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Donde antes solo existía cemento gris, ahora hay emotivos rostros que esconden historias, ilustraciones que incitan a la reflexión, grafitis reivindicativos o murales inspirados en poemas. En Cheste, el color se ha adueñado de las calles a través de obras de arte callejeras. Allí, en los últimos seis años, gracias al festival internacional de arte urbano Graffitea, un centenar de artistas han intervenido fachadas privadas cedidas por los vecinos, espacios municipales y centros educativos que ahora son grandes y fotogénicos lienzos.
Piezas como la de Roc Blackbock en el IES Ricardo Marín Ibáñez que, encabezada por un verso del poeta Vicent Andrés Estellés, nos recuerda el valor de ser comunidad. “En los tiempos que corren, recuperar el espacio público con un gran referente de la cultura valenciana y una imagen de jóvenes abrazados que muestra solidaridad y apoyo mutuo nos parece el mejor mensaje que podemos transmitir a los jóvenes”, explican los artistas urbanos, que llevan más de dos décadas pintando muros.
A unas pocas calles, en el colegio CEIP Blasco Ibáñez contemplamos otra gran obra de arte al aire libre. Esta es de Zabou, artista francesa que reside en Londres, especialista en pintar murales realistas con aerosol. El expresivo retrato en blanco y negro de Violeta mira fijamente al espectador mientras sostiene su libro de colores. La creatividad de Zabou, que participa en festivales en todo el mundo y exhibe su trabajo con frecuencia en la 'Saatchi Gallery' londinense, puede contemplarse desde este año también en Cheste.
“Aquí había muchísimos muros vacíos y cada uno de ellos es una experiencia vital única para un muralista. Es su forma de expresarse. Con esta premisa, quisimos crear una galería de arte en la calle”, explica Toni Espinar, artista alcireño. Él es uno de los organizadores de Graffitea, que desde 2006 y a iniciativa de la concejala de cultura de Cheste, María Ángeles Llorente, se celebra en el municipio valenciano.
En el Paseo Anselmo Balaguer nos topamos con la larguísima tapia que el artista italiano Alessandro Suzzi, con su proyecto Gods in Love, ha llenado de potentes colores en su obra From another world. El muralista, que ha dejado así su huella en Cheste, fue elegido en 2015 por el Ministerio de Cultura de Albania para pintar un edificio en Tirana y sensibilizar a los artistas jóvenes sobre el arte callejero.
Por Graffitea ya han pasado, en estas seis ediciones, un centenar de artistas como Roc Blackbock, Zabou o Alessandro Suzzi, y siempre está abierto a la participación de quien quiera presentar su propuesta, como nos explica Espinar. “Nos gusta contar con gente que se implique, ya que intentamos que todos se sientan a gusto porque en este festival hay mucha camaradería.
Otros están en manos de gestores, pero este es terreno de pintores”. Como él, que lleva toda la vida pintando: algo que ya hicieron antes su padre, abuelo o bisabuelo. Es su medio de expresión… y su modo de vida. “Yo vivo de esto desde siempre: he hecho carteles, portadas de discos, ilustraciones o restauración de pintura mural. Estoy acostumbrado a hacer grandes murales en cualquier tipo de soporte, me siento como pez en el agua”.
Toni Espinar es precisamente el autor de un nuevo mural en forma de tríptico en la calle Acequia, que se enmarca en un nuevo concepto que han iniciado este año y que incita a la reflexión: Muros conscientes. “Cada edición vamos a abordar un tema de reivindicación social en torno a los derechos humanos. En este caso ha sido la sanidad pública universal y de calidad”.
Otra de las novedades de este año ha sido el mural pintado por Javier Parra, ilustrador muralista de Paterna que participa por primera vez en Graffitea. Parra está investigando en profundidad sobre el artista valenciano Josep Renau para recuperar su figura y obra, en colaboración con el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM).
“Se planteó la posibilidad de hacer un mural homenaje y en él he querido representar la figura de Renau, que ha sido fundamental para la historia del arte en España: fue él, cuando era director general de Bellas Artes, el que organizó el salvamento de las principales obras del Museo del Prado a las Torres de Serrano, en Valencia, durante el bombardeo sobre el museo madrileño en la Guerra Civil Española”. Toni Espinar, además, nos explica que cada año se homenajeará a un artista o pensador de la comunidad autónoma en un ejercicio de “memoria histórica”.
Otros artistas, como el griego Dimitris Taxis, afincado en Atenas, han intervenido muros para llenar de arte paredes que antes no decían nada… y ahora lo expresan todo. El suyo refleja las raíces de Cheste, vinculadas a la viticultura. Y desde Uruguay ha aterrizado este año Colectivo Licuado, el tándem formado por los artistas Florencia y Camilo, especializados en pintura mural y que encuentran la inspiración en las nuevas culturas y costumbres, así como en el arte clásico.
Sus obras siempre guardan relación con el entorno donde se ubican, como sucede con la que han pintado este año durante el festival en el CEIP Anna Lluch, que recibe el nombre de la reconocida investigadora valenciana, doctora en medicina y especializada en oncología. El mural representa a una joven y pensativa Anna Lluch en su etapa como estudiante.
También, cómo no, hay obras que hacen guiños al Gran Premio de la Comunidad Valenciana de MotoGP -que es ya un icono local y que se celebra cada año en el circuito Ricardo Tormo- como la firmada por el gallego Joseba Muruzábal (Yoseba MP), licenciado en Bellas Artes y que recibe influencias de la fotografía y el cómic.
Su obra está en la Calle Rosalía de Castro. Justamente bajo la placa que lo indica encontramos un código QR que se puede escanear para descubrir otro de los reclamos de Cheste: una ruta que pone en valor a las mujeres que han sido relevantes en la historia a través de los nombres de muchas calles de la localidad.
Por cuarto año, además, se ha celebrado el 4º Encuentro Feminist Art Cheste 2021 dentro de Graffitea como movimiento artístico interdisciplinar, con varias mujeres artistas y muralistas (Loles Grau, Inma Liñana, Zaida Jiménez Perona, Sugar, Laila Hamwi, Carolina Otero, Alexandra Rubio, Visa Promig, LaNé Leal y Esmeralda López) que han pintado las paredes de las inmediaciones del paseo del polideportivo. Lo que pretenden es visibilizar a la mujer en el mundo de las artes a través del arte urbano. “Queremos comunicar las inquietudes, preocupaciones, anhelos y otras conquistas de las mujeres en un mundo donde aún queda mucho trabajo por hacer”, explican desde el colectivo.
El festival está siendo un revulsivo para la localidad, ya que los visitantes pasean por el pueblo, admiran los murales y escanean su código QR para obtener más información sobre el artista y la obra. “Queremos que este arte urbano se convierta en un patrimonio cultural, en un ejercicio de democratización del arte”, nos cuenta Espinar mientras nos habla de un caso similar: el de Fanzara, en Castellón. “Cheste está muy bien comunicado, por lo que Graffitea está sirviendo para revitalizar la hostelería y todas las posibilidades que tiene la zona”.
Seguimos callejeando por Cheste y, en la calle Quevedo, un rostro femenino de piel azul nos conmueve. Es de la artista y tatuadora italoespañola Letizia Mandragora, que tiene un estilo muy reconocible por sus dibujos hiperrealistas que muestran figuras en un plano etéreo e inalcanzable.
En cada esquina el street art nos sorprende. El propio Toni Espinar reconoce que es difícil recorrerlo todo en un día. “Ya se ha hecho la labor de construir esa estructura muralística y ahora hay que hacer que la gente lo conozca”. Por eso han creado un itinerario muralístico. “Vamos a organizar dos visitas al mes para que todo aquel que venga compruebe lo que es el museo al aire libre en el que se ha convertido Cheste”, explica Chema Vega. Desde este año, este técnico en turismo y guía local, especialista en historia del arte, coordina las visitas guiadas a través de su agencia, Tarasca Turisme, “para que la gente local redescubra su propia ciudad”. En Valencia, por ejemplo, organiza 14 rutas diferentes, de las cuales tres están enfocadas en el arte urbano.
Aquí la ruta comienza en la estación de tren. “Esto es como adentrarte en un bosque, ninguna obra es más importante que otra. Cada una se ha hecho con todo el cariño del mundo. Cada mural ofrece una propuesta visual diferente, en base a su localización, y es muy disfrutable si tienes ganas de entrar en ese mundo creativo”, indica.
Toni Espinar nos aclara que no son encargos, que no se espera nada de ellos. “Es una especie de comunicación visual con el espectador, porque un mural no tiene sentido sin esa persona que lo observa, es como el circo”. Cheste ya ha florecido en un estallido imparable de color y cultura. “Estamos creando algo de consciencia y de pueblo. Queremos intentar hacer las cosas un poco más bonitas”, sentencia el artista.