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“Aquí tenemos más de 20.000 plantas en diferentes fases de crecimiento”, asegura con una sonrisa orgullosa César Mayol, director de Ibizaloe, en una visita guiada por la plantación de aloe vera en la que se trabaja las plantas, esencialmente, para cosmética natural en su propio laboratorio. Aunque hay que esperar cuatro años para empezar a sacarle provecho a cada una de ellas, lo cierto es que llevan más de una década abiertos y ya hay muchas a pleno rendimiento.
El jardín se extiende verde y brillante en un soleado día, aquí se abre durante todo el año. También hay árboles de la isla -como almendros, olivos, higueras o algarrobos- que aparecen aquí y allá rodeando las hileras de aloe vera. César, ubicado en un surco, sigue con sus explicaciones: “Cortamos las hojas que están más cerca del suelo y las procesamos”. Sin embargo, solo se hacen dos cortes al año, uno en mayo y otro en octubre, adecuándose a la producción que necesitan. “Y cortamos en estas fechas porque es cuando el clima no es ni muy caluroso ni muy fresco. Es un clima adecuado para que la planta no sufra”.
Tras contar el ciclo de reproducción y de vida, el director de Ibizaloe asegura que aquí todo es orgánico y, por supuesto, no se usan nunca ni pesticidas ni herbicidas, porque aunque eso suponga una inversión mayor y más trabajo, al final se nota en el resultado. “Cuando hay una planta que pilla algo, la arrancamos, limpiamos la tierra y le echamos cal. Después vuelves a plantar y crecen sin problema”, afirma César. Luego, “a los hijos de las plantas (el aloe tiene un sistema de reproducción parecido a la piña) se los deja durante dos semanas en el suelo para secarle las raíces por si tuviese algún tipo de bacteria o de hongo y, pasado ese plazo, los podemos trasplantar de una forma más segura”. Con este método han conseguido reducir la mortalidad media de la plantación a un 2 o 3%, cuando los normal oscila entre el 8 y el 10%.
El aloe es una planta que puede sobrevivir durante muchísimo tiempo sin agua, entra en un estado de letargo, que únicamente se activa cuando vuelve a beber, una prueba de ese poder regenerador de la planta. César corta una hoja y muestra el gel interior para que veamos que es transparente y no verde, como la venden en muchos lugares. En Ibizaloe para comercializar el aloe puro lo mezclan con ácido cítrico que lo mantiene sin oxidarlo.
“El aloe vera es muy bueno para las quemaduras, hidrata y penetra hasta la última capa de la piel y regenera. Pero también tiene otros usos: para picaduras de mosquito, de medusas, para la psoriasis o eccemas, entre otros muchos problemas de la piel”, continúa César, quien asegura que aquí han conseguido, potenciándolo con otros ingredientes, crear geles de frío o de calor que ayudan con los dolores musculares o con la artrosis, por ejemplo, mejoran la circulación. Normal que le encante soltar entre risas una de sus bromas favoritas: “El aloe vera es como los políticos, cuanto más lo investigas más propiedades les encuentran”.
“Otro de los usos que tiene el aloe Vera es que se come”, le gusta recordar al director del lugar que menciona al restaurante ‘Es Tragón’ (2 Soles Guía Repsol) como uno de sus compradores para usarlos en sus platos. Pero en Ibizaloe también lo comercializan en forma de zumo o con mermeladas.
No por nada, esta planta fue la llave secreta de muchos personajes históricos, como Cristóbal Colón, que no zarpaba sin aloe en sus barcos; Gandhi, que la usó durante sus ayunos; o Cleopatra, obsesionada con la belleza; entre otros muchos. Desde luego, en Ibiza, ya tiene su propio templo.
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