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Intramurs se vive en Valencia como algo más íntimo que un mero festival. Es un despertar en toda regla, una sorpresa tras otra. Es cruzar una esquina y encontrarte con una performance, con un grafitero pintando un muro o con una plaza abarrotada de niños estampando camisetas. Es ver las tiendas con escaparates locos, fachadas que lucen espectaculares intervenciones urbanas; música y poesía, espacios maravillosos abiertos al público, arte en los mercados, en los balcones, en los solares. Arte callejero, que ocupa sin pudor el espacio público, con el que te cruzas de bruces, que te hace pasártelo pipa pero también reflexionar sobre el modelo de ciudad o de barrio que queremos, que pica, escuece y calma.
De ahí que el lema elegido este año para su quinta edición sea "Atòpic" y que el cartel, magistral, a cargo de Diseño Gráfico nos muestre una mano cubierta por un líquido blanco. Es aquí donde el festival quiere incidir en esta ocasión. Los efectos del arte en nosotros, los efectos del arte ocupando el espacio público, en una alegoría de la mano como artesanía pura y dura, reivindicando este papel en el mundo del arte y la cultura y elevando a místico el número cinco, sus ediciones, la quintaesencia, los dedos de una mano.
Hablamos con su directora, Salvia Ferrer, para que nos haga de cicerone y nos cuente qué no debemos perdernos en esta edición que está a puntito de ver la luz. Es difícil condensar en una frase la esencia de Intramurs, aun así, le pido a Salvia que me resuma su espíritu, que lo encapsule, y cuenta que el festival nace con la pretensión de "convertir Ciutat Vella en una suerte de museo al aire libre, en el que durante diez días los acontecimientos artísticos se sucedan uno detrás de otro, pero también al mismo tiempo".
"Una catarsis incontrolada de arte por todos lados. Un disparate, que huye de los estándares, que trabaja y juega con la complejidad de la calle, que se mueve por el espacio público como espacio de confrontación y que promueve los proyectos participativos en los que el público deja de ser un mero espectador para ser una pieza más de todo el engranaje del festival", prosigue Ferrer.
Entre las múltiples actividades al alcance de todos que ofrece Intramurs, hay casi una decena de eventos que ningún vecino de Valencia ni turista de paso por la ciudad debería perderse en esta quinta edición. Te contamos las citas imprescindibles.
Sin duda alguna, la apertura de este espacio ha sido la noticia del año. Se trata del antiguo convento de San José y Santa Teresa, que empezó a construirse en el año 1609 y que llevaba cerrado desde 2007. Ahora, rehabilitado y reconvertido en centro cultural y gastronómico se prepara para ser uno de los puntos con más movimiento cultureta de la ciudad y promete volver a colocar el barrio del Carmen en el ojo del huracán. Bienvenido sea.
Un patio ajardinado donde degustar la oferta gastronómica (comidas del mundo y productos del mar) y la antigua iglesia son el nuevo marco ideal para conciertos, charlas, encuentros, exposiciones, cine, actividades infantiles y por supuesto también para acoger gran parte de la programación de la quinta edición del festival Intramurs. El patio será intervenido por Carlos Pinazo, que en años anteriores era el encargado de la puesta a punto del Espacio Ideo. La sorpresa está más que asegurada.
Si hay una cosa clara es que el fotógrafo y performer neoyorquino Spencer Tunick siempre da que hablar. Allá donde va se forma un revuelo difícil de acallar. Barcelona y San Sebastián son las dos ciudades españolas en las que Tunick ya ha hecho de las suyas. Para esta edición, Intramurs ha conseguido engancharlo y Tunick ha visitado recientemente la ciudad para buscar la localización perfecta para su proyecto de desnudo colectivo, programado para el próximo 3 de noviembre. Las Torres de Serrano han sido las elegidas. 3.000 personas voluntarias totalmente desnudas harán el resto. Cuestiones logísticas son las causantes de que la cita tenga lugar unos días después de finalizado el festival.
Si de algo está orgulloso Intramurs es de haber conseguido meter en este embrollo a una gran cantidad de comercios del barrio que, año tras año, se suman al festival a través de su Ruta de Escaparates. Este año son más de 30 los establecimientos comerciales que participan y que ceden la vitrina de su fachada para que sea intervenido por un escaparatista, artista o estudiante de diseño.
El 23 de octubre está organizada una ruta por todos los escaparates en las que los artistas explican su intervención y hay cerveza fresquita para todos. Además, hay un jurado que valora los proyectos participantes y los tres mejores escaparates resultan premiados. La ruta está prevista para ese día en concreto, pero las tiendas estarán intervenidas desde el inicio hasta el final de Intramurs.
Durante Intramurs hay que mirar hacia arriba como si estuvieras en Nueva York para no perder detalle de las fachadas que este año van a ser tratadas. Cinco fachadas en las que cinco artistas o colectivos de artistas darán rienda suelta a su imaginación.
Sin ir más lejos, la fachada de Convent Carmen será reinterpretada por Isbel Messeguer junto con alumnos de la Escuela de Arte y Superior de Diseño y la ONG Koopera. La fachada de la sede de Intramurs, en la calle Conde Trénor, será intervenida por Vicente Carrasco y Carla Fuentes, mientras que LPACK Creatiu realizarán su proyecto en una de las fachadas de la plaza Doctor Collado. Una de las tiendas más bonitas de la ciudad, 'La Chaise Retro&Med', en la calle Músico Clavé, será intervenida por la artista María Grass. Y el Colectivo TAV trabajará sobre el muro de Convent Carmen que da a la calle Blanquerías.
Qué sería de Intramurs sin sus performances. Puede que sea el punto que a más gente descoloca, ya que se ha visto de todo durante las ediciones pasadas del festival: Abel Azcona, el Tracapelló de Abel Antúnez o la Misa Patólica de Leo Bassi, dan buena cuenta de ello.
Los platos fuertes de este año son el proyecto El Rastro Involuntario de Paula Fraile, programado para el 20 de octubre; Lands of Gravity, la acción ininterrumpida durante todos los días del festival y en distintos espacios de Fabrik Nomade (empieza el día 18 de octubre con la Marcha atópica) y Omar Jerez con su obra ¿Es Omar Jerez el artista más odiado del arte español?, el 26 de octubre.
Los peques también tienen cabida en este festival, especialemente los fines de semana. Talleres de TV y vídeo, de pintura mural, rutas guiadas, manualidades, talleres de estampación, de pintura o de construcción con Lego son algunas de las actividades previstas durante los dos fines de semana que abarca Intramurs. Muchas tienen aforo limitado y aunque son gratuitas se necesita inscripción previa, así que hay que estar atentos a la programación.
Incluso el festival de música Deleste, que este año vuelve a coincidir su presentación oficial con Intramurs, tiene su propia versión para los más pequeños: Deleste Kids. Para un público más crecido, Sona el Deleste llenará el claustró gótico del Centro del Carmen con conciertos y pinchadas, en un anticipo de lo que se podrá vivir el 17 de noviembre, fecha única para los conciertos de este año.
Más allá de música vale la pena dedicar una mañana a recorrer los distintos talleres y estudios de artistas, arquitectos y diseñadores que abren sus puertas durante el festival. De visita obligada son los de Pepe March, Fabrika 12, Fuencisla Francés, la casi recién inaugurada galería Sabotage o Hygiene. Es recomendable consultar los horarios oficiales que facilitará la organización para asegurarnos de que los talleres están abiertos al público. Las galerías, por su parte, solo se podrán visitar entre semana.
Las fiestas de inauguración y de clausura son uno de los momentos más divertidos del festival. Por un lado, la DJ valenciana Miss Yuls es la encargada de dar la bienvenida a Intramurs en una celebración cargada de buen rollo, música electrónica y gente bailando desde la primera a la última canción como si no hubiera mañana.
El cierre corre a cargo de Dr. Cobalto DJ, un conocido personaje de la noche valenciana que despide el festival con música yeyé y los ritmos sesenteros más frenéticos y alocados. Psicodelia garantizada para decir despedir otra edición de Intramurs.
El germen de Intramurs lo inocularon hace exactamente cinco años un grupo de artistas valencianos junto con diseñadores y gestores culturales que cansados del adormilamiento social y cultural de un centro histórico que languidecía a favor de las franquicias y el turismo de masas sin que a nadie pareciera importarle demasiado, pegaron un golpe en la mesa y pasaron a la acción.
Querían un casco viejo vivo, como antaño, residencia de artistas, cuna de la cultura más underground de la ciudad. Querían reivindicar la calle, el papel del espacio público, su uso y disfrute por parte de los vecinos. Querían dar a conocer el trabajo de los artistas que aún sobrevivían en el barrio abriendo las puertas de sus talleres y espacios de trabajo. Querían que las paredes hablaran y que el recinto amurallado que en tiempos pasados protegía a la ciudad, la zona más antigua de Valencia en nuestros días, volviera a ser la protagonista absoluta. Y así parieron a Intramurs. Un festival cuyo lenguaje universal es el arte, contemporáneo, multidisciplinar, urbano y gratuito.
El barrio entero se vuelca con el festival. Lo vive. Lo baila. Lo instagramea. Lo enciende y lo apaga. Y luego lo echa de menos hasta el siguiente año. Por delante nos esperan diez días apoteósicos. Sobrevivirlos es casi cuestión de suerte. Los muros de la ciudad se abren para acoger a todo aquel que quiera dejarse los prejuicios en casa y esté dispuesto a aventurarse en un enredo constante de artistas, performers, cervezas, gente rara, familias, comerciantes, vecinos y turistas mezclados en una amalgama de diversión pocas veces vista antes.
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