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El virus sigue circulando descontrolado y el número de personas afectadas aumenta cada vez más rápido. El público está cada vez más concienciado y no solo usa la mascarilla por la calle, sino cuando está en una cafetería tomando algo con los amigos. En estos momentos en los que el virus ha mutado en cepas más agresivas y contagiosas surge la duda de si las mascarillas que hasta ahora estábamos utilizando son lo suficientemente protectoras.
Las partículas del virus SARS-CoV-2, según estudios científicos recientes, se dispersan principalmente a través de aerosoles pudiendo permanecer entre una y dos horas en el aire. Estos aerosoles pueden penetrar en ciertas mascarillas que no cumplen con los estándares exigidos o que no están diseñadas para proteger contra dichas partículas.
Un dato muy importante y que a menudo no se tiene en cuenta es la fuga hacia el interior de la mascarilla, es decir qué cantidad de aire se cuela dentro de ella. Por ello, seleccionar bien el tipo que se utilice es indispensable. De hecho, la efectividad de ciertos modelos está cada día más cuestionada, sobre todo su uso en ciertos lugares públicos.
Pero… ¡que no cunda el pánico! Hay muchos modelos de mascarilla FFP2 y de mascarillas de tela con estilo para poner sobre ellas con el nivel de sofisticación y diseño necesario para seguir enganchando a todos aquellos que han encontrado en este protector accesorio, una herramienta de autoexpresión.
La boutique de 'Faith' en la comercial calle Fuencarral de Madrid es una de las más visitadas. Sus propuestas aportan tranquilidad gracias a su certificación UNE 0065 registrada por la Unión Europea, pero además son ligeras y ajustables a cada rostro. Y lo mejor son sus estampados: jarras de cerveza, cintas de cassette, donuts, joysticks, piezas de Lego, grafitis… capaces de hacer sonreír a los más exigentes. Eso sí, para ir mejor protegidos, mejor poner una mascarilla FFP2 debajo. Toda precaución es poca.
Las telas japonesas de algodón en color índigo y blanco emblemáticas. Hay muchos estampados significativos, como el 'Seigaiha', un motivo que se ha utilizado en kimonos, papel o cerámica durante cientos de años. Este motivo decorativo representa las olas del océano dibujadas con forma de abanico. Su nombre deriva de una pieza de gagaku (música clásica japonesa que se interpretaba en la corte imperial) titulada Seigaiha. Los que la bailaban solían vestir con ropa que llevaba este diseño. Otro de los estampados más singulares de Japón es el Shibori, una especie de tie-dye del que existe una inmensa cantidad de formas. En el proceso, la tela se puede unir, coser, doblar, retorcer o comprimir para tratarla con tinte. Como resultado se obtienen unos patrones de teñido diferentes. Las mascarillas con esta técnica son poco vistas.
Las mascarillas FFP2 homologadas no solo se venden en aséptico color blanco. Existe una amplia gama: verde, rosa, rojo, amarillo, violeta, azul, negro… algo que nos permite practicar la colorterapia ¿Y qué es? La colorterapia (o cromoterapia, que también es así conocida), se basa en la teoría de que los colores pueden influir en la mente de las personas y hasta en su cuerpo. Por ejemplo, el amarillo pone la mente y el cuerpo en estado de alerta por lo que activa el sistema nervioso. Hace que se esté más atento y favorece el aprendizaje. El verde se recomienda para personas hiperactivas o nerviosas ya que regula el ritmo cardíaco y respiratorio. El azul transmite paz y tranquilidad, relajando poco a poco a quien esté expuesto a él, mientras que el violeta es un tono muy espiritual, que invita a meditar e imaginar.
Aunque en estos tiempos las bodas se han reducido a la mínima expresión, hay novias que han pensado en la mascarilla como un accesorio tan importante como el velo o el ramo. En los primeros meses de la pandemia, la industria nupcial, con firmas como Armatta, Katie May, Miguel Marinero, Fernando Claro, Claire Pettibone… a la cabeza, se puso manos a la obra creando mascarillas en telas lujosas como encaje, guipur, seda, mikado, lino o satén y enriquecidas para ese día especial con bordados, brocados o pedrería. Incluso está tomando auge la creación de mascarillas a medida para los contrayentes, lo que permite integrarla al resto del vestuario. Aunque llevan filtro, lo mejor es poner una mascarilla FPP2 debajo para que la protección sea doble.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Keele (Staffordshire), relaciona el estrés con el acto de maldecir o insultar. Según el informe, los orígenes de gritos e improperios son reacciones ante el miedo y, si conseguimos nuestro objetivo al alejarnos del peligro, la tensión cederá. A estas alturas de la pandemia, quien más o quien menos ha lanzado un exabrupto contra el virus o la mascarilla. Pues bien, hay modelos con la ofensa escrita en la propia mascarilla. Eso sí, muy recomendable poner una mascarilla FFP2 homologada debajo.
¿Quién no ha bajado a la calle sin mascarilla? Un peligroso despiste nos ha hecho volver a casa o entrar en una farmacia a comprar una lo más rápido posible. Pues bien, para aquellos reincidentes a los que el percance les ha pasado más de una vez, hay camisetas con un llamativo cartel en amarillo con las letras FFP2 estampadas. Así, será imposible volver a olvidarse de ponerse la mascarilla.
La moda española sigue apostando por las mascarillas con estilo fabricadas en tejidos de calidad para colocar encima de la mascarilla sanitaria FFP2 cuya silueta, más picuda y redondeada a los lados, es muy diferente a las quirúrgicas, más planas y abiertas a los lados. Miguel Marinero trabaja las mascarillas en lino, tanto en colores lisos como estampados, mientras que la firma Atelier Aletheia las produce en seda y en colores lisos.
Durante los primeros meses de la pandemia, en plena desescalada, hacer deporte era una de las excepciones para no llevar la mascarilla, siempre y cuando se cumpliera la distancia de seguridad entre personas. Esta norma muchas veces es imposible de cumplir y es muy desagradable sentir la respiración agitada del atleta en el cogote. Aunque muchos todavía salen a hacer deporte sin ella, muchos médicos han recomendado su uso por lo que no queda otra que apelar a la responsabilidad individual. Ya hay mascarillas de marcas deportivas, un plus si se sale a correr hecho un pincel.
Ahora que la primavera está a la vuelta de la esquina no está de más buscar modelos con estampados alegres y coloridos con un patrón apto para colocarse sobre una homologada FFP2. Las hay con el típico print de las camisas hawaianas, con el bogolan africano e incluso con escenas de animales, florales de rollo vintage y hasta selváticas. Un aliciente más para que no salga nadie a la calle sin la mascarilla.
El formato de las mascarillas FFP2 es mucho más pequeño que las quirúrgicas. Cuando están dobladas, las FFP2 se reducen a un cuadrado que fácilmente se puede llevar en un bolsillo o en la mochila y nos pueden salvar la vida (literal) si se rompe la goma de sujeción de la que llevamos puesta. En el mercado ya hay muchos recipientes para llevar una mascarilla FFP2 de recambio. Las hay de plástico, de silicona y hasta de tela. Incluso, si somos mañosos, podemos dedicar una tarde a fabricar una propia.
Todo tiene un principio y un fin y la crisis de la COVID-19 terminará tarde o temprano. Ya hay en el mercado camisetas y sudaderas con el típico eslogan de "Yo sobreviví a la COVID-19" pero uno de los accesorios más originales y apetecibles es una bolsa con forma de mascarilla FFP2. Gracias a su tamaño y capacidad, puede servir perfectamente para las salidas de fin de semana que hagamos en el futuro.
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