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“Hace 38 años, cuando yo entré a trabajar aquí, había en el Casco Viejo cuatro paragüerías. Hoy solo quedo yo”, contenta Lourdes Leoz -“un apellido de origen navarro”, puntualiza-. Sí, ‘Leoz’ es única en su especie, por eso merece la pena hacer una parada y entrar para admirar los últimos modelos de este accesorio que, con la desertización, está abocado a desaparecer en muchas zonas del planeta. “Llueve muchísimo menos que antes y eso se refleja también en el número de ventas y en el cierre de fábricas”.
Traspasar el umbral de esta paragüería es toda una experiencia. A los lados, protegidos por cristales, se presentan los paraguas de bastón, tanto para hombre, como para mujer y unisex. Muchísimas opciones entre las que elegir y que Lourdes aconseja con sabiduría. “Estar detrás de un mostrador te da psicología”, apunta. En los cajones, los paraguas plegables de reducidos tamaños y a cada cual más coqueto.
Lourdes pertenece a la tercera generación de la tienda fundada en 1933 por Juan Leoz. Juan aprendió el oficio como empleado de una antigua paragüería pero, al cerrar el establecimiento por la defunción de la dueña, decidió instalarse por su cuenta en la actual ubicación de Belosticalle, al lado de la Catedral de Santiago.
Junto a él trabajaron sus hijos Fernando y Juan y, cuando se jubilaron, la gestión del negocio pasó a manos de Lourdes. “Mi padre me decía que tenía que estudiar, pero yo prefería estar aquí, en la tienda y en el taller, aprendiendo. Al final estudié, pero me dediqué al 100 % a la tienda”. Siempre ha sido un negocio familiar. “Todavía sigo atendiendo a clientes de mi aitite (abuelo)”.
Lourdes se instruyó desde niña no sólo en la venta, sino también en la reparación de paraguas, todo un arte y una sabiduría que ha sido requerida incluso en la restauración de objetos muy valiosos. “El Museo Etnográfico de Bilbao, que está a punto de reabrir sus puertas tras una remodelación, me pidió que restaurara una sombrilla del siglo XVIII”.
Pero no sólo eso, mucha gente le lleva sus paraguas para arreglar. “He notado que hay un cambio de mentalidad en la gente. Ahora, con el auge del reciclaje, no paro de reparar paraguas y me parece estupendo, porque no es tiempo de tirar las cosas y hay que cuidar el planeta”. Para hacer estas reparaciones, Lourdes dispone de un taller en la trastienda, donde trabaja con todas las herramientas con las que empleaban sus ancestros. También me muestra los destrozos que el agua hizo durante la terrible riada de 1983 y me cuenta cómo ella y su aita intentaron salvar todas las herramientas posibles.
Además de los utensilios, en el taller se encuentran tacos de varillas, conteras, extensores, bisagras, varillas, puños, telas impermeables, bastones… En definitiva, todos los elementos necesarios para reparar los paraguas. “Me cuesta mucho encontrar repuestos porque muchas fábricas han dejado de producir”.
En las estanterías de ‘Leoz’ hay firmas clásicas de Euskadi, como Espeleta, con sede en Oñati (Guipúzcoa). “Primero busco la calidad y, luego, la estética”. Cuenta con modelos espectaculares y algunos de ellos fabricados con materiales innovadores, como la fibra de carbono, que convierte el paraguas en un accesorio liviano aunque sea de gran tamaño.
Como la propia Lourdes dice: “No son paraguas para dejar en el paragüero de la entrada de un comercio, porque desaparecen”. Y, aunque no se venden tanto como los paraguas, ahora han empezado a popularizarse las sombrillas, gracias a las olas de calor que hemos sufrido. “Se están convirtiendo en un complemento más”, puntualiza.
Lourdes se deja llevar por su vena creativa y, de vez en cuando, le gusta invertir tiempo y materiales en crear piezas únicas. “Este paraguas lo hice yo aprovechando un mango del siglo XIX de caña natural”.
Incluso ha participado en proyectos artísticos, como ArteShop, un programa que trata de dinamizar la actividad comercial a través del arte contemporáneo. “Fue una experiencia increíble. A mi tienda llegó el artista Pablo Martínez Garrido y convirtió algunos de los paraguas en distorsionadores de drones; o sea, mediante una serie de dibujos pintados en los paraguas, los drones no pueden atacar a los objetivos para los que han sido programados”. Los paraguas resultantes son, sin duda, una auténtica obra de arte “Como me encargué yo de desmontar y montar la tela del paraguas, Pablo también firmó con mi nombre tal obra”, dice orgullosa Lourdes. ‘Leoz’ es, sin duda, una caja de sorpresas.
‘PARAGÜERÍA LEOZ’ - Belosticalle, 25. Bilbao, Vizcaya. Tel. 688 87 73 88.
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