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Podría ser el bodegón navideño preparado para un pintor, pero no. A David Henríquez -fundador de Floreale junto con Antonio Rodríguez- le costó menos de una hora montar esta belleza. Claro que detrás hay una pensada de días y muchos años de experiencia. Todo se come, menos las piñas. Las ardillas se adelantaron con los piñones, que también podrían estar repartidos sobre el mantel. Frutas como la granada y el membrillo, o las Malus (manzano) del Everest, dan para contar historias a chicos y a grandes, mientras lisonjean tu mesa.
Semillas de granada se encontraron en la tumba de Tutankamón -a los egipcios les encantaba esta fruta- y en las columnas del templo de Salomón había granadas pintadas. Igual que en los mosaicos romanos de Pompeya. Sobre los beneficios de su zumo se podría hacer un tratado. Ah, pero el membrillo no es menos noble. Ya lo verás.
Con los mismos elementos también puedes montar una romántica cena, un tú y yo para recordar. La vajilla y las copas de cristal no pueden ser más sencillas. A los membrillos, las granadas y las Malus añade un par de velas para poder engancharte de los ojos de quien tengas enfrente. Las velas pueden ser un engorro si hay niños en la mesa, pero como dice David, dan el toque final cálido, especial. Si no te atreves a ponerlas sobre el mantel, utiliza una ventana, una esquina, un rincón de fondo y agrupa un montón de diferente tamaño, de forma que sus reflejos repartan calidez a la reunión. No siempre se las ve, pero están ahí.
Los tonos de verde, más los frutos rojos del rosal y unas velas pequeñas en vaso -las menos arriesgadas- dan un resultado navideño precioso y al alcance de mucha gente. Si el centro que ves además lo colocas con ayuda de los chicos, habrás contribuido a la armonía familiar y a limar tensiones, dos objetivos perseguidos con ahínco estos días.
La piña con el nombre también se puede hacer en casa, una vez que vuelvas del paseo con todos los chicos y grandes. Dos equipos, uno poniendo nombres para sujetar en las piñas y otro preparando el centro de mesa y luego poner platos y vasos, darán mucho juego. Y por cierto, con este centro es imprescindible que tengáis cerca una mesa opcional para apoyar la bandeja del asado (los carritos de ruedas de los 60-80 ¡están de moda!) o un trinchero-aparador de los de la abuela. Evitaréis problemas con el anfitrión al grito de "¡quita todo eso del medio, hacedme sitio!" con la cazuela en la mano.
¡Feliz noche o día!
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