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Si uno quiere provocar el caos en la masa basta con gritar "tradición" en un andén atestado. La palabreja parece ahora cosa de otros tiempos y representa (habitualmente) costumbres que han desaparecido o están a punto de desaparecer. Por supuesto, también aparece cuando –en principio– se trata de justificar algo que no encaja muy bien con el progreso, como el belén.
En medio de tanta modernidad, tanta híper-estimulación y tanta oferta navideña, Francesc Puig se maneja en Barcelona con la tradición sin necesidad de estructurar largos argumentos: "Lo nuestro se mantiene, ni sube ni baja. Pasa de padres a hijos y de padres a nietos y no creo que eso cambie". Puig regenta la que es –posiblemente– la mejor tienda de belenes de España. Un paraíso de corcho, plástico y barro, con diseños propios y ajenos, que lleva en pie desde 1933, cuando su padre arrancó el negocio.
Lejanos quedan aquellos años en los que todos sentíamos la necesidad de que nuestro belén fuera mejor que el de los demás, la misión para Puig se centra ahora más en la distribución que en la venta. Con sus tres hijos metidos en el ajo y una visión muy clara de su fortaleza, la marca vende bien en Italia, Alemania y –por supuesto– España.
"Manejamos un 70 % del negocio de belenes en el estado. Somos proveedores de casi todo el mundo", cuenta Puig, que solo abre la tienda en noviembre y diciembre, cuando la Navidad le aprieta las tuercas al respetable y muchos sienten la necesidad de llevar al crío a este lugar cerca del Paralelo, de escaparate resultón y atiborrado de figuras clásicas. Desde el leñador al pastor pasando por una legión de figuras y personajes no tan habituales en los puestos de mercadillos navideños, incluido el caganer, ese señor con barretina que se entiende como símbolo de fertilidad y que en Catalunya es más popular que el Barça.
La tienda 'Pessebres Puig' es uno de esos lugares que desencadenan en el visitante veterano una incontrolable sensación de nostalgia. "Antes venían todos los colegios, esto se llenaba de niños y todos se llevaban una figura a casa para sus propios pesebres. Todo eso sí que se ha acabado", cuenta el jefe, que cumple a la perfección con aquello de la cara de póquer cuando se le pregunta por si la pasión compensa las finanzas.
"La suerte es que vamos como un tiro en Alemania, por ejemplo, es increíble la afición que hay en sitios como Baviera. También recuerdo aquella época en la que vendíamos sin parar en Estados Unidos, hasta lo del euro y el dólar, que encareció todo una barbaridad y los americanos pensaron que era mejor comprar en China".
Ahora, cuando el frío parece animar a los barceloneses a retomar aquello del pesebre y la calidez del hogar, Puig recuerda que más allá de su pequeño oasis de belenes al lado del Mercado de Sant Antoni, también tiene sus propias paradas en la Catedral y sirve a otras muchas como la de la Sagrada Familia. "En la Catedral estamos desde 1917", recuerda. Allí es donde se vende el grueso de su producción navideña y uno de los sitios favoritos para el paseo de manual que lleva desde el centro de la Ciudad Condal hasta Las Ramblas y de allí a la Catedral.
'Pessebres Puig' es una de las pocas tiendas que han sobrevivido a los cambios de hábito y a la evolución de las costumbres, que muchas veces ya no incluyen un belén. También es, sin duda, la mayor (por volumen de negocio y por su condición de distribuidor) y más representativa de las que quedan en España y la que mejor ha sabido adaptarse a un futuro algo borroso.
"Pon que nuestros mejores clientes son de Madrid y que no los cambiaba por nada: pagan rápido, bien, son buena gente y no fallan nunca. Tal como va la cosa, no está de más decirlo", afirma, con la media sonrisa del que sabe más por viejo que por diablo. "¿El año que viene? Aquí seguiremos. Para nosotros esto de la tradición no está tan mal", finiquita.
PESSEBRES PUIG - Carrer del Comt Borrell, 127. Barcelona. Tel. 934 54 75 23.