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Todavía huele a after sun por las calles, las pieles aún presumen de un envidiable tono bronceado y en las terrazas de Cartagena se siguen saboreando copas de helado y asiáticos granizados. Pero en un pequeño taller del pueblo costero de Los Nietos, estos meses de sofocante calor veraniego del mar Menor los han pasado entre pieles, cueros, fundiciones y fieltro pesado. Por la casa de Paco y Javi Argudo van desfilando durante todo el año romanos, íberos, celtíberos, honderos, lusitanos, mercenarios, castrexos... "Ahora no tenemos ni un minuto de descanso", asegura Paco, el padre, mientras pega una tira de espuma en el interior de una gálea.
Quedan pocas semanas para la gran fiesta de Carthagineses y Romanos, y alrededor de 6.000 festeros ponen a punto sus trajes y complementos de época. Cuidado con hablar de disfraces, porque no hay cartagenero que no tuerza el gesto y sienta una puñalada en su orgullo si se rebaja el valor artesano de sus vestimentas. "Confeccionamos todo tipo de vestuarios, calzados, ornamentos, cascos y armas con los materiales nobles y las técnicas que se utilizaban por aquel entonces", sostiene Javi el artesano, como le conocen casi todos por aquí. En el espacio de trabajo de este joven exdirector de banco se mezclan los cascos con sus penachos de esparto, scutum y lóricas romanas con los yelmos y falcatas cartaginesas.
Padre e hijo, a pesar de ser fieles legionarios de Sagunto, no distinguen entre unos y otros cuando les piden una ayuda para arreglar o ajustar alguna prenda. "Hace siete años sufrí un cáncer y decidí montar la asociación sin ánimo de lucro LACRHE. Organizamos eventos y concursos durante todo el año, pero sobre todo en fiestas, para ayudar a niños con alguna necesidad. Además, contamos con unos 200 socios que hacen un trabajo comunitario y solidario: yo les hago un casco a cambio de que ellos me vayan pegando unas sandalias, por ejemplo. La cuestión es que nadie que quiera salir de fiesta se quede sin poder hacerlo porque no tenga recursos. Yo sé de primera mano lo importante que son, la alegría y fuerza que me han dado en momentos bajos y el orgullo que siento durante esos días al pasear por todo el campamento y que en cualquier caseta me griten ¡Acho, vente a tomar algo con nosotros!".
Al legendario Aníbal Barca también le ha enseñado a repujar sus grebas. Bueno, a su alter ego de 2017. Con paciencia, Adolfo Sánchez se ayuda de un punzón, de punta redondeada, para trazar los bajorrelieves de las planchas de latón con las que cubrirá sus piernas. Hace 14 años, este técnico de laboratorio, que en pocas semanas dejará el mando de las tropas cartaginesas para inspeccionar submarinos en los astilleros, se unió con su cuadrilla de amigos a las fiestas. "Traicioné a mi familia romana, pero es que los cartagineses somos más divertidos, anárquicos y bárbaros. A mí me atrajo desde el primer momento esa estética más asalvajada", confiesa.
En su tropa de guerreros Ilergetes de Indíbil comenzó con un pequeño papel de mensajero durante el acto de las Bodas de Aníbal e Himilce –"con una pequeña frase"–, luego fue druida, interpretó al gobernador Magón Barca –protagonista de la gran batalla en la que los romanos conquistaron la ciudad de Qast Hadasht– y se bautizó como el guerrero Almax. Pero a finales de 2016, la diosa Tanit hizo acto de presencia, y el Consejo de las 25 tropas le eligió para ser durante dos años el general Aníbal. "Para mí es el mayor de los orgullos poder calzarme las botas de este personaje que tanto admiro desde pequeño. Por la calle, la gente me reconoce y me llama 'mi general' y yo me vuelvo instintivamente. Es verdad que también ha sido muy duro, porque son muchos eventos institucionales, ferias, viajes... y durante casi todos los días de septiembre hay que asistir a presentaciones, ensayos, comidas, entrevistas... Se hace difícil compatibilizarlo con un trabajo; en mi caso, incluso, he tenido que rechazar alguna oferta este verano".
Cartagena estas semanas es un hervidero de preparativos. Las nubes y alguna ligera llovizna refrescan un poco el ambiente en el campamento que todos los años se levanta junto al estadio de fútbol y la rambla de Benipila, hoy seca. Voluntarios y operarios montan las casetas y engalanan las dos calles en las que se divide uno de los epicentros de estas fiestas declaradas hace un año de Interés Turístico Internacional. En 1990 comenzaron con la participación de 600 festeros, que recreaban los hechos históricos que se vivieron desde la fundación cartaginesa de Qart Hadasht por el general Asdrúbal Janto El Hermoso (227 a. C.) hasta la Segunda Guerra Púnica, que acabó con la victoria de los romanos y la toma de la ciudad, que se rebautizó como Carthago Nova (209 a. C.).
"Las fiestas han cambiando la percepción de los cartageneros con respecto a su historia. Antes lo que había esparcido por la ciudad eran ruinas –a finales de los 80 se descubrió enterrado frente a los restos de la antigua Catedral el gran Teatro Romano–; luego fueron restos arqueológicos y ahora son un patrimonio cultural que favorece el desarrollo económico de la ciudad y un orgullo colectivo de todos. Es raro encontrarse un vecino, niño, adulto o anciano que no sepa desgranar con detalles aquellos acontecimientos de hace 24 siglos", asegura rotundo Ángel Tarifa. Este indikete –íberos que colaboraron con los romanos en la batalla– fue uno de los fundadores de las fiestas. "Yo siempre digo que soy como los arquitectos, que hacen muchas casas pero no viven en todas". A lo largo de estas casi tres décadas ha montado cuatro legiones y ha ayudado a otra, la de las Amazonas de Capadocia, integrada solo por mujeres. Además, fue el primero en interpretar al general Publio Cornelio Escipión. "Hoy es más duro ser Escipión o Aníbal; a mí me tocó dirigir literalmente a todas mis legiones por la ciudad y volvía locos a los agentes de la Policía Local porque todo estaba por hacerse. Ahora los compromisos son un poco agobiantes para los intérpretes".
Ángel tiene prisa porque en la explanada ajardinada de la Cuesta del Batel comienzan a convocar a las legiones para el ensayo de la Gran Batalla. Megáfono en mano, el presidente del Senado romano, Pepe Moreno, va dando las instrucciones en latín: "¡Ad gladium, ad scutum, state, vade retro... Bien pegaícos todos!". A diferencia de otros años, en la 29ª edición no se han hecho pequeñas modificaciones, sino que se ha cambiado por completo el acto, por lo que hay que estar bien atentos a los organizadores. Lo que no cambia, a pesar de que algún año los cartagineses han lanzado la insinuación, es la victoria final de los romanos. "Al principio la cosa estaba muy descompensada, porque eran más tropas que legiones, aunque ahora estamos a la par", explica María Visiedo, actual integrante del Senado, que representó al personaje de Emilia Paula desde 2011 hasta 2014. Los organizadores no tienen registrado el número de integrantes de ambos bandos, pero rondan los 6.000, que actuarán el segundo viernes de fiestas ante un público cada año más numeroso. A este ensayo no han venido, pero durante el acto participarán especialistas de Villajoyosa (Alicante), con actuaciones a caballo, escaladas, acrobacias y fuego.
Ante la ausencia de Aníbal, que durante la invasión de Qart Hadasht estaba atravesando los Pirineos y los Alpes a lomos de 38 elefantes en dirección a Roma, el absoluto protagonista de esta gran batalla es Escipión. Durante estos dos últimos años, quien se ha calzado las sandalias del general romano ha sido Husai de León, un tinerfeño que llegó a Cartagena hace 22 años. Confiesa, casi en susurro, que se estrenó en las fiestas como mercenario cartaginés, "pero luego me di cuenta de que lo que realmente me gustaba era el ambiente romano y fundé mi propia legión". Igual que el resto de personajes, Husai no es actor profesional, pero durante los diez días de fiestas debe interpretar una quincena de actos, algunos con guiones bastante largos de memorizar. Aunque Husai juega con ventaja en algunos episodios, pues quien interpreta a Emilia Paula, la mujer de Escipión, es su esposa en la vida real, Pilar García. "Yo soy muy extrovertido y echado pa'lante, pero la primera vez que me subí al escenario a dar el pregón, me costó lo suyo", reconoce medio exhausto tras una larga jornada de entrevistas, fotos y ensayos.
Precisamente para Sara Reñasco, la preparación de esas escenas está entre lo mejor que se lleva de su experiencia de dar vida a la princesa Himilce. Esta guía turística de 27 años ya comienza a sentir las mariposas en el estómago a pocos días de la semana grande. "Desde pequeña me gusta el teatro y los musicales, y esta es una oportunidad para sacarme esa espinita, aunque sea a nivel amateur". Desde abril, los ensayos se han intensificado con directores artísticos profesionales porque en esta ocasión se ha decidido renovar muchos de los actos. "Para mí la jornada más importante será el martes, cuando tengo el Oráculo de la Diosa Tenit. Es ahí donde me visto de gala y lo doy todo. Además, esta edición es especial, porque se ha recuperado el texto original y se volverá a representar, tras 15 años en otra ubicación, en el precioso Parque Torres", asegura emocionada la joven mientras se ajusta uno de los tocados.
El salón Azabache, en el barrio del Peral, será durante varias jornadas el rincón de Cartagena en el que la esposa oretana de Aníbal recupere horas de sueño y recargue pilas. Gloria, la peluquera, le hace distintos recogidos, trenzados y cordones y le va probando tiaras, rodetes y tocados con forma de kálathos (una especie de vajilla que llevan muchas deidades íberas sobre la cabeza). Sara le guarda especial cariño al que le regaló la tropa para su acto del Oráculo el año pasado, en el que iban grabadas a mano varias esculturas, entre ellas la máscara mortuoria del rey Indíbil, símbolo de los guerreros ilergetes. Todavía deja en suspenso si lo utilizará este año, en el que estrenará dos trajes nuevos: uno de ellos, como en casi todas las bodas, será el de novia. "En total he tenido que hacerme nueve vestidos. No pude heredar casi nada de mis antecesoras, porque soy mucho más alta que ellas", reconoce entre sonrisas.
A su partenaire Adolfo tampoco le encajaban bien algunas de las piezas heredadas, pero precisamente por lo contrario. "Todo me quedaba súper grande, porque al principio se elegía a los más acuerpados de cada tropa. En las muñequeras casi me cabe a mí la pierna". Aníbal lucirá hasta 12 trajes distintos, y en alguno de ellos ha invertido más de 1.500 euros. Pero del que más orgulloso se siente, y que se quedará como recuerdo, es la armadura de lino prensado que hizo a mano "y que me quedó tan dura como un chaleco antibalas". También se lleva sus clases de equitación para manejar el caballo, con el que se ha dado buenas palizas.
Y eso que, en parte, ha tenido buena suerte, porque uno de sus predecesores tuvo que bregar con una elefanta cedida por el zoo Río Safari de Elche. "Aquel pobre muchacho bajó del animal con los muslos pelados y en carne viva", recuerda perfectamente Lola Pérez. En aquel 1994 ella ya era festera y ahora es la segunda mujer en ocupar el puesto de sufete, la presidenta del Consejo cartaginés. "Nuestra función es la organización interna de las tropas, de nuestra calle en el campamento y de los actos. Además, ejercemos casi como padres de Aníbal e Himilce durante las semanas previas a las fiestas, porque no les podemos dejar solos ante la carga de trabajo y compromisos que tienen". Ella, que interpretó durante15 años el papel de aya de Himilce, tampoco se despega de los más pequeños de la tropa.
En la Plaza de San Francisco, a la sombra de uno de los ficus gigantes, unos niños juegan al balón. Son pocos si tenemos en cuenta que aún no han empezado el colegio por las tardes. Cerca de ellos, un nutrido grupo de veinte críos atiende a las indicaciones de tres profesoras. No están aprendiendo tablas de multiplicar ni a conjugar verbos, sino la versión infantil de las Bodas de Aníbal e Himilce. El ensayo, tras el parón de las vacaciones, se hace más denso, pues a más de uno se le ha olvidado cuándo debe salir a escena o la frase que le toca pronunciar. Sergio Cabezuela admite que ha tenido que compaginar los días de piscina y playa con algún repaso a su papel de Aníbal, que ya interpretó su padre en la versión adulta durante tres años. Ahora habrá que darle un apretón más intenso para que todo salga perfecto mientras estrena cuadernos de Sexto de Primaria.
"Desde el principio los niños también han sido partícipes de las fiestas, pero desde hace seis años ellos son los protagonistas de las versiones de algunos de los actos más representativos. Y tienen un mérito extraordinario, porque si ya es difícil para un adulto aprenderse su guion, imagínate para un niño", sostiene Lola. Aitor este año solo tendrá una frase corta en su personaje del general Karpón, pero lo que más ilusión le hace a este pequeño hondero balear es la cabeza de serpiente que le han diseñado para su casco. La impresora 3D lleva horas confeccionando con plástico ABS la figura en el sótano de la casa familiar de Daniel Ubero, que después tendrá que lijar, pulir y decorar. Por ahora, según admite el padre de Aitor, lo importante es que el niño disfrute y le atrape el gusanillo festero.
Quizá en unos años llegue a protagonizar las fiestas. Por delante aguardan ya una larga lista de candidatos, que esperan a que pase la última semana de septiembre para postularse como Aníbal, Himilce, Escipión y Emilia Paula. Para los cuatro cartageneros que han dado vida a estos personajes los dos últimos años han sido un orgullo y una satisfacción personal "difícil de olvidar"; pero coinciden, tras pensárselo un poco, en que no repetirían más ediciones "por el enorme esfuerzo que requiere". Adolfo tiene claro que participará en la rapá de los guerreros de Uxama en la que, como marca su tradición, se afeitarán las barbas y las echarán al fuego sagrado el último día, abandonando así su alter ego. "Además, hay que dejar a otros la oportunidad de llevar con honor el traje de general romano", añade Husai, que en breve será papá. Y esa sí que es una gran batalla.
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