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Dicen que en una mesa bien puesta debe reinar una absoluta armonía entre los cubiertos, la cristalería, el mantel, la servilleta, los cubiertos o los adornos pero, muchas veces, no disponemos del tiempo y del presupuesto necesarios para conseguir una escenografía digna de las páginas de una revista especializada. No hay problema, con ingenio y ganas se puede montar una mesa acogedora con la que agasajar a los comensales.
En líneas generales, las reglas del protocolo son estrictas a la hora de colocar el instrumental pero no en cómo debe de ser. Por ejemplo, la servilleta deberá estar perfectamente doblada sobre el plato o a su izquierda. En cuanto a los cubiertos: los cuchillos y la cuchara se pondrán a la derecha y, a la izquierda, el tenedor. Más alejados, el recipiente para el queso, la mantequilla o las salsas de acompañamiento. Las cucharillas de café se pueden situar aparte, con las herramientas para el postre. Y, aunque es aconsejable utilizar cubiertos distintos para platos distintos, si no tenemos suficientes, los invitados usarán sin discusión los dos cubiertos para los platos sucesivos.
Hay que tener presente que decorar una mesa es como tener un lienzo en blanco a nuestra entera disposición, en el que daremos rienda suelta a nuestras dotes artísticas y de estilo. Aunque, para que resulte simétrica y agradable de ver, los expertos interioristas tienen tres principios para conseguir la mesa perfecta. El primero es centrar la decoración en cada sitio, o sea, recargando con ornamentos la zona de platos, cubiertos, copas y alrededores; la segunda, consiste en disponer los aderezos por toda la mesa, o sea, aquí y allá algún detalle no demasiado grande y, la tercera, consiste en acentuar la línea central del espacio poniendo un poderoso y espectacular adorno justo en la mitad de la mesa.
Piñas secas, ramas de acebo, musgo, frutos, nueces, hojas de palma, platos de madera… La naturaleza se pone a nuestra disposición para crear unas mesas sencillas, rústicas y, sobre todo, sorprendentes. Lo natural está de moda y no solo para vestirnos sino también a la hora de decorar la casa. Cada vez buscamos dar un sentido práctico a las cosas dejando la estética en un segundo plano y, si es respetuoso con el medio ambiente, mejor.
En estos casos, lo más recomendable es optar por una vajilla de usar y tirar y, en el mercado, existen artículos que destacan por sus texturas, tonalidades y calidez. "Cada vez salen nuevos y más variados objetos –asegura Amelia Díaz Lafuente, de 'Cocottó'–. Y son tan bonitos los materiales: kraft (a base de papel de estraza), madera, bambú… que necesitan poca cosa para lucir estupendos".
Los cumpleaños y las comidas familiares son los momentos estrella para este tipo de cacharros porque, además de ser muy resultones "son muy resistentes y te permiten recogerlo todo en un periquete", puntualiza Amelia. Así, se ensucia poco la casa y se tiene más tiempo para jugar a las posteriores partidas de naipes o al cántico de villancicos.
En cuanto al embellecimiento de la superficie, tenemos muchas posibilidades al alcance de la mano, es más, al paseo por el parque que habremos dado esa mañana e implicando a toda la familia en la recogida de hojas caídas, trozos de madera o tallos de plantas.
Podemos apostar por las flores, ya sean secas o frescas (eso sí, siempre de tallo corto poco perfumadas, para no marear a los comensales) y así crear un gran centro que poner en el medio de la mesa o en pequeños cestos repartidos acá y allá. Incluso, jugar con las coloridas verduras y formar sobre grandes hojas de palma espectaculares composiciones donde nueces, avellanas o almendras (con su cáscara), hojas de kale, lombardas o granadas quedan tan resultonas e impactantes como las rosas o las peonías.
Además, son reutilizables porque los membrillos que han presidido por la noche la cena de gala a la mañana siguiente acabarán convertidos en una dulce compota. Los colores característicos del periodo navideño son el rojo y el verde por lo que utilizar dulces caseros como rosquillas adornadas con cinta roja pueden ser un elemento curioso.
Y ya que apostamos por la rusticidad lo mejor es no poner mantel sobre todo, si la mesa es de madera porque es el material más cálido y típico de estas fechas. Salpicar las esquinas y los espacios desnudos con algunas estrellas o discos de purpurina es una idea genial para dar luminosidad, después de todo, la gracia de los contrastes muy a menudo radica en lo inesperado.
Algo de lo que no nos debemos olvidar es de las velas. En vasos, cestas o barquitos podemos hacer unos estupendos centros con musgo, piñas o acebo y colocar una pequeña vela. Estos puntos luminosos crearán un ambiente mucho más íntimo a la velada. En una mesa familiar, donde el protocolo brilla por su ausencia, una idea divertida es poner tarjetas donde se siente cada comensal. Si se adornan con dibujos más o menos chistosos alusivos al acto o a los invitados (si existe una sincera confianza) las risas están aseguradas.
Lejos de bajar a los chinos para comprar esas piezas de dudoso gusto que acabarán en la basura tarde o temprano, en casa atesoramos todo tipo de cachivaches que nos ayudarán a crear una mesa con personalidad. No todo el mundo tiene una mantelería de hilo bordada a mano heredada de la bisabuela, una figura de Lladró o una vajilla de Sargadelos. Nadie tiene la obligación de tener objetos valiosos para adornar la mesa, pero lo que sí es seguro es que en casi todos los hogares hay un florero, unos candelabros, unas servilletas de rollo étnico o una bandeja comprada durante la última escapada en un centro artesano.
No está de más usar cualquier adorno propio y vistoso que esté a nuestro alcance para la decoración de la mesa de navideña. Después de todo, los detalles ornamentales siempre están en función del gusto personal de los dueños de la casa, así como de la variedad, originalidad y abundancia de los objetos que puedan poseer y, sobre todo, de la imaginación como no, del gusto que tengan. Aportar un toque de creación personal constituye una pequeña atención hacia nuestros allegados. Detalles que no solo serán admirados, sino que seguro serán copiados. Con relativo poco coste, se pueden lograr sorprendentes efectos, basta un poco de arte, un poco de esmero y algo de entusiasmo.
El mantel forma parte esencial del aspecto que pueda ofrecer una mesa bien preparada. Aunque el blanco es súper refinado, los de color o de estampados pueden ser una alternativa hasta se pueden usar varios creando un sorprendente juego visual pero, en este caso, hay que procurar que los complementos armonicen con el tono predominante. Utilizar manteles individuales y caminos de mesa diferentes pueden ser un acierto, sobre todo, si queremos dispersar los adornos por toda la mesa.
Nuestra aliada seguirá siendo, como no, la vajilla de usar y tirar que, aunque no es tan lujosa como la de porcelana o la de loza, no tiene por qué quedar mal, al contrario, se gana en funcionalidad y eso es importante. Cualquier invitado olvidará el menaje reciclable o incompleto si se le ofrece a cambio buenos sabores, materias primas de primera y excelente compañía.
En cuanto a la escenografía, aquí prima "el más lo es todo". Mezclar figuritas de animales (ovejas, ciervos, pájaros, monos…) con vegetación, ya sea de plástico o natural, es una opción resultona. Lo mismo que usar recipientes (cestas de mimbre, botes de cristal, latas antiguas, bandejas de cerámica…) para crear pequeños centros en los que colocar alguna vela para té. Cualquier cosa vale. Incluso, puede nacer un hobby a su alrededor. Siempre podemos alentar a que nos regalen alguna pieza curiosa y a pensar en esta utilidad cada vez que se visite un taller artesano o un mercadillo moderno o de artículos de segunda mano.
No está de más que el buen anfitrión tenga algún detalle especial con los comensales sobre todo, en noches destacadas como Nochebuena o Nochevieja. Disponer delante de cada invitado o al lado de los cubiertos un pequeño obsequio, nada valioso sino algo simpático como una 'pulsera de la amistad' hecha a mano, un muñeco de plástico que defina la personalidad del invitado o unos cuantos bombones puede ser un agradable adelanto de la sorpresa que vendrá en el Roscón de Reyes.
Agradecimientos: 'Mirahostel', 'Cocottó' y 'Biopack Systems'.