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Netflix
El cuento clásico de Roald Dahl sobre un niño al que le toca un billete muy especial que le permite visitar la compañía chocolatera más famosa del mundo. Allí, un paraíso para los amantes del cacao en todas sus variantes, podrá conocer al legendario Willy Wonka. En la versión original, a Wonka le interpretaba Gene Wilder; en esta le tocaba a Johnny Depp, muso de Tim Burton (director del filme, claro). Una película deliciosa, en la que si uno acerca la nariz a la pantalla puede oler el chocolate… o al menos, imaginarlo con todo lujo de detalles. Por supuesto, la imaginería de Burton es indescriptible. No habría que decirlo, pero verla sin cacao a mano es delito.
La historia de Julia Child, probablemente la inventora de los shows sobre comida mucho antes de que nadie imaginara que un show sobre comer pudiera interesar a nadie. Todo empezó con la publicación del legendario volumen (720 páginas) Mastering the art of french cooking. El libro sumarizaba las bases de la gastronomía gala gracias a los enciclopédicos conocimientos de Child, que había pasado una larga temporada en París. La película tiene una clave: la inmensa Meryl Streep, en el papel –obviamente– de Child. Ella es el gran aliciente de un filme de vocación casi clásica con el que dan ganas de encerrarse en la cocina a preparar tortillas, meuniers y crudités como si no hubiera un mañana.
Un homenaje en toda regla al mundo de la cocina, de la mano de una cómica muy popular al otro lado del Atlántico: Ali Wong. Con ella al frente de un barco muy bien armado en lo narrativo, la cámara se pasea por cocinas, caterings y food trucks y de cuando en cuando hasta se sienta a la mesa. Solo por el descacharrante cameo de Keanu Reeves (descacharrante es quedarse corto) vale la pena echarle un ojo a la película, que –digámoslo todo– es una comedia romántica de las de toda la vida, con San Francisco de telón de fondo, y que funciona como un reloj. Para matar un par de horas con una sonrisa en la cara y hacerse después una buena hamburguesa californiana.
Filmin
Seguramente una de las películas más delicadas que se han rodado jamás a cuento del mundo de la cocina. Todo empieza con un pastelero que, agobiado por las deudas y sin más ideas que las que circulan por ahí, contrata a una anciana después de probar una de sus recetas. El fichaje resulta ser algo semejante a un milagro, pero no solo eso: la personalidad de Tokue (la anciana, papel inolvidable de la actriz japonesa Kirin Kiki) hace que el negocio entero cambie y que el pastelero –naturalmente– haga lo propio. Un filme precioso, envuelto en magia. Después de verlo, habrá que tratar de hacer uno de los postres de la película.
Una joven descubre, en plena frustración por el hecho de no poder casarse con el hombre al que ama, que tiene un talento inaudito para la cocina. Esto conllevará consecuencias imprevisibles para todos, sobre todo para ella (Tita, perfecta la actriz mexicana Lumi Cavazos) y para los que tiene más cerca. Casi un clásico del realizador Alfonso Arau, adaptando el best seller de Laura Esquivel, que rompió la taquilla e inspiró cartas, recetas, restaurantes y un millón de platos. Puede que su estética haya envejecido si se la contempla con los parámetros estéticos actuales, pero la película sigue dando donde más duele: en el paladar.
Un documental estupendo sobre el asado como excusa para explicar Argentina. Así de sencillo se explica este proyecto de los realizadores locales Mariano Cohn y Gastón Duprat. Metidos hasta el cuello en la religión de la carne, Cohn y Duprat se pasean por todas las variedades de algo tan sagrado que es pecado hacerlo mal. De paso, y con la cocina como excusa, los directores tratan de explicar las vicisitudes de un país inexplicable. Bien ejecutado, muy inteligente y perfecto para una tarde en la que busquemos hacer hambre para la cena. Eso sí: que haya carne y que sea de primera clase.
Amazon Prime
Un filme de Daniel Cohen con el gigantesco Jean Reno es difícil que decepcione y esta feel good movie (ese término que usan en Hollywood para hablar de las películas capaces de hacerte sentir bien) no lo hace. Explicando las peleas y discusiones entre dos cocineros que tienen versiones completamente distintas de lo que debe ser un buen plato, El chef acaba por hacer sonreír hasta a los que no tienen ningún interés en la cocina y solo quieren comer. En resumen, y como parece claro, una de esas comedias francesa de manual: un chute de buen corazón, de los que dan ganas de salir del cine y abrazar a cualquier desconocido. Pas mal.