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Estamos en la provincia de Alicante, donde brilla el sol y el clima en febrero es cálido y amable. Apenas 25 kilómetros distan de las playas de Dénia y Jávea, una hermosa carretera con sinuosas curvas entre naranjos, olivos, limoneros, palmeras y, cómo no, almendros, nos trae desde la costa al Valle de Pop. Alcalalí, Benigembla, Benissa, Llíber, Murla, Parcent, Senija y Xaló son los ocho municipios que conforman la mancomunidad de La Vall de Pop, con sus cadenas montañosas y su clima privilegiado.
Pasear entre los almendros en flor inhalando la fragancia de los campos, escuchar el agua del río Gorgos y ver libar las abejas son placeres sencillos que podemos vivir caminando o en bicicleta por las rutas senderistas de Alcalalí. Por si eso no fuera ya suficiente para justificar una excursión a este pequeño pueblo de la Marina Alta, el Feslalí nos ofrece todo un mes de febrero pleno de actividades y propuestas lúdicas y gastronómicas. El Festival de los Almendros en Flor, que celebra este año su quinta edición, reivindica la protección de los cultivos, los bancales de piedra en seco y el reconocimiento al trabajo de los agricultores. En definitiva, el paisaje autóctono.
Cada sábado y domingo del mes de febrero a las 10 de la mañana se inician desde la plaza del Ayuntamiento las rutas senderistas entre los almendros en flor. Estas rutas se hacen con la guía e intérprete ambiental María Roselló, de Endémica Natura. María, una enamorada del territorio, cuenta los secretos del paisaje, la flora y la historia de Alcalalí, y hasta recita un poema en la ermita de San Juan de la Mosquera. El paseo, además de mostrar el espectáculo de los almendros en flor, nos acerca a la realidad del campo, explicándonos las variedades de almendros, cómo afecta el cambio climático a este cultivo y las graves consecuencias de la bacteria Xylella fastidiosa.
Estas caminatas son para todas las edades, sencillas, gratuitas y adaptadas; a excepción de la del día 15 de febrero, que comenzará antes y que será más dura, ya que ascenderá los 15 kilómetros hasta la Peña Talaia (para esta ruta hay que inscribirse en el Ayuntamiento). A la mañana siguiente, el domingo 16, el paseo será especial, pet friendly, para los amigos de cuatro patas.
El primer fin de semana, los grafiteros de Larouch Art de Carrer realizaron un mural en homenaje a los agricultores. También se celebró el concurso de dulces con almendra autóctona. Si sois cocinillas podéis encontrar todas las recetas en la página web del Feslalí y probar a hacerlas en casa. Tiramisú de turrón, arnadí, tarta de cabello de ángel y almendras o de chocolate y almendras, carquinyols, panellets, galletas, mantecados, coca, rosegons y multitud de dulces con la almendra como protagonista.
Pero no acaba aquí. Teatro, música para grandes y pequeños, gincanas, showcookings de reconocidos cocineros, talleres de cocina para niños. Y el último fin de semana, la guinda de este festival: el mercado de productos artesanales y de kilómetro cero, pasacalle de cabezudos con dolçaina i tabalet, juegos populares, concierto y la entrega de premios del concurso de fotografía. El certamen y la belleza del paisaje llenan este pueblo de amantes de la fotografía, ya sea pertrechados con cámaras y trípode o haciéndose selfies con sus móviles.
Nada mejor tras una caminata senderista que tomarse en la plaza del pueblo una Rumbeta, la refrescante bebida de almendra que comercializan en los bares de Feslalí, para reponer fuerzas y disfrutar luego de la cocina local en la Ruta de la Tapa de Alcalalí. Ocho restauradores del pueblo presentan su oferta gastronómica con el acento en la almendra como producto referente de la cocina autóctona de la comarca de la Marina.
En el bar 'El Porche' abrimos boca con las tapas: revuelto de morcilla con almendras, carpaccio de sepia con salsa de almendras, carrillera de cerdo al romero de Mosquera con almendras y rape en salsa de almendras. Ya repuestos de la caminata nos acercamos a la bodega 'Cap de Nit', en la calle del Porche. Allí Joshua Kniesel nos habla de los vinos que elabora junto a su socio Josie Cleeve desde hace cuatro años, cuando estos enólogos alemanes enamorados de la Marina comenzaron a madurar vinos en tinajas.
Mientras los catamos, Joshua cuenta que la zona tiene un clima de cabo porque el viento sube de Denia y baja por Coll de Rates, lo que junto a la variedad autóctona de uva giró, lo suelos arenosos y las cepas viejas le dan la personalidad a un vino que no filtran y apenas lleva sulfitos. Solo producen 4.000 botellas al año, por eso vale la pena catarlo en la bodega que, durante este mes del Feslalí, abre los fines de semana.
Saliendo del centro del pueblo nos dirigimos hasta el restaurante 'La Solana', un local amplio que lleva más de 30 años abierto al público. A 'La Solana' acuden turistas y familias todos los fines de semana a disfrutar de su famoso cuscús, del cordero y de los postres caseros, pero nosotros nos decantamos por el menú especial. Un entrante de ensalada de merluza y praliné de almendra seguido de solomillo de cerdo con salsa de almendras y, para acabar, un rico tiramisú de crema también de almendras.
Si sois ciclistas estáis de enhorabuena. A la salida del pueblo, en la carretera, se encuentra el café 'Musette', que es también tienda de bicis y en la que los británicos Rachel y James preparan dulces caseros (para este Feslalí, cómo no, tarta de almendras), café de especialidad y bolsas con pícnic ciclista para llevarse en marcha.
Alcalalí ofrece otras maravillas, como su museo etnográfico o la torre medieval, a la que podemos subir en ascensor y deleitarnos con las vistas. Los habitantes de Alcalalí y de la Vall de Pop sufrían ataques de piratas y bandoleros hasta que, en el siglo XV, Mosen Pedro de Castellví, soberano de Alcalalí y Jalón, y su esposa Yolanda Pardo mandaron construir una torre sobre la colina de pueblo: sus funciones eran la vigilancia y último refugio en caso de invasión. Más tarde, los barones mandaron construir la iglesia, situada enfrente de la torre. Hoy en día torre e iglesia siguen siendo las construcciones más altas del municipio.
En la película El Último Samurái, durante las conversaciones entre el Samurái Katsumoto (Ken Watanabe) y el Capitán Nathan Algren (Tom Cruise), Katsumoto le dice: "Podríamos pasar toda una vida buscando la flor perfecta y aun así no sería una vida desperdiciada". En solo un día de excursión hemos llegado a la misma conclusión que el samurái al final de la película: que todas las flores son perfectas y hermosas.