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Las mochilas han servido al hombre para llevar sus enseres desde el origen de su existencia y, aunque el nomadismo quedó atrás, ese espíritu viajero se instaló profundamente en su genética. Su evolución despunta en el siglo XVIII gracias a la parafernalia militar, aunque fue el alpinismo lo que la llevó a terrenos deportivos. Con la aparición del turismo, la mochila se convirtió en símbolo de aventuras hasta el punto de que con el término "mochilero" se definió al trotamundos que, con poco dinero y mucho tiempo libre, se dedicaba a explorar el globo.
La mochila de hoy sigue manteniendo la funcionalidad de sus orígenes, pero, gracias a las locuras estilísticas de los diseñadores y a la amplísima variedad de materiales existentes, lo mismo se la puede encontrar tanto en una parada de autobús en Los Andes como en un desfile de la Alta Costura de París.
No es exageración. Las grandes firmas de moda, desde Gucci hasta Hermés, les han otorgado el punto de lujo necesario para convertirse en sofisticadas alternativas de los bolsos. Las marcas emergentes de streetwear han buscado formas y texturas originales para crear piezas alternativas y unisex. Las casas especializadas en viajes cada vez tienen más presentes las necesidades de los aventureros; y ejecutivos y estudiantes han encontrado en ellas el mejor contenedor para llevar sus valiosos portátiles. Sí, las mochilas ya no son patrimonio de escolares y excursionistas sino una herramienta multiusos de la que proponemos varios ejemplos. Vayan reforzando lumbares.
Hacer un trayecto de larga o media distancia requiere de un buen equipo para no vivir un auténtico infierno. La mochila de un aventurero está curtida a golpe de sudor y kilómetros, por lo que cualquier trotamundos experimentado recomendará no escatimar euros a la hora de hacerse con un buen contenedor. Por ejemplo, es aconsejable que tengan un cierre que permita poner un candado porque, cuando se pernocta en las habitaciones compartidas de un hostel, nunca se sabe quién te va a tocar como compañero de cuarto. Es recomendable también comprar una que se adecúe a nuestra fisonomía (hay modelos específicos para hombres y para mujeres). Los expertos dicen que el equipaje no debe de pesar más del 1/6 del peso de la persona. O sea, que si se pesan 60 kilos, no hay que llevar más de 10 kilos a la espalda. El modelo que elijamos deberá de estar inteligentemente compartimentado (espacio para los zapatos, para la ropa sucia, para el botiquín, para los documentos, las llaves de casa…), y debe incluir una funda protectora para la lluvia e, incluso, una mochila plegable más pequeña para hacer excursiones de un día.
Este modelo está entrando con fuerza en los catálogos de las marcas especializadas en viajes y su esencia se basa en que son acolchadas y, si preferimos llevarla rodando por el suelo, solo hay que tirar del asa. Su ligereza y su tamaño la convierten en un mix entre un trolley y una mochila. Es perfecta para el turista que no quiere cargar con demasiado peso a la espalda o que, en determinadas ocasiones (al entrar en un hotel de varias estrellas o en el transporte público), no quiere dar imagen de aventurero o molestar a otras personas. Esta nueva variedad de contenedor –que evoca las mochilas escolares–, se abre completamente, como una maleta, lo que permite organizar muy bien el equipaje. Las asas de la mochila son de un tamaño que la convierten en una opción para las escapadas de fin de semana.
En el Rastro madrileño existen varias tiendas de curtidos donde se pueden encontrar pieles para marroquinería, además de productos ya manufacturados como cinturones, bolsos o botas para el vino. Pero también se ofertan mochilas (o morrales, en su definición más clásica) fabricados artesanalmente en cuero de diversos tipos (serraje engrasado, cabra, becerro o ciervo) adornado con repujados o filigranas en color claro e, incluso, ribeteadas con otro tipo de piel. Aunque están pensadas para los aficionados a la caza, fuera de su contexto (para aventura, festival de música, excursión, senderismo…) pueden resultar un accesorio diferente, alternativo y hasta elegante para llevar los objetos personales y hasta la comida, ya que son muy resistentes y aguantan las inclemencias del tiempo. Estas mochilas se caracterizan por tener una forma triangular, asas en piel para colgar de los hombros y una tira horizontal que los amarre al pecho. Cuentan también con uno o dos bolsillos en la parte exterior que son muy útiles para guardar el móvil o tener las llaves siempre a mano.
Ya sean con estampados llamativos o dibujos étnicos, las mochilas de tela (casi siempre en algodón) siguen siendo las favoritas para soportar las altas temperaturas estivales. A su favor es que son ligeras, tienen la suficiente capacidad para llevar el bocadillo o los enseres playeros y, si se ensucian, pueden ir directamente a la lavadora. Esta temporada destacan las fabricadas en felpa o rizo, un tejido que, sacado de su hábitat natural, las toallas, puede dar mucho juego. La calidad de este paño depende del hilo de algodón usado para tejerla. Cuanta más cantidad de hilo, más grueso y esponjoso será el tejido. La mochila confeccionada en felpa resulta agradable al tacto y, lo mejor de todo, absorbe la humedad de la espalda. Como adornos, un ribete de felpa de otro color y un bolsillo exterior de gran tamaño para tener a mano lo imprescindible. Están disponibles en una amplia gama de colores y tienen un aire retro setentero que las hace irresistibles a la hora de ir a un festival veraniego o a una fiesta piscinera.
A todos nos gusta llevar objetos únicos y exclusivos que digan algo más de nosotros. Accesorios que expresen nuestra personalidad o nuestro modo de vida y, ya puestos… ¿Qué mejor que una mochila? Lo suyo es hacerse con un modelo en tela de algodón, preferiblemente blanco, en el que demos rienda suelta a toda nuestra creatividad, gustos o inquietudes. Lo mismo sirve hacerse con un multicolor surtido de rotuladores de colores y utilizarla como lienzo, llenarla de chapitas, pins o parches, bordarla a mano, coserle todo tipo de fruslerías que encontremos por casa, pegarle trozos de tela en plan patchwork, colgarle llaveros por todos lados… En fin, cualquier cosa vale para crear en nuestro contenedor un imán que atraiga las miradas de los demás. El customizado es un arte para el que se necesita tener talento e imaginación.
A pesar de su antigüedad, la cestería nunca ha dejado de interesar al público y, en todo el mundo, se comercia con canastos en sitios turísticos, tiendas de artesanía, mercadillos e incluso, en boutiques. La cestería está más viva que nunca y, actualmente, se pueden encontrar múltiples modelos de bolsos, canastos, capachos, sombreros… fabricados en mimbre, junco o palmito. Parecía raro que un modelo tan funcional como la mochila no tuviera alguna versión en fibra vegetal, pero sí, también tiene su réplica natural gracias al trabajo artístico de algunos estilosos artesanos. Tanto en talleres de cestería como en tiendas de moda se encuentran modelos atractivos, no solo para llevar nuestros objetos personales o nuestras compras, sino también para tareas específicas relacionadas con el campo, como la recogida de setas, de frutos rojos o de especies arbóreas.
No hay nada más molesto a que se moje la mochila y que se empape, además, lo que llevemos en el interior. Equipos informáticos o fotográficos pueden quedar inutilizados por culpa de una inesperada tormenta o por haberlos guardado en una mochila inadecuada. Aunque existen asequibles y fáciles remedios caseros para impermeabilizar una mochila (aplicando con brocha una capa de parafina o silicona, utilizando alguno de los sprays impermeabilizantes que venden en las ferreterías o confeccionando nosotros mismos una capa en tejido impermeable, por ejemplo), existen en el mercado colecciones muy urbanas realizadas en tejidos altamente tecnológicos que permiten mantener nuestros objetos más valiosos a salvo de percances.
Ahora que llega el buen tiempo apetece montar un pícnic en el parque, hacer una excursión de senderismo o pasar una jornada playera con toda la familia. Existen muchos modelos de mochilas térmicas que permiten mantener las bebidas frías el mayor tiempo posible y, además, tienen la suficiente capacidad para llevar los tuppers con la comida hecha en casa, algo muy conveniente para aquellos que siguen una dieta determinada o sufren de alguna intolerancia alimentaria. En el mercado existe una amplia gama de estos contenedores específicos, desde los de tamaño grande (perfectos si se hace una excursión en grupo) hasta unipersonales. Las más aconsejables son aquellas que tienen bolsillos exteriores para meter cubiertos, servilletas o vasos reutilizables.
Los diseñadores de accesorios más alternativos e ingeniosos han logrado sofisticar el formato mochila a unos niveles tan atractivos que sus piezas se han convertido en una opción al bolso o a la cartera. De líneas mucho más refinadas y originales, los creadores han reinterpretado la mochila mediante el uso de materias primas diferentes y una estructura pensada a medio camino entre el arte y la funcionalidad. Con producciones a pequeña escala, este tipo de modelos (casi siempre solo disponibles en la boutique online de la firma o en ferias de diseñadores emergentes) resultan esenciales para aquellos que gustan de presumir de llevar objetos de diseño.
En el diccionario de la moda existe un neologismo que, en los tiempos que corren, resulta muy adecuado y esta palabra es upcicling. Este término hace referencia al reciclaje de materiales pero no solo en dar un nuevo uso a las cosas, sino en crear algo nuevo, y de mucho más valor, añadiendo ingenio, diseño y conciencia. Uno de los campos en los que más se ha extendido el upcicling es en los accesorios y, por supuesto, en la creación de mochilas. Por su naturaleza, muchas de estas piezas son objetos únicos, originales y diferentes. Modelos urbanos cuyo origen son neumáticos, lonas de plástico y hasta trajes de caballero.
Ya sea a base de trazos cubistas, impresionistas e incluso graffitis. Las mochilas pueden convertirse en una obra de arte portable. Hasta los grandes de la moda han sabido sacar partido a las colaboraciones con artistas contemporáneos y ahí están importantes piezas para atestiguarlo como las mochilas que Gucci transformó con los mensajes de Coco Capitán, o la colección que Loewe junto a William Morris, padre del movimiento cultural y creativo Arts & Crafts. Entre las casas especializadas existen también proyectos específicos como Eastpak, que en su Artist Studio ha llevado a cabo interesantes cooperaciones con firmas de moda de la talla de Jacquemus, Vetements o House Of Holland. En definitiva, mochilas únicas de las que presumir toda la vida y poder revender en subastas cuando nos encontremos en un apuro económico.
Las mochilas rectangulares están proliferando mucho entre los urbanitas de medio mundo por su practicidad y su estilo vanguardista. Esencialmente, se caracterizan por su plasticidad y su formato tipo 'sobre'. Estos nuevos modelos destacan por ser el contenedor perfecto para el portátil (y algo más) convirtiéndose así en una herramienta básica para ir a reuniones de trabajo. Con menos anchura que las clásicas, con ellas no se molesta a los demás pasajeros cuando se viaja en Metro o en autobús. Lo mejor de todo son sus diseños. Se pueden encontrar fabricadas en materiales diversos y múltiples tonalidades, con bolsillos interiores o exteriores, y con asas más finas que las convencionales. Una apuesta unisex para todos aquellos que quieren desmarcarse de la media.
No se llevarán los libros, ni la calculadora, ni los cuadernos pero sí tienen la capacidad suficiente para llevar el portátil, el monedero o las gafas de sol. Las mochilas inspiradas en las que llevan los estudiantes se han convertido en una positiva propuesta para el día a día y se pueden encontrar de múltiples estilos, acabados y materiales. Con formas redondeadas o angulosas, con mayor o menor capacidad, más o menos lujosas, múltiples bolsillos interiores y exteriores, asas acolchadas para no dañar los hombros… en definitiva, las todoterreno que están comiendo protagonismo a los bolsos.
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