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El concepto de evitar las barreras que se levantan entre el espectador y el arte parece recobrar sentido en estos días. El IVAM ofrece hoy todas las medidas de seguridad y de acogida para las visitas presenciales. Su reapertura no pudo ser más favorable: aunque se temía poca afluencia, hubo gente esperando antes de las diez de la mañana para entrar. "Se ha superado la primera fase de una época muy dura para la cultura por la cancelación de actos o eventos" –comentaba su director José Miguel García Cortés– y "este inicio positivo representa simbólicamente el camino para ir recuperando las instituciones culturales".
El IVAM ya se inauguró en su momento con vocación de modernidad, en unos años en los que coincidieron hechos que apuntaban a la multiculturalidad: la caída del muro de Berlín, el arranque de Internet o la primera campaña de visibilización de la pandemia del SIDA. Treinta años después, se enfrenta a un nuevo reto que servirá para repensar prácticas, valores y prioridades. Y es cierto que convendría plantear maneras de hacer y de ver las artes de acuerdo con los tiempos que se avecinan.
Sergi Pérez, gerente del museo, señala además que hay que mantener la guardia y que el derecho al acceso a la cultura tiene que hacerse conjuntamente con el derecho a la salud. Muchas normas, como las de higiene y limpieza tienen vocación de quedarse para siempre. ¿Y por qué no? En Valencia tenemos un gran museo que debe durar activo y con horizontes de futuro y, como hacemos con la salud de nuestros conciudadanos, este museo tenemos también que cuidarlo entre todos.
Este museo tan participativo se ha reabierto con distancias y mascarillas. Pero el contenido es el mismo. El arte no salva vidas pero ayuda a vivir, afirmaron sus gerentes. Quienes salvan vidas son los médicos y las enfermeras. Pero insistieron en un hecho importante, en que el arte ayuda a tener una vida más completa en los momentos más trascendentes. Precisamente para facilitar el acceso al arte y teniendo presente el lema del Día Mundial de los Museos 2020, "Museos para la Igualdad: Diversidad e Inclusión", el IVAM ha presentado dos cápsulas audiovisuales con las obras maestras del museo para personas sordas, comentadas en la lengua de signos española.
Normas para la nueva normalidad
Tanto el nuevo visitante como el habitual deben tomar un respiro tras su mascarilla y hacerse a la idea de que las cosas han cambiado: hay que olvidarse de la costumbre de "seguir al grupo" y sacar a relucir nuestro flamante civismo en esta nueva era. Las normas de higiene incluyen mecanismos de control de acceso tanto para los visitantes como para los trabajadores del centro. El aforo actual permitido se reduce a un tercio, aunque está previsto que al llegar a la fase III se amplíe el aforo del museo al 50 o hasta 70 por ciento, hasta alcanzar el cien por cien con la nueva normalidad.
El sistema de reservas se ha anulado, de manera que podemos acudir, de manera individual o con los acompañantes justos, sin necesidad de avisar. ¡No olvidemos que vamos a un museo, no a una romería! Por ahora, ha habido numerosas visitas, pero no ha habido molestas colas de espera. Varios adhesivos de color rojo señalan qué puerta es la que debemos utilizar para que el acceso y la salida del edificio se hagan de manera escalonada y con orden. Hay que leerlos bien y reprimir el viejo impulso consistente en zarandear todos los tiradores hasta que uno cede. Después de pasar el umbral, nos acoge una alfombrilla blanca impregnada en desinfectante, en la que el personal de vigilancia invita amablemente a limpiar las suelas de nuestro calzado.
Hay que fijarse, y siempre sin apresurarnos, en el suelo del amplísimo hall de entrada. Está acotado con bandas adhesivas rojas que, como una pista de aterrizaje, nos dirigen hacia las taquillas. Este pasillo está interrumpido a intervalos por otras bandas amarillas que señalan cuál es la distancia de seguridad que debemos mantener con nuestros vecinos de visita más inmediatos.
No hay que tener ninguna aprensión: los mostradores se limpian y desinfectan de forma continuada a lo largo del día y se dispone de los números de emergencias y hospitales o centros de salud cercanos, además de un termómetro sin contacto. Todos los elementos de uso (el teléfono, los ordenadores) se limpian y desinfectan al inicio y al finalizar el turno de trabajo.
Se ha provisto al mostrador de un panel de metacrilato a través del cual recibimos nuestra entrada especial al precio de cero euros, que incluye la contraseña para acceder al wifi gratuito. Con esta entrada se controla el aforo. Este será el único pedazo de papel que podamos tocar, porque los folletos, catálogos, guías y demás objetos de uso táctil están restringidos hasta nueva orden. Así que usaremos nuestros dispositivos móviles para informarnos de todo accediendo a través del wifi gratuito.
El IVAM proporciona gel hidroalcohólico para todo visitante. Hay treinta puntos, diseminados por todo el museo con este sistema de desinfección. El primer lavado de manos es el más importante y debe hacerse rigurosamente. Encontrarán el gel en un dispensador fijado en una peana blanca, antes de llegar a la taquilla; el museo facilita mascarillas y guantes al museo si fuera necesario, pero dependerá de su disponibilidad. Que todo el personal use mascarillas, desde los encargados de la entrada a los empleados que trabajan en las oficinas, no es una performance: garantiza que todo el recinto esté en un entorno no infeccioso. Ustedes no lo notarán, pero la ropa de los trabajadores del museo se lava a diario a una temperatura de 60 grados.
Un cartel informativo en la taquilla nos indica que el servicio de guardarropía ha quedado interrumpido. Pero se custodiarán mochilas y otros bultos como paraguas, que deberemos introducir nosotros mismos en bolsas facilitadas por el museo. A partir del mostrador vemos ya los recorridos para garantizar la distancia interpersonal y un orden en filas que evite aglomeraciones y cruces entre los visitantes. Si se fijan, el suelo de algunos espacios del museo, debido a las señalizaciones, recuerda vagamente a una estilizada obra del artista Keith Haring, tan aficionado a las líneas de movimiento y a las indicaciones.
Sean corteses y elijan con tiempo la galería que deseen visitar para no atascar los accesos. Las exposiciones actuales, debido a las complicaciones del traslado y del tiempo que todos los museos han permanecido cerrados, se mantendrán más allá del periodo establecido. Yo aprovecho para ver la de Contracultura cuya presentación me perdí en su momento, y que reúne a lo más canalla de la Valencia de los 60 y 80. Recordar la frescura y la frivolidad de esos años de música, bares y underground me causa ahora el efecto de un bálsamo.
El acceso a las plantas superiores uno y dos se puede hacer por solo un lado de la escalera, según se suba o se baje, pudiendo, si se elige este método, refrescarse la vista con el espectáculo del cielo de Valencia a través del amplio ventanal de la entrada. Pero que nadie se agobie. Se han establecido normas dirigidas a la ventilación diaria de las distintas áreas del museo.
También se puede subir usando los dos ascensores centrales del edificio. En estos últimos se debe mantener la distancia de dos metros. Compruebo su capacidad máxima y me alivia que se aplique la norma de no compartir los elevadores entre personas de diferentes unidades familiares o grupos. Además, para pulsar con seguridad, se ha colocado solución desinfectante junto al ascensor.
La entrada a los servicios precedida por el ya clásico dispensador de hidrogel desinfectante. Las puertas de entrada permanecen abiertas para evitar el uso continuado del pomo. Presentan un aspecto curioso: se han puesto fuera de servicio las piezas sanitarias intermedias, para asegurar el distanciamiento, así que en los tres lavabos contiguos, el central está inutilizado. Lo mismo pasa en los urinarios de hombres donde las mismas bandas de alerta en color amarillo y negro lo marcan y lo impiden.
De los dos retretes, uno permanece con la puerta abierta y la tapa levantada. En los espejos, unos carteles informativos explican, hasta que nos lo aprendamos, cómo desinfectarse las manos con jabón durante al menos veinte o treinta segundos. El IVAM cuenta con unos modernos secadores de aire automáticos que hace innecesarias las toallas de papel. Si prefieren estas y las llevan encima, hay papeleras accionadas con pedal para desecharlas. Se vacían regularmente y según su uso. Como se ha multiplicado por tres la frecuencia de limpieza y desinfección en todo el edificio, especialmente en las zonas para uso infantil, en el control de limpieza de las puertas de los baños compruebo que se realiza cumplidamente seis veces al día, desde las ocho de la mañana a las ocho de la noche.
Las pequeñas fuentes de agua fría con chorro están fuera de servicio. En casos de extrema necesidad –como en el caso de personas diabéticas– es conveniente proveerse de una botellita de plástico para hidratarse y llevarla en un bolsillo o en un bolso. Está prohibido beber en las salas, con objeto de proteger las obras, pero si fuera necesario pueden hacerlo en los pasillos.
Con la cámara de mi teléfono escaneo el código QR que hay en la entrada de cada sala. Por arte de magia, me aparece toda la información que preciso de su contenido. Y está disponible en inglés, español y valenciano. Si nunca han probado el exotismo oriental como método para ausentarse de los cánones tradicionales, visitar la Galería uno les ofrece la posibilidad de cambiar su máscara higiénica por un atractivo e inquietante velo. Una femme voilée (obra de Lehnert&Landroch) nos recibe para introducirnos en ese mundo de ensueños y paraísos a través de obras escogidas de Sorolla, Picasso o Klee entre muchos otros grandes maestros.
En la segunda planta está la galería seis, donde el artista alzireño Jorge Peris inauguró, el primer día de reapertura, su exposición Dark Man cabalgando a lomos del pájaro de fuego. Cinco esculturas a partir de antiguos enseres domésticos encontrados en cementerios de mobiliario, un proyecto específico realizado para esta galería. "Los de ahora, como tantos otros a lo largo de la historia, son tiempos donde merodea Dark Man. Tiempos bélicos, de gran confusión y extrema división", ha asegurado Peris. Me muero de ganas de saber quién es este "Hombre Negro".
Hay más exposiciones interesantes, así que de ninguna manera crean que van a estar solos en sus recorridos. Desde temprano las salas están concurridas por visitantes que vienen normalmente solos, en pareja o forman pequeños grupos de menos de cuatro personas. La cafetería está, por ahora, cerrada. Para la salida, se hace por los mismos pasillos de acceso que hemos recorrido, pero en sentido inverso. Como los guantes y mascarillas deben desecharse en función de su vida útil, antes de abandonar el museo hay dispuestas varias papeleras para hacerlo cómodamente.
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