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El Madrid de Lope de Vega, el de Góngora, el de García Lorca, el de Quevedo o el de Calderón de la Barca. Las rutas literarias son perfectas para conocer la capital con un toque original, divertido y didáctico. Aprender más sobre estos grandes autores, sus vidas, sus obras, sus curiosidades y el vínculo que les une a las calles por las que vamos siguiendo sus pasos, sus letras y su recuerdo. Todos sabemos quiénes son y la importancia de su legado.
Sin embargo, pocas veces se presenta la oportunidad de recorrer la misma ciudad con una figura femenina como excusa. Y es que tan amplio es el recuerdo de autores masculinos como lo es el olvido de sus análogas. Por eso, en esta ocasión, salimos a conocer otro Madrid, uno que nos llevará por el barrio de Argüelles y el Parque del Oeste con la intención de acercarnos a la vida y obra de María Teresa León (Logroño, 31 de octubre de 1903 - Madrid, 13 de diciembre de 1988).
Puntuales, a las 16.00, la cita da comienzo en los Jardines de las Feministas, situados frente a los números 2 y 4 de la calle de las Negras, junto al cruce de ésta con la calle Princesa. Posiblemente, no exista un lugar más idóneo para empezar una ruta cuya temática gira en torno a una personalidad tan importante para la cultura española como María Teresa León Goyri.
El lugar en sí es un homenaje por parte del pueblo de Madrid, en forma de estatua, a una de sus más insignes escritoras, Emilia Pardo Bazán, a quien María Teresa tanto admiró y que era amiga de su familia. Tanto es así que Pardo Bazán le regaló un libro en cuya dedicatoria escribió: "Para la pequeña María Teresa León, que continúe el camino de las letras". Pero, antes de seguir, ¿quién es María Teresa León y por qué estamos siguiendo una ruta que lleva su nombre?
Su nombre es poco conocido o desconocido para muchos. Desde luego, no tan estudiado como el de otros grandes de la Generación del 27 y, sin embargo, su obra es fundamental para poder entender esta España que nunca la reivindicó. Escritora, intelectual, traductora, republicana y feminista, la historia la redujo al silencio, como a tantas otras, haciendo desaparecer el recuerdo de Las Sinsombrero, pues nunca tuvimos noticia de que hubiera figuras femeninas que formaran parte de aquellos talentosos y brillantes autores y artistas del 27. Y, sin embargo, ahí estuvieron todo el tiempo.
A María Teresa León la conocen más por haber sido la mujer y compañera de vida, hasta el final de sus días, de Rafael Alberti. La magnificencia de la obra del gaditano hizo que la de su esposa quedara a la sombra, a pesar de que ella fue una de las escritoras españolas más destacadas del siglo XX. Sabedora de aquello, la autora de obras tan importantes como Memoria de la Melancolía, se autodenominó "la cola del cometa". Hoy, nosotros seguimos su brillante estela para intentar aprender más sobre una de las grandes mujeres olvidadas de nuestra cultura, alguien que fue, sin lugar a dudas, mucho más que la mujer de Alberti.
Para María Teresa, la palabra más importante era "libertad", un vocablo que aprendió siendo niña en la casa de sus tíos, Ramón Menéndez Pidal y María Goyri –primera española que se doctoró en Filosofía y Letras–. En aquella casa, situada en la calle Princesa de Madrid, la niña pasaba días enteros leyendo ejemplares de la gran biblioteca que sus tíos tenían.
Es por esto también, que nuestra visita guiada, organizada por Rutas Teatrales, da comienzo justo en esta calle. María Belén Cantenys, licenciada y Profesora en Artes y especializada en Artes Escénicas y Audiovisuales, es la encargada de guiarnos por este Madrid tan especial. Confiesa que ideó esta ruta porque se dio cuenta de que, al crear el itinerario sobre el Madrid de Lorca, hacía referencia a numerosos autores de la misma generación, como Rafael Alberti, Salvador Dalí o Luis Buñuel, pero que no citaba a ninguna mujer. De alguna manera, la historia de aquel grupo necesita contarse entera, no puede seguir hablándose solo de ellos.
Nuestra siguiente parada es el Paseo del Pintor Rosales, lugar clave para entender la otra gran pasión de nuestra autora: Rafael Alberti, a quien guardó un profundo amor hasta sus últimos días: "Aquel paseo era como el de cualquier ciudad, se llamaba Rosales. En aquel paseo se había decidido mi vida. ¿Por qué paseábamos juntos nada más conocernos bajo la noche dulce propicia de los amantes? No lo sabe la muchacha aquella que había regresado a casa de sus padres, después del matrimonio frustrado. Nunca se explicó por qué sus ojos se detuvieron en los del muchacho", comienza a leernos María Belén.
A estos dos enamorados les unió, también, un importante hecho con el estallido de la Guerra Civil, en 1936, pues fueron los encargados de llevar a cabo la salvación del patrimonio nacional. El ejemplo más destacado de esta labor fue el traslado de fondos pictóricos del Museo del Prado a Valencia y, de ahí, al extranjero, y vuelta a España al final de la guerra. Por lo que, apreciado lector, la próxima vez que visites el Museo del Prado y te pares, absorto, frente a Las Meninas de Velázquez, o Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya recuerda a esta pareja de artistas que, junto con otros milicianos de la cultura, salvaron –no sin riesgos y bajo una protección ínfima– los tesoros del arte español.
Esa misma guerra los envió al exilio, primero a París y Argentina, y por último, a Roma. Fue allí, en la capital italiana donde, ya mayor, a María Teresa le asaltó el alzheimer. A ella, que afirmaba que "vivir no es tan importante como recordar" (Memoria de la Melancolía, 1970). "¿Quién va a contar mi triste historia si no lo hago yo?", escribió. Suerte que a sus 65 años comenzó a escribir esta obra y la convirtió en refugio de todos sus recuerdos.
Con la llegada de la democracia y tras 30 años siendo parte de esa España peregrina y de la diáspora, regresaron a Madrid. Memorable es la fotografía de ambos recién bajados del avión que les trajo de vuelta. Ella ya estaba enferma y acabó sus días en una residencia en Majadahonda. María Teresa soñaba con regresar a Madrid sobre un caballo blanco, atravesando la Puerta de Alcalá. Posiblemente, cuando llegó a la capital, ya no era consciente de que, por fin, estaba ocurriendo.
Caminando, llegamos hasta el Parque del Oeste, donde nos topamos con un pequeño y oculto homenaje a otra de las grandes escritoras del 27 y amiga de María Teresa: María de la Encarnación Gertrudis Jacoba Aragoneses y de Urquijo, conocida por su seudónimo literario de Elena Fortún, dedicada a la literatura infantil y juvenil.
Ambas coincidieron en el Lyceum Club Femenino, una asociación de mujeres que se ubicó en la Casa de las 7 Chimeneas, en Madrid, hasta que el funesto golpe militar truncó este "refugio feminista en una capital hostil", en palabras de la hispanista Shirley Mangini. Allí, junto a ese grupo de mujeres, María Teresa de León encontró su círculo de pertenencia y luchó por, como ella misma decía, "adelantarle la hora del reloj a España".
También el Parque del Oeste acoge otro lugar que es un recuerdo. En este caso, a Miguel Hernández, perteneciente también, a la Generación del 27 y a la Alianza de Escritores Antifascistas. Llevado a cabo ya en la democracia, el de Madrid se erigió incluso antes que el de Orihuela, su tierra natal.
Nuestra ruta finaliza frente a la casa que compartieron Rafael y María Teresa entre 1931 y 1939, en la última planta del número 47 de la calle Marqués de Urquijo. Allí, una placa los recuerda "Aquí vivieron María Teresa León y Rafael Alberti". Primero a ella, después a él. No suele ocurrir así.
En el cementerio de Majadahonda, muy cerca de aquella residencia en la que sus apreciados recuerdos acabaron por abandonarla, hay una tumba, en cuya lápida hay un nombre, el de María Teresa León. Y un verso de un poema de Rafael Alberti: "Hoy, amor, tenemos veinte años".
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