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Siempre es buena época para darse una vuelta por las islas, pero en otoño cuando el frío empieza a asomar la nariz, casi dan más ganas. La isla de Tenerife no solo tiene buenos planes para realizar en invierno, si uno quiere bañarse durante todo el año sin morir congelado, sino que además aún cuenta con playas escondidas, que se alejan de la invasión turística. Para los más frioleros, no siempre apetece darse un baño, se abren otras posibilidades como conocer la parte más rural de la isla caminando por el Teno Alto, adentrase en un escenario volcánico como el de Malpaís de Güímar, recorrer los bosques de laurisilva de Anaga o buscar la huella que dejaron los ingleses en la isla. Planes hay muchos y para todos los gustos.
En la isla con forma triangular, lo más difícil sea quizás escoger el lugar para ir a comer o cenar entre el amplio abanico de posibilidades para degustar los productos de la gastronomía local. Desde gastrobares auténticos a chiringuitos de playa donde enterrar los pies en la arena mientras te comes unas papas con mojo y buen pescado, u optar por una parrillada, si vamos a La Orotava, por ejemplo. También están los 'guachinches', si uno quiero optar por algo más autóctono. Todo ello, se puede regar siempre con un buen vino tinerfeño. Para acabar y endulzar el viaje, el viajero puede visitar y, ya de paso, probar las delicias que se preparan en la pastelería más antigua de la isla.
Miguel de Unamuno fue el primero que llamó "guapa" a Fuerteventura, el primero que encontró belleza en una isla que hasta entonces era considerada un territorio desértico y sin encanto. En los cuatro meses que estuvo exiliado colocó a la ínsula en el mapa cultural hablando de ella como nunca antes se había hecho: con pura admiración. Por esta razón, seguir las vivencias del escritor y filósofo sigue siendo una muy buena ruta para recorrer Fuerteventura.
Después de recorrerla y aprovechar sus playas infinitas, sueño de surferos, este paraíso ofrece también una estupenda experiencia culinaria: tanto por sus productos, como el gofio o el queso majorero como principal embajador, como por las recetas tradicionales, muchas servidas a pie de mar.
Todo en la isla gira en torno a ese paisaje muy característico: volcanes pegados sobre un mar de arena. Una orografía que hipnotizó a escritores como José Saramago, que vivió los últimos años de su vida aquí dejando una huella que resulta interesante buscar como viajero. O condicionó todo el trabajo arquitectónico y forma de vida de César Manrique, el gran artista lanzaroteño.
Ahora, si uno busca playas, puede recorrer en bicicleta la isla de La Graciosa o visitar las famosas playas del Papagayo. Los surferos están de suerte porque cuando llega el frío peninsular, las aguas isleñas son perfectas para los deportes, no olvidemos que a esta tierra se la conoce como el Hawái europeo, por algo será. Y, además, también en esta época se podrán ver en su pleno esplendor determinadas plantas autóctonas en el jardín más especial que exhibe la isla: El Jardín de Cactus.
Viajando con la familia, con los amigos, con pareja o con uno mismo, en Lanzarote es obligatorio visitar La Geria, una paisaje de otro planeta donde se cultivan las vides de las bodegas más conocidas de la isla, donde además se puede degustar el malvasía.
Como buena ínsula del archipiélago, está llena de contrastes, donde playa y naturaleza se dan la mano en un entorno con miradores naturales capaces de empequeñecer al más grande de los viajero. Sus playas de arenas blancas son un fuerte atractivo dentro de las islas, pero también lo son otras curiosidades como las casas-cuevas, que se extienden por estas montañas sagradas, para muchos canarios con toques divinos.
Además, en Gran Canaria se puede descansar como en casa rodeado de plataneras en Arucas, descubrir todos los secretos del ron canario en el mismo lugar o comer en uno de los restaurantes más famosos de la isla, el 'Qué Leche'.
Si nos vamos a las islas tampoco todo tiene por qué ser playa y mar. Afortunadamente para los viajeros, cada pedacito del archipiélago es un mundo gastronómico en sí mismo por descubrir. La cocina de La Palma permite recorrerla de arriba abajo sin aburrirse con sus sabores. Y sin salir de sabores mezclados con olores, bien merece tiempo y dedicación la capital de la isla, Santra Cruz de la Palma, una maravilla con historia.
Para los que deseen explorar la parte más verde se recomiendan los senderos del Bosque de los Tilos, para adentrarse en una vegetación antigua y fascinante. Y si lo que buscas es una visita diferente, no te pierdas las Salinas de Fuencaliente. De todo hay en esta isla, pese a su tamaño.
Si algo tiene La Gomera, además de magia, es uno de los parque nacionales más impresionantes de nuestro país. El Parque de Garajonay te sumerge en un bosque único, que con su humedad y sus nieblas ha alimentado muchas historias relacionadas con brujas y fantasmas. ¡Un destino único para Halloween! Aunque es recomendable la chaquetita en cualquier época del año, una vez fuera del bosque, bajando hacia la costa, el sol luce como si no hubiera un mañana. Los contrastes de La Gomera son bienvenidos en invierno o en verano, la estación es lo de menos.
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