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A veces pasa, cuando vemos algo cada día acaba por pasarnos desapercibido antes incluso de habernos parado a observarlo. Es un poco lo que les sucede a algunos vecinos de Pacífico con la Nave de Motores: ese gran edificio de ladrillo y ventanales de principios de los años 20 del siglo pasado, que se puede visitar con guía sin pagar ni un euro.
“Los viernes por la tarde, los sábados y los domingos por la mañana, mediante cita previa”, especifica Luis María González -responsable de Andén 0, Red de Museos de Metro de Madrid- mientras nos abre la puerta a del recinto. Desde aquí salía energía suficiente para que el Metro no se parara, aunque hubiera un fallo en las tres empresas eléctricas que se encargaban de su suministro. Era el año 1924 y la población de Madrid apenas superaba los 400.000 habitantes.
Al lado de la nave, que hasta el año 62 funcionó de manera ininterrumpida, tres chimeneas asoman por el suelo mojado, como setas gigantes. “Por aquí salían los gases de los depósitos de gasoil con los que funcionaban los motores”, explica. Detrás, se encuentra “La Casa de los Gatos, donde vivía el ingeniero jefe”. La edificación alta y estrecha, y la forja azul claro que remata su entrada remite a esos “hoteles modernos” de hace un siglo.
Choca la inmensidad industrial en mitad de un barrio de tienda pequeña y carro de la compra. Los tres enormes motores negros con sus bobinas de cobre reciben la luz que atraviesa los ventanales y podemos escuchar nuestros propios pasos. Una atmósfera muy distinta a la que vivían los trabajadores de la nave, cuando el ruido era tan ensordecedor que apenas se podían comunicar. “Eran 15 personas por turno y vivían en este mismo edificio, donde ahora se encuentran las oficinas de los sindicatos y el comité de empresa”, explica nuestro guía.
Se conservan los cubos para “trapos sucios y limpios”, como rezan sus carteles en alemán, lugar de procedencia de los tres motores de segunda mano -“son de transatlántico, han surcado mares”, nos cuentan- y todos los detalles del puente de mando. Pero sobre todo, se percibe “la huella dactilar” de Antonio Palacios, ingeniero de Metro durante sus primeras décadas. Las cenefas cobrizas reflectantes con el sol alrededor de toda la nave, los símbolos del rombo con mosaico de azulejo y la estructura misma del edificio merecen una visita por sí solas.
A 300 metros, en la estación de Pacífico, se esconde una cápsula del tiempo. En el andén de la línea 1 dirección Pinar de Chamartín, nos abren una puerta mimetizada con la pared del andén. Dentro, azulejo blanco biselado, motivos de ochos floridos de la Escuela de Cerámica de Sevilla, tres tragaluces cegados y un azul oscuro que remite al mar.
“Desde el 1923, cuando el Metro se amplío de Atocha a Vallecas, hasta la década de los 60, cuando los trenes cambiaron su tamaño”, miles de madrileños y sus historias cotidianas cruzaron este vestíbulo histórico.
La estación de Chamberí, la estación de Chamartín y Los Caños del Peral, en Ópera, son algunas de las visitas que ofrece Andén 0, totalmente gratuitas para los cientos de miles de madrileños que usan el Abono Transporte. El resto, únicamente tendría que abonar el precio del billete sencillo (1,5 euros).
Para los que sean más de autobús que de metro y les guste de vez en cuando hacer de turista en su propia ciudad, existe otro plan divertido que solo cuesta el precio del billete. La Empresa Municipal de Transportes (EMT) explota 219 líneas en toda la ciudad, y al menos tres de ellas merece la pena recorrerlas alguna vez, sin destino concreto.
Como muchos madrileños sabrán, el 37 sale de Puente de Vallecas y acaba en Cuatro Caminos, pero entre un punto y otro se puede observar un festival de arquitectura propia de un bus turístico. La estación de Atocha y la plaza de Carlos V, el Paseo del Prado, Neptuno, La Cibeles y la Biblioteca Nacional son algunos de los lugares icónicos que nos saludan al pasar. Algo parecido pasa con el 2, que atraviesa la ciudad de Este a Oeste, desde Manuel Becerra hasta Guzmán El Bueno. En este caso, el Parque del Retiro, la Puerta de Alcalá, Callao o Plaza España son las paradas emblemáticas de nuestro tour.
Pero si queremos conocer el Madrid más monumental hay que coger el 3 en Puerta de Toledo. Cuando contemples la iglesia San Francisco el Grande, la Catedral de la Almudena, o el Palacio Real de un tirón, calentita y sin dejarte un riñón sabrás que te has pasado la ciudad.
Prácticamente todos los museos de Madrid tienen, al menos un rato a la semana para quienes quieran visitarlos de manera gratuita. Pero además, la oferta de nuevas exposiciones temporales es interesante y continua. En este sentido el 2023 arranca especialmente interesante en el Palacio de Cristal y el Palacio de Velázquez, ambos en el Parque del Retiro y dependientes del Museo Reina Sofía.
El dúo artístico suizo-alemán de Pauline Boudry y Renate Lorenz han ideado una obra especialmente pensada para el Palacio de Cristal, donde los espejos, el humo, y la misma estructura del palacio remiten a “la Ilustración”, “lo queer”. La voz de la cantante Aérea Negrot llevará al visitante de un lado al otro del recinto acristalado, como en una “coreografía” hasta el sábado 9 de abril.
Igual que el Palacio de Cristal, el Palacio de Velázquez merece la pena la visita tan solo por lo que ofrece desde el exterior. La construcción neorrenacentista de hierro, ladrillo y azulejo entre la vegetación del parque sorprende casi siempre. En este caso y hasta el 16 de mayo de 2023, además alberga en su interior un interesante y colorido recorrido. Manolo Quejido es un pintor sevillano, miembro destacado del movimiento Nueva Figuración Madrileña y ahora se puede disfrutar de una exposición retrospectiva de todo su trabajo. Medio siglo de "pintamientos", color y crítica social.
Corrala: “en Madrid especialmente, casa de vecindad antigua constituida por viviendas de reducidas dimensiones a las que se accede por puertas situadas en galerías que dan a un gran patio interior”. Así describe la RAE uno de los escenarios icónicos de la vida popular madrileña. Aunque algunas corralas siguen cumpliendo el cometido con el que nacieron y por eso mismo es difícil visitarlas, hay algunas a las que sí nos podemos asomar a coste cero, para fantasear con ese Madrid antiguo del que no hace tanto.
Del primer grupo, de las que aún sirven para que la gente viva, es la Corrala de Sombrerete. Se encuentra en pleno Lavapiés, entre la calle Sombrerete y la calle Tribulete, sin embargo, la mejor vista la podemos encontrar desde el número 1 de Mesón de Paredes. A tres minutos de la estación de metro caminando, aguanta un reducto de lo que era hace décadas la vida en el centro de la ciudad: aún hay ropa tendida y vecinas en bata asomadas a la galería. Construida en 1872, resultó fuente de inspiración para la zarzuela La Revoltosa, y fue declarada Monumento Nacional en el 77. Nosotros, podemos verla sin gastar ni un euro.
No muy lejos de allí, en la calle Carlos Arniches, se encuentra el siguiente punto de nuestra ruta. Este edificio, que se construyó “en torno a 1860” y que estuvo habitado “hasta mediados de los años 90, momento en el que el deterioro del inmueble hizo necesario su desalojo”, ahora alberga el Museo de Artes y Tradiciones Populares y el Centro Cultural La Corrala, de la Universidad Autónoma de Madrid. Trajes tradicionales, instrumentos de trabajo, joyas o incluso cabezudos nos llevan de viaje gratuito por el Madrid antiguo.
Menos de diez minutos de paseo hacia la Latina separan la Corrala de la ‘Posada del León de Oro’, un hotel boutique emblemático en el mismo corazón de la ciudad. Simplemente en su bar se puede acceder a la estructura a esta corrala de principios del siglo XIX. Además, se conserva una parte de la muralla cristiana del XII, que atraviesa el edificio de lado a lado.
La Tabacalera es quizá, el centro autogestionado más ilustre de Madrid. Sus actividades llevan años siendo todo todo un evento entre los vecinos de Embajadores y los visitantes frecuentes del barrio, y tienen algo en común: son abiertas y gratuitas. Los micros abiertos organizados por Escaparate de Poesía, las proyecciones de Cineforum y las actividades relacionadas con la danza de Molino Rojo son algunos de los eventos recurrentes de la Tabacalera, que continuarán en 2023.
Pero hay vida en los espacios autogestionados más allá de Embajadores, en la Eko de Carabanchel, los lunes hay taller de taichí a las 19.30, y de capoeira a las 20.30; y los jueves se practica yoga a las 16.30. A quien le apetezca más la meditación, la costura o la lectura, se pueden acercar a probar a la Escuela Popular de Prospe. Y, para los madrileños con un clown dentro, La Horizontal de Puente de Vallecas, cuenta con cursos a un precio económico.
Para los amigos de la vida contemplativa, la capital reúne diversos lugares a los que poder ir a pasar un buen rato, simplemente, oteando el horizonte. En la mayoría de estos miradores hay que pagar y, aunque no es mucho, aquí nos hemos propuesto ir de gratis, así que vamos a centrarnos en un par donde es posible deleitarse con las mejores vistas de la urbe, pero sin euros de por medio. El más famoso de ellos es, seguramente, el mirador que está en la parte posterior del referido Templo de Debod. ¿Quién no ha ido alguna vez allí a ver cómo se pone el sol a lo lejos sobre la Casa de Campo? Es un imprescindible de Madrid, no solo porque es muy bonito, sino porque el ambientazo allí, sobre todo cuando hace buen tiempo, suele ser increíble.
Arrancamos con un poco de deporte. ¿Te imaginas cómo sería poder patinar por la ciudad sin preocuparte por los coches? Pues deja de imaginar porque esto ya es posible, al menos una vez al mes, gracias a la Madrid Friday Night Skate. O lo que es igual, una multitudinaria quedada sobre ruedas, gratis y sin ánimo de lucro, que suele tener lugar el tercer viernes de cada mes por la noche, después de que la Asociación de Patinadores de Madrid lograra, hace unos meses, que la autorizara la Delegación de Gobierno.
"Además de sostenible y cívica, es una forma lúdica y divertida de recorrer la ciudad haciendo deporte", nos comenta Álex Calderón, de la tienda 'Se Rueda' y uno de los organizadores, que añade: "Para unirse, no hay requisitos de nivel o edad, pero hace falta ser autónomo en la frenada y aguantar a ritmo medio el recorrido". La sensación de patinar por el centro de Madrid es impresionante. Si te quieres unir a la próxima, verás todos los detalles en la página de Facebook de la Madrid Friday Night Skate.
Si de algo puede presumir Madrid es de museos. Los hay de todos los colores y para todos los gustos. Y lo mejor de todo, debes saber que hay bastantes en los que puedes entrar sin pagar los 365 días del año. Uno de nuestros favoritos, por el encanto que tiene el lugar, es la Casa Museo Lope de Vega, en el Barrio de Las Letras, un delicioso viaje en el tiempo para adentrarnos en algunas de las estancias recreadas donde viviera este escritor del Siglo de Oro. Además del recorrido en sí por las habitaciones, la cocina o el jardín, el museo programa periódicamente un montón de actividades culturales relacionadas con él y con su época, como talleres, visitas teatralizadas... Ojo, solo se puede asistir a todo ello previa inscripción a través de su web, aunque todo es gratis.
Como también lo es el acceso al Templo de Debod, otra joya de la ciudad. Es un lujazo poder entrar en las misteriosas salas y ver de cerca los relieves de las paredes de un auténtico templo egipcio de casi 2.200 años, y ¡encima en Madrid! También son de acceso gratuito, dicho sea de paso, el museo de la Biblioteca Nacional, el Geominero, el de la Casa de la Moneda, el de ABC, el de Historia…
Ahora toca bailar. Y, ¿cuál es el baile que más de moda se ha puesto en los últimos años? El swing, sin duda. Tanto, que hay festivales, actuaciones en la calle, campamentos y, lo que más nos interesa aquí, clases gratuitas. Uno de los sitios donde se puede aprender sin tener que pagar es el mítico bar 'Traveling', en Lavapiés. Es acogedor y tiene cierto rollito vintage, así que esto del swing le viene que ni pintado. Y por eso, cada miércoles, además de pinchar esta música para que la gente baile a su aire, ofrece una clase gratis a cargo del profesor Andy Macgregor (a las 21.30).
"¡Aquí vais a aprender incluso alguna acrobacia!", anuncia en la presentación. Pero que no se asuste nadie porque, a pesar de eso, la clase está enfocada siempre a principiantes. Desde el inicio, Andy crea un clima simpático y cercano, de modo que las timideces desaparecen en el minuto uno y hasta los más cortados se lanzan a bailar. Por cierto, no es necesario ir con acompañante. Para estar al tanto de esta y otras actividades gratis sobre este baile que se cuecen en Madrid, MAD for Swing (Asociación de Swing de Madrid) tiene un calendario donde lo cuenta todo.
Para hablar bien una lengua, lo suyo es practicar. ¿Que no tienes ningún amigo guiri con quien hacerlo? Entonces lo mejor es que vayas a un local de intercambio de idiomas, donde podrás dar rienda suelta a tu don de lenguas (extranjeras) y, lo mejor, sin tener que soltar ni un euro (más allá de la consumición opcional). Aunque hay varios, uno de referencia sigue siendo Madrid Babel, que lleva 17 años al pie del cañón. Todo un clásico en estas lides, vamos. Sus dos intercambios semanales (miércoles y domingos a las 19.00 horas) se hacen en 'Star Studio The Canalla', en la Plaza del Carmen.
"Vienen personas de todas partes, pero lo que más se habla es inglés, italiano, francés, alemán, chino y portugués. La gente viene a practicar, claro, pero también a socializar y pasarlo bien", nos dice Gerardo Khaski, uno de los organizadores. Personas solas, amigos, estudiantes, turistas, profes de idiomas… Hay de todo y de todas las partes del mundo, así que el ambiente es de lo más cosmopolita y buenrollero. Cuando entres, verás un mostrador desde el que los organizadores te informarán de quiénes están hablando la lengua que te interesa. A partir de ahí, ya es cosa tuya.
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