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Es difícil molar más que el Sonorama, el festival que cada verano revoluciona la pequeña localidad burgalesa de Aranda de Duero para celebrar el pasado, el presente y el futuro del pop español, así como las bondades y variedades del Ribera de Duero. Las calles, plazas, bares y restaurantes del municipio, además del recinto ferial que acoge el grueso de conciertos, reciben con los brazos abiertos a los más de 50.000 asistentes que se espera vayan para disfrutar del abultado cartel de esta edición.
Son todos los que están y están todos los que son: Loquillo, Amaral, La Habitación Roja, Sidonie, Lori Meyers... y así hasta un total de 150 artistas, emergentes y consagrados. Por estar está hasta Camela, la apuesta a contracorriente de este año, que suple lo que en ediciones anteriores supusieron Raphael o El Dúo Dinámico. El llenazo está asegurado, aunque solo sea para fardar de haber visto a los reyes de la tecnorumba en un festival indie.
Javier Ajenjo, director del festival, habla de un "cumpleaños inesperado, porque es complicado llegar a esa cifra, no solo como festival sino como colectivo. Hay que recordar que el Sonorama está impulsado por el colectivo cultural Art de Troya, un capital humano de casi 400 jóvenes arandinos que colaboran en el funcionamiento del mismo y en el desarrollo de su pueblo". A lo largo de estas dos décadas la propuesta ha ido creciendo y virando hacia un cartel exclusivo de grupos y solistas españoles, ganando adeptos entre el propio gremio musical y los aficionados a la música con denominación de origen. Ajenjo se apunta el tanto: "De alguna manera hemos cambiado la fisonomía de los festivales. Los hemos sacado de sus recintos habituales y los hemos acercado a la ciudadanía. Eso nos da la opción de enseñar todo lo bueno que tenemos, en nuestro caso el mejor vino del mundo, el mejor lechazo, unas bodegas subterráneas maravillosas..."
Veinte años no se cumplen todos los días y por eso este año se espera algo especial. "Tendremos algo único e irrepetible. Vamos a tener a 20 artistas interpretando 20 canciones que resumirán 40 años de música en España (jueves a las 22 h.). Habrá una tarta de cumpleaños con un artista sorpresa que ha sido muy importante a lo largo de todos estos años, un cabeza de cartel no anunciado por primera vez en un festival, con la locura que supone no poder utilizarlo como reclamo". No será la única novedad: "Coincidiendo con el estreno de la segunda parte de Tadeo Joneshemos organizado un mini-festival con sus escenarios, sus taquillas y sus barras para que todos los niños empiecen a dar valor a la cultura, que realmente es nuestro objetivo con este festival".
El vino es el otro gran reclamo del festival, igual de potente que el mejor de los cabezas de cartel. "Nuestro compañero de viaje es el Consejo Regulador de Ribera del Duero, así que vamos a tener catas de vino gratuitas, unos wine bar habilitados dentro del recinto donde se va a servir una carta de vinos con todas las de la ley, y una variedad impresionante de comida: para carnívoros, celíacos, veganos, para los que les guste la comida asiática o los que prefieran un bocadillo de morcilla o una hamburguesa. Es cada vez más importante enlazar la música y la gastronomía, nosotros lo llevamos haciendo desde el principio y vamos a seguir fortaleciendo esa relación", señala Ajenjo.
En la estela del Sonorama pero más modesto, con un ímpetu similar en cuanto a la conexión enológico-musical, el año pasado nació el Muwi La Rioja Music Fest, el primer festival de estas características que se celebra en Logroño. Rafael Bezares, que está a cargo de la organización, está sorprendido por la rápida aceptación de esta nueva cita en el calendario festivalero. "Este año pasamos de tres a cuatro días y, por el ritmo de ventas que llevamos, más la aceptación que tuvimos el año pasado y la campaña de promoción, se espera una asistencia que prácticamente duplique a la de la primera edición". El Muwi viene a rellenar un hueco a finales de agosto, con un cartel exigente y para todos los gustos: la electrónica rockera de los franceses Rinôçerôse, el soul clásico de The Excitements, la experimentación de La Bien Querida y Joe Crepúsculo, el electro-disgusting patentado por Las Bistecs... Además de mucho y muy buen vino.
"El vino es uno de los activos que tiene esta región, y hemos querido vincular un evento musical como es Muwi con una experiencia gastronómica y enológica", confirma Bezares. "Por eso decidimos que el mejor escenario posible eran los jardines y calados de unas bodegas centenarias urbanas como son las Bodegas Franco Españolas". En el interior de las bodegas, que los asistentes pueden explorar libremente, habrá conciertos en acústico, sesiones de Djs, catas de todo tipo y hasta la opción de elaborar tu propio vino. "Nuestro ADN –prosige Bezares– implica una inmersión musical a través de la cultura vinícola".
La gastronomía es el otro puntal de un certamen que también aprovecha varios espacios del centro de la ciudad para promocionar sus bondades. "Aparte de los food trucks habituales en este tipo de eventos, tenemos una barra donde ofreceremos pinchos más elaborados. También serviremos maridajes de sorbetes de helados con vino blanco y con cerveza, de la célebre 'Heladería Della Sera', un referente que ha recibido varios premios como mejor helado de España. Y el domingo, en nuestra jornada más familiar, contaremos con una comida a la riojana: patatas a la riojana, chuletillas al sarmiento, arroz... No hay muchos festivales donde puedas comer platos de cuchara". Por si fuera poco, a escasa distancia de las Bodegas Franco Españolas uno puede dejarse caer por la calle Laurel y la calle San Juan, lugares de obligada peregrinación para los cazadores de pinchos.
Tanto Sonorama como Muwi ofrecen generosas raciones de buena música, excelentes vinos y exquisitos productos de la tierra. ¿Alguien da más?