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Con más de 30 años de vuelo, L'Aeroteca empezó como librería de la mano de Ricardo Miguel Vidal. Mecánico de aviones de profesión, y apasionado por vocación, decidió abrir un local para cubrir una necesidad: recopilar libros, manuales e información sobre aviones, modelos, motores... algo que escaseaba en el país y eran su fuente de inspiración. La mayoría de ejemplares eran en inglés o en lenguas extranjeras. Como bien nos recuerda su fundador “en aquella época el mailing era a base de de cartas manuscritas pero, aún y así, nos hicimos con una buena base de datos de clientes y de suministradores”. Con el paso del tiempo, la librería fue ganando altura y en 2004 se mudaron al actual local y diversificaron el negocio.
Ricardo resta importancia a los reconocimientos y medallas oficiales que ha recibido por promover la afición y la divulgación de la aeronáutica. “Desde 1953 hasta hoy que estoy recopilando información de motores aeroespaciales” y es por dicho motivo que nos desvela con brillo en los ojos que lleva “5.325 páginas” de un tratado que imagino vendrá a ser como La Biblia en mayúsculas en lo que a motores se refiere. Hablar con Ricardo es un placer de altura. La pasión con la que relata lo que ha sido su vida laboral darían para una novela.
Y es que L'Aeroteca es muchísimo más que una librería. Se trata de una nave donde los sueños vuelan por sí solos y algún trozo de avión real también. Es el caso del morro de un Dakota C47 (avión de la II guerra Mundial) que cuelga de una de las paredes, o el de una turbina perteneciente a uno de los Saeta, avión de entrenamiento y ataque, que reposa en uno de los pasillos.
No importa si eres profesional, o aficionado al vuelo, y tampoco importa qué busques, ni qué edad tengas porque, si tiene que ver con la aviación, aquí lo vas a encontrar. Desde el libro del Principito de Saint Exupery hasta el más complejo de los manuales de un tipo concreto de avión, pasando por un libro de fotografía sobre la historia de las azafatas o skygirls. Una extensa colección de cómics nos hace recordar que este año el Salón Internacional del Cómic de Barcelona está dedicado a la presencia de la aviación en este formato.
Asimismo, hay una vasta zona para el maquetismo ya sea de metal, plástico, madera o cartón. Reproducciones a escala, kits para montarlo tú mismo, pinturas específicas para colorear las maquetas, etc. Cartografía, insignias, pines, pósters, calendarios, películas, relojes, novelas, videojuegos, gafas, peluches, pisacorbatas... e insisto: ¡todo lo anteriormente mencionado tiene que ver con el mundo de la aviación! Incluso se han atrevido a lanzar una colección propia de maquetas de cartón recortables, a escala 1/48, sobre los minimalistas diseños del pintor Juán Abellán.
También tienen ropa específica y técnica para pilotos, azafatas o aficionados. Objetos de decoración como hélices de madera, móviles decorativos para el techo de la habitación, juguetes para niños y bebés. Accesorios para construirte tu propio simulador de vuelo en casa. Drones para niños de todas las edades. Así como los manuales necesarios para sacarte la licencia de Dron, formarte como piloto, copiloto o tripulante de cabina y un largo etcétera.
Para los que busquen pasar a la acción también podrán contratar una hora de vuelo en el simulador de avioneta con movimiento real OVO 04 pudiendo escoger, país, ciudad, aeropuerto con más o menos dificultad, e incluso seleccionar climatología adversa, o no, en función de la experiencia previa del piloto.
En la planta baja se concentra la mayor parte de la “Simuteca”. O lo que es lo mismo, la parte del negocio destinada al alquiler de simuladores de vuelo y dónde también se imparten cursos de todo tipo: desde cómo superar el miedo a volar, hasta de vuelo virtual, instrumental, piloto virtual, conferencias, talleres, presentaciones, etc. Si el piso de arriba es sorprendente, abajo aterrizamos en otra dimensión.
En una pequeña sala encontramos, a modo de tesoro, un precioso planetario mecánico que gira exactamente de acuerdo a la situación real del Universo representado. Fue construido durante más de cinco años por el "Maitre Horloger" (Maestro relojero) Eduard Farré Olivé siguiendo la tecnología empleada en 1740.
Volviendo al futuro cabe mencionar la sala llena de pantallas que emula una torre de control y una cabina de avión comercial a tamaño real de un Boing 737 NGV con un simulador de vuelo estático Flight Simulator con instrumentación y mandos de vuelo de lo más realistas. Pero el lujo de detalles no acaba en la cabina hay varias filas de asientos e incluso el carrito de comida. Todo está pensado y medido para obtener el viaje perfecto. Jordi nos desvela que se han llegado a escuchar frases entre los alumnos del tipo “¿Me tengo que llevar las maletas?” o “¿necesito tomar una biodramina para el mareo antes del simulacro?”.