de la iconografía imprescindible de su música. Una iconografía que ha trascendido a las creaciones de Bowie para convertirse en símbolo de aquellos años. Un tiempo underground y rebelde, contracultural y abierto a un universo de nuevas experiencias donde despuntaron las drogas y el sexo liberado.
Entre todas las imágenes reunidas para la ocasión hay una que destaca sobremanera. Es la fotografía del rostro de Bowie que Duffy realizó para la portada del álbum Aladdin Sane. Este nombre no es más que corrupción del original que debía tener: A lad insane (Un tío loco en castellano), justo lo contrario a lo que entendió el fotógrafo. El músico aparece en ella maquillado con un rayo azul y rojo que le cruza la cara. “Al principio se le pintó un pequeño rayo, pero Duffy lo borró y se lo pintó de lado a lado del rostro”, explica el hijo del fotógrafo. Y aquel rayo se convirtió en el símbolo de la ambigüedad que define a Bowie, la misma que refleja el título del álbum.
Convertida en símbolo de la cultura pop, al menos en uno de ellos, hay quien bautiza esta foto como la Mona Lisa del pop precisamente por su simbolismo, comparándola con otra imagen icónica contemporánea suya: la banana universal de Andy Warhol. Sin caer en tales apreciaciones, la imagen, que ya ha cumplido 50 años, es única. Junto con gran parte de sus fotografías, Duffy quemó toda la serie en un ataque de enajenación mental. “No tiene precio, la tenemos siempre guardada bajo llave”, señaló en la inauguración de la muestra Chris Duffy, hijo del fotógrafo y albacea de lo que queda de la obra de su padre. “Si la carátula del Sgt. Peppers es la imagen de los 60, la cara con el rayo de Bowie lo es de los 70”, afirmó este en la presentación de la muestra.
Del diálogo entre Bowie y Duffy surge esta muestra que recorre tres décadas de cultura pop, comenzadas en los locos 60 y que llegan hasta los ochenteros Nuevos Románticos. El músico entendió desde el primer momento la importancia de la imagen. La exposición enseña como la explotó a la perfección. Es un repaso al método Bowie. Ambiguo sin el menor atenuante, asumió las diferentes manifestaciones artísticas y culturales. Cine, foto, vídeo, imágenes, todo lo hizo suyo, interpretándolo según su conveniencia en una inagotable reinvención de sí mismo. Una extravagancia que trascendió el ámbito musical para convertirse en símbolo cultural de una generación que dio un pasó en la historia y sentó las bases de lo que hoy es el mundo.
El importante cajón de sastre que es esta exposición atesora decenas de aquellas imágenes, portadas de discos que son historia de la música, entrevistas del artista servidas en bucle, sabrosos textos aplicativos, objetos y otras referencias que explican el sentido del artista, pero también de su tiempo, del que, no lo olvidemos, ya ha transcurrido medio siglo. La última parte de la exposición muestra a un David Bowie que dice adiós a la extravagancia y la ambigüedad. Sus imágenes, que una vez más muestran otra transformación, echan el ancla a la marcha de aquellos inolvidables 70.
‘BOWIE TAKEN BY DUFFY’ - Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. Hortaleza, 63. Del 15.03.2023 al 25.06.2023.
El Círculo de Bellas Artes de Madrid presenta la mejor exposición de arte africano organizada en España en las últimas décadas. Este es un recorrido admirable por el arte y la cultura popular del continente negro. Se inicia en el siglo VI antes de nuestra era y se prolonga hasta los comienzos del siglo XX. Bajo el título Metamorfosis del Ser. Representaciones de la cabeza en áfrica central y occidental, presenta una selección de 300 obras emblemáticas de la Colección Sánchez Ubiría, una de las más destacadas del continente europeo dedicada al arte negro.
La cabeza de un hombre esculpida en terracota recibe a los visitantes. Es pequeña en su tamaño, pero enorme en su dimensión cultural y cósmica. El pensador nok, testuz apoyada sobre los brazos cruzados, parece sopesar con su actitud meditabunda a quienes entran en la sala. La talla se remonta a una época imprecisa entre los siglos III y V, labrada por esta misteriosa cultura del África subsahariana enclavada en el entorno del río Níger. Este conjunto de cabezas, máscaras, figuras, adornos, vestidos, tocados, fetiches y otros objetos conforman la más completa y extensa exposición realizada en España en las últimas dos décadas sobre el desconocido -y maltratado- arte africano. “Es la mejor exposición de escultura africana que se ha visto en España”, reconoce Valerio Rocco, director del CBA.
Es la primera vez que la coleccionista Marga Sánchez muestra en público su colección de una manera tan completa. Responde a una tendencia aparecida a mediados del siglo XX y que cambió la percepción que se tenía en Occidente sobre la creación artística africana. Sucedió en 1952, cuando el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) organizó una exposición que incluía varias piezas procedentes del continente negro. Se quiso mostrar un arte desconocido hasta entonces por la sociedad, así como su importante relación con el arte contemporáneo. Ahora, que se festeja el Año Picasso, puede verse su imprescindible influencia en la producción de un artista universal que recibió su influencia.
La contrapartida es que, en cierta manera, se banalizó esta extraordinaria manifestación artística y cultural, que sufrió una aproximación fetichista y en busca de lo exótico. Su simbología metafísica transmutó en objeto de consumo. De los museos antropológicos se mudó a las galerías y los museos de arte. Comenzó entonces una sistemática expoliación de objetos y bienes que cambiaron de residencia. Hoy está más vigente que nunca la necesidad de restituir los bienes expoliados a las culturas ancestrales, donde la devolución a Grecia de los frisos del Partenón, que permanecen en el Reino Unido, es el caso más conocido, pero solo uno de tantos. “Yo estaría dispuesta a donar los objetos de mi colección”, señaló la coleccionista Marga Sánchez, al ser preguntada al respecto.
La muestra reunida en las salas del CBA es abrumadora. Desde el nacimiento de la escultura africana, a las últimas máscaras ceremoniales, una extensa relación de objetos lleva al visitante por las más variadas y remotas culturas. Batcham, ibibio, djenné… todas desconocidas para nosotros. Todas con un arraigo cultural y mítico extraordinario.
Máscaras talladas en piedra, tótems ceremoniales, tejidos naturales, tocados de fibras vegetales, adornos de latón, piezas de caolín, bronces, pieles, maderas talladas, barro… Los elementos que tenían a su disposición aquellos pueblos transformados en vehículos que llevan a la mística, el ceremonial y la transcendencia. Estas culturas ancestrales consideraban, aún lo hacen, a las máscaras como seres vivos. Aparecen en las más variadas manifestaciones como ritos, bailes y ceremoniales. Son la representación de lo desconocido y lo sagrado y, para nosotros, algo insólito.
El indudable interés de esta exposición es el contrapunto del desconocimiento y desinterés mostrado por la sociedad española y sus instituciones. “No existe el menor interés de las administraciones públicas no solo hacia el arte africano, sino hacia todo el arte antropológico”, se quejó Marga Sanchez. Tal vez esta muestra pueda ser el comienzo de un cambio en tan desafortunada tendencia.
‘METAMORFOSIS DEL SER’ - Círculo de Bellas Artes. Alcalá, 42. Del 09.03.2023 al 14.05.2023.