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De la decoración de las mesas de los restaurantes están desapareciendo el salpimentero y los palillos mondadientes y han ocupado su lugar los reposacubiertos, las pinzas (que empezaron utilizando los cocineros de 'elBulli' para emplatar) y, tímidamente, la poubelle de table, o cubo para la basura de la mesa, un recipiente que se pone en el centro para desechar los desperdicios que vamos produciendo como, por ejemplo, las cáscaras de los moluscos o los caparazones del marisco.
Pero los que más éxito han tenido en su reaparición han sido los reposacubiertos o posa cubiertos, porque suelen ser piezas muy bien escogidas y prácticas. En ocasiones artesanales, de cerámica, metal o madera tallada, o bien pedazos de la naturaleza, como piedras, conchas o ramas esculpidas por el mar.
Los hallamos en establecimientos de todas las categorías, con diseños curiosos y a veces divertidos. Nos hemos encontrado tornillos enormes, peces tallados en conchas y azulejos valencianos antiguos.
Piezas que, en cuanto las vemos sobre la mesa, queremos tocarlas, sopesarlas o robarlas. Dicen que lo que más se hurta en los restaurantes son los cubiertos, pero también servilletas, toallas ¡y hasta las escobillas del wáter! Por lo que apostamos a que, cleptómanos o cazadores de souvenirs, van a lanzarse a por estas pequeñas piezas provocativas.
Después pasó a ser una pieza hecha de todo tipo de materiales, que utilizaban ya todos los comensales hasta el siglo XX, desapareciendo de las mesas hacia la década de los 50.
Pero les invitamos encarecidamente a que las dejen donde están, porque vienen a ayudarnos en eso de ser más sostenibles. En los restaurantes de nivel, los que cambian los cubiertos entre plato y plato, ahora se pueden dejar descansando sobre estos objetos que deben tener el tamaño suficiente para dejarlos cómodamente y ser pesados, para que no se muevan cuando los utilizamos.
Esta pieza que encontramos en la mesa de bienvenida se coloca a la derecha, con todos los cubiertos encima, tenedor, cuchillo y cuchara, en ese orden. Pero si somos zurdos, nos la tendrían que colocar a la izquierda. ¿Y cómo pueden llegar a saber eso? Pues preguntándolo, como hacen ahora al reservar, por si somos alérgicos o intolerantes, aunque complicaría todavía más la misión de hacer una reserva, es cierto.
Después pasó a ser una pieza hecha de todo tipo de materiales, que utilizaban ya todos los comensales hasta el siglo XX, desapareciendo de las mesas hacia la década de los 50.
Parece ser que el uso del reposacubiertos se empezó a dar a principios del siglo XVIII entre la nobleza, cuando el anfitrión, en la cabecera de la mesa, cortaba las piezas de carne ayudado por un cuchillo y un tenedor que después dejaba sobre un soporte, para no ensuciar el mantel, que solía ser de cerámica o cristal tallado.
Después pasó a ser una pieza hecha de todo tipo de materiales, que utilizaban ya todos los comensales hasta el siglo XX, desapareciendo de las mesas hacia la década de los 50.
En la China antigua también se utilizaban soportes para palillos, que han sobrevivido hasta la actualidad, y que encontramos en casi todos los países de Oriente para uso doméstico y en los restaurantes, incluso los hemos visto en las pizzerías. Porque los palillos tampoco se pueden dejar sobre la mesa; mientras se come, se pueden dejar sobre el plato y entre plato y plato, sobre los soportes. A los turistas incluso nos aconsejan que los dejemos sobre la funda de papel que llevan los palillos desechables, previamente enrollada hasta conseguir un rulo.
El diseñador Martí Guixé, cuestionando nuestros hábitos gastronómicos, dice que seguimos comiendo con cubiertos porque la comida no está bien diseñada y propone nuevas formas de alimentación adaptadas a las formas de vida actual. Imprimió en 3D una versión innovadora del pan con tomate, con una divertida receta que incorpora el pan, la sal y el aceite dentro del tomate y que permite a los trabajadores de las oficinas comer delante del ordenador, sin cubiertos y sin mancharse, lo que resulta más higiénico y más sabroso, porque los bocados están recién hechos.
Entonces, ¿cómo van a ser las mesas en el futuro?
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