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"Vengan, acérquense alrededor", cantaba Dick van Dyke a las puertas del parque, vestido de hombre orquesta, en Mary Poppins . En el umbral de los diez accesos a plaza Mayor de la capital se escuchan músicas parecidas. Entren sin miedo en este cuadrado histórico que, acomodándose a los nuevos tiempos, abre desde el 23 de noviembre. Hace unos años, muy pocos, se instalaban desde el primer fin de semana de diciembre hasta Reyes, pero se han impuesto las fiestas y el consumo, que venden risas y felicidad.
"Creo que lo más novedoso este año es el esquilador y los jugadores de cartas. Aunque los jugadores son del año pasado, pero me parece que ya los hay con movimiento en algún puesto" explica Conchita, una de las vendedoras de figuras de barro y artesanía que más años lleva viniendo a la plaza Mayor de Madrid en Navidad. Este año ocupa los puestos 29-30.
Esta mujer conoce bien a los maestros beleneros de España, especialmente todos los procedentes del Levante –Murcia en concreto– artistas que luchan contra la invasión de las figuras procedentes de los bazares chinos. Cada pieza de barro de talleres de artesanía como los de Griñán, Carlos Cuenca, Guillén, Galán, Alejandro Fernández y tantos otros, es una pequeña joyita que llevarte a tu pesebre año a año.
Durante los primeros fines de semana previos a las fechas navideñas es cuando más funciona la mezcla entre el sentimiento religioso de la Natividad -el nacimiento de Jesús en Belén con pastores, ángeles y demás evocaciones de la infancia- con la fantasía lumínica y la algarabia. Tras el 25 de diciembre, esto deriva hacia las juergas de fin de Año y la Noche de Reyes, donde triunfan las bromas, las caretas y las excentricidades.
Hasta entonces, se imponen pesebres y todos sus derivados católicos, junto a los adornos del árbol de Navidad. Ya sean las figuras en movimiento –lavanderas que restriegan la ropa, pescadores que sacan el pez del río– o las composiciones de estaciones nevadas con los patinadores deslizándose; la locomotora que llega a la estación muy a lo Harry Potter; relojes despertador que lucen como pisapapeles mágicos con Santa Claus dentro, rodeado de burbujas y purpurina, alternan con las cascadas de agua de tres pisos o las norias que mueven molinos y el agua cayendo.
Soraya se mueve como pez en el agua en su puesto –el 40– porque combina la diadema que va a ser el hit del mes, la del oso rosa con las orejas arriba y abajo gracias a sus coletas, con las figuras del pastor leyendo –"el libro hasta tiene letras y se ven" descubre una señora que aspira a la compra–. Tener dos puestos, con diferentes artículos, les asegura las ventas hasta las vísperas de Reyes.
Las máscaras del Joker –éxito asegurado tras la película– alternan con las de Trump o Rajoy en la caseta de Ana María (puesto 79), que está subida a la escalera colocando las diademas que mueven de todo. "Uyyy, chicos, tenéis más peligro que la caja de un bar", les dice a unos preadolescentes que rondan el mostrador. Después, se mete en el stand y aparece cubierta con una fantástica careta de látex. Total. "Made in México, por eso vale 35 euros. Pero si la tocas, es genial. El látex es tan bueno, que permite respirar a la piel y se puede hablar". La careta se llama Abuela Nany.
Quizá el puesto más kitsch de toda la plaza sea el de Mar. Bolas de muñecos de nieve iluminados; el Papá Noel en la locomotora de cristal repleto de burbujas; velas que nunca se apagan; faroles de luz con purpurina, luz y agua; guirnaldas y árboles de todos los colores, más los muñecos cascanueces, que junto a la estación de tren son "novedad de la temporada. La diferencia de precios que veis entre los de cristal, es porque unos tienen música y otros no". Estos mostradores –56, 57 y 58– recuerdan a un título histórico, viejuno: "Aquellos chalados y sus locos cacharros".
José Luis, uno de los hombres de redes en este @navidadplazamayor que cada año corre para no quedarse atrás, está instalando otra pieza única en los puestos de la plaza: se trata de "los pastores merendando, del taller de Galán. Solo lo tenemos nosotros, porque hay muy pocos". Estos mostradores –el 18 y el 19– tienen público permanente, gracias a que sus figuras en movimiento –y el tamaño– encandilan a turistas y nacionales, a grandes y a chicos. "Tenemos más de 40 grupos de barro que se mueven, pero no nos caben todos. Además de los jugadores de cartas, otras novedades como el reparador de sillas de enea, también se venderán".
Casi en la otra esquina de la plaza Mayor en Navidad están instalados este año David y Lino. Ellos tienen otra pieza única para el Belén, los tres fariseos. "Solo la tenemos nosotros, porque somos los que la hemos pedido. Es del taller de Carlos Cuenca", explica David, con su perro en brazos. Lino, feliz con la exclusividad, muestra también los castillos que fabrican ellos mismos, otro elemento para los amantes de los nacimientos.
La carcajada es inevitable. Descubrir a todos los políticos juntos, en cuclillas, genera una ola de hilaridad y complicidad entre los visitantes del puesto 66, 67, 68 y 69, que va en aumento tras pasar de Trump o Puigdemont a descubrir el cagón de Rosalía –nuevo este año, como Lady Bat– o el de Shakespeare dos escalones por encima del Joker.
"Los caganer de los políticos son los más vendidos, más incluso que los de los superhéroes, que todos los años arrasan –explica Amparo, la dueña del puesto–. Soy la única distribuidora de estos, los más famosos. Ah, y nos falta por llegar el del nuevo alcalde. Es curioso, porque el año pasado, el de Pedro Sánchez en funciones no se vendió tanto como esperábamos. Y sí, los vendemos a 16 euros, pero es el precio que marca el distribuidor", puntualiza, mientras coloca mejor al Joker, en una esquina y una señora se interesa por el del Papa Francisco.
Por supuesto, también vas a encontrar todos los juegos de luces habidos y por haber, con metros y metros de largo y decenas de colores, que siguen tintando de arcoiris la plaza. Pero hay una novedad más concreta, la que tiene Vidal (puesto 1): una bombilla única, de rosca para instalar en cualquier casquillo de la casa, con forma de corazón y lucecitas de colores dentro. "Sí, esta es la primera vez que la tenemos. Funciona", explica el dueño de la caseta.
Y ya, esta es una selección, mezcla de novedad, divertimento y artesanía con toques de mística navideña. Pero lo que está claro es que si en algún lugar vas a encontrar al espíritu de Scrooge barrido por "el viento del Este y la niebla gris" que traía a Mary Poppins, esa es la plaza Mayor de Madrid en Navidad.
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