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Cómo es posible que nos hayamos acostumbrado, sin casi darnos cuenta, a que el libro apenas aparezca en otros ámbitos culturales. Nos hartamos de leer novelas en las que los protagonistas son escritores y nos sorprende que en una película los personajes lleven libros, tengan libros junto a la cama, lean…
Es tan poco habitual que no recordamos cuál fue la anterior película en que también vimos libros de forma recurrente. Nos pasó viendo Dolor y gloria de Almodóvar y, antes de salir del cine, ya cruzábamos los dedos para que los espectadores, aún con la sala a oscuras, estuvieran pensando en acercarse a una librería para preguntar por El cordero carnívoro de Gómez Arcos, o por alguno de los otros libros que aparecían en la película.
Para que el libro esté siempre lo más presente posible desde 'Tipos Infames' aprovechamos la mínima ocasión para hablar de ellos con entusiasmo y tratar en esta ocasión de que algunas de nuestras últimas lecturas viajen con vosotros en el equipaje de vuestras escapadas.
Aquí van unas cuantas obras tan buenas como breves para que no haya excusa posible. Algunos de estos libros cortos para leer en un fin de semana caben literalmente en el bolsillo de la gabardina (por si llueve), y su tamaño hace compatible la lectura con las largas caminatas por el campo o con perderse por centros urbanos tan masificados (o no) por turistas (como nosotros). Pero también compatibiliza la lectura con las siestas, la lectura con las comidas familiares y las largas sobremesas con amigos…
B de birra de Tom Robbins (Ed. Underwood) nos cuenta la odisea a escala de la protagonista de casi seis años para investigar la inusual costumbre adulta de beber ese sospechoso líquido que les acompaña en tan variadas ocasiones. Tras su primer y amarguísimo trago de cerveza, Gracie Perkel se empeñará en mirar de forma trepidante y sospechosa el aburrido mundo de los adultos. Este brebaje se puede leer entre torrija y torrija, y empiezan a notarse sus achispeantes efectos desde las primeras páginas. Y no incita al alcoholismo, sino que fomenta la lectura.
Paprika Johnson y otros relatos, de Djuna Barnes (Ed. La Navaja Suiza), recupera una autora imprescindible para las mesas de novedades. Relatos con un estilo tan indiscutible como el que ella lucía en las icónicas imágenes que la han retratado para la posteridad, y en los que plasma a una nueva mujer que hace y deshace en esa Babilonia apocalíptica que es la Norteamérica más moderna en las primeras décadas del siglo XX.
En la prosa de Barnes, poderosas imágenes mezclan el brillo mundano de la bohemia con la peculiar luz de los desheredados que habitan sus relatos. Si no pensáis hacernos caso, creed en las recomendaciones de James Joyce, Carson McCullers, Anaïs Nin o William Faulkner.
Hay primeras obras que se reciben como si uno llevara tiempo esperando algo sin saber ponerle nombre. Y este es el caso de Los mejores días (Ed. Las Afueras), los cuentos de la escritora argentina Magalí Etchebarne que, con una prosa precisa y unos temas que permiten mirar la realidad cotidiana desde un lugar peculiar, conducen al lector hacia una revelación silenciosa, un instante que deslumbra en medio de esa domesticidad a las mujeres que protagonizan estas historias.
Familias con peculiaridades de todo pelaje ("Las mujeres en esta familia no engendran a sus hijos, se los traen de lugares", así se inicia el primer relato), parejas de ancianos en unas vacaciones eternas, buenas madres… en un libro que pondremos con gusto en nuestras estanterías junto a los de autoras como Aurora Venturini, Lorrie Moore o Clarice Lispector.
Tan breve como inolvidable es la novela de Jane Smiley La edad del desconsuelo (Ed. Sexto Piso), un dardo envenenado sobre el anhelo de felicidad y las muchas calles cortadas en la práctica diaria del amor, la convivencia en familia, la paternidad, el trabajo… Dana y Dave son un matrimonio con muchos de sus deseos de juventud cubiertos, pero la felicidad es inasible y la catástrofe parece estar siempre al acecho de cada página: "Nunca más volveré a ser feliz", le dice ella en las primeras páginas del libro, pero él opta, en varios momentos de los días en que transcurre la novela, por escurrir el bulto, no responder a su mujer o hacerse el dormido como si no hubiera oído nada.
La edad del desconsuelo le pone nombre a esa acumulación de fracasos y alegrías acumuladas con el tiempo, equívocos y desengaños con los que uno tiene irremediablemente que convivir. Pero esta no es una novela desoladora, sino que Jane Smiley sabe inocular las dosis de veneno adecuadas para que el lector encuentre ciertos reflejos, pero también disfrute de pasajes decididamente divertidos.
Ahora que hay tantos libros reivindicando el verbo y la práctica de caminar y que tras alguna pantagruélica comida (torrija incluida) muchos tendrán a bien recomendarnos un buen paseo, nosotros nos llevaríamos como mínima carga para estirar las piernas sin destino fijo las 80 páginas de Señor de las periferias (Ed. Pre-Textos), libro en el que Jesús Montiel escribe una biografía literaria del escritor Robert Walser, el poético retrato de una época y de un hombre que no quiso encajar en ella. En Walser su anhelo de amor desde la infancia consigue explicar mejor que nada su manera de escribir, sus constantes paseos y el porqué de su abandono de la escritura.
Todo en este escritor va a la contra del desvío acelerado y deshumanizador del mundo desde finales del siglo XIX, y en su búsqueda del verdadero tiempo; él prefiere la lentitud fuera de la agenda a la urgencia de su siglo, la naturaleza a la mecanización y a la mercantilización. Y así le fue, que diría una madre. Sin reconocimiento y en soledad, pero quizá desde ese margen pudo sentir que su derrota era definitivamente su gran victoria, y fracaso tras fracaso, hicieron de Walser el gran maestro del oficio de no ser nadie y desaparecer.
En camping-car (Ed. Anagrama) son los recuerdos de Ivan Jablonka sobre las vacaciones de su familia en los años 80, recorriendo en una autocaravana Volkswagen ciudades de Portugal, España, Italia, Grecia, Marruecos, Turquía… y que arranca con el grito desgañitado de su padre para obligarles a disfrutar de las vacaciones, de las circunstancias y de todo lo que le rodea: ¡Sed felices! Y en ese grito radica una gran parte de las claves de la reflexiones de este libro, porque uno es feliz a través de otro.
Memoria, libro de viajes, relato de aprendizaje y aventuras, este libro es retrato de uno mismo para avanzar hacia lo colectivo y universal. La historia parte de la experiencia personal de esas familias reunidas en autocaravana a la búsqueda del sitio ideal e idílico donde detenerse para lograr despertar en el lector esos recuerdos olvidados. Como quien descubre un objeto inesperado traído del pasado y que, como souvenir de aquella infancia, nos acerca a aquellos inolvidables días de fulgurante felicidad y amor.
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