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Más de 150 años de historia a sus espaldas y un vecindario de clase media-alta ha permitido que el Barrio de Salamanca reúna las condiciones perfectas para atesorar comercios de toda las vida. Nos acercamos a tres de ellos, cada uno con su propia personalidad.
Esta tienda, sita en la calle Padilla, fue –y sigue siendo– durante muchos años un imprescindible para los amantes de la gastronomía alemana. Hace 61 años, hacia 1956 el dueño del famoso restaurante 'Edelweis', detrás de las Cortes en Madrid, le puso esta tienda a su hermana Herminia Webber, según nos contaba estas navidades Salvador del Bosque, actual propietario desde hace 51 años.
Salvador vino a Madrid con 24 años de un pueblo de Ávila, Madrigal de las Altas Torres, a ganarse la vida. Corría 1947, "el mismo año en el que murió Manolete", nos cuenta. Al principio empezó en una tienda de ultramarinos donde los empleados prácticamente vivían allí, dormían en la trastienda y se hacían la comida detrás del mostrador. Así hizo su aprendizaje hasta que diez años más tarde llegó su oportunidad y aquella señora alemana le propuso quedarse con la tienda.
Su clientela habitual eran diplomáticos y gente viajada que apreciaban las especialidades del norte de Europa. La reina Sofía, cuando era princesa, compraba allí el té y alguna vez se la vio acompañada por su madre, la reina Federica de Grecia.
"Se podía importar poca cosa por lo cual el apio y el rábano picante para elaborar la salsa horseradish lo cultivaban en pequeñas fincas cerca de Madrid y hasta el chucrut lo hacía un alemán, fermentando las coles, en barriles de madera con un peso que le ponía encima, hasta que este murió", dice Salvador.
Las frutas del bosque, que eran raras en esa época, también se podían encontrar en su tienda para hacer tartas para las amigas que se reunían en invierno en casa. Las galletas de jengibre imprescindibles en Navidad, el pan negro para acompañar al salmón ahumado, galletas suecas de distintos granos, las bretonas de mantequilla o tartas especiales como la Selva Negra o la Sacher, muy exóticas todavía para los españoles.
En aquellos días se iban a buscar gansos por Talavera de la Reina en un Seat 124 ranchera para hacer un paté de ganso muy sabroso, ahora vienen de Almería que a su vez los traen de Polonia. Tampoco podría faltar el paté de cerdo llamado leverwurst. También recuerda que cocían kilos y kilos de codillo en la tienda porque tenían mucha demanda, ahora no se puede hacer y los traen de Barcelona.
En salchichas siguen teniendo el mejor surtido, unas 30 clases, aunque nos dice Salvador, cuando le preguntamos por sus diferencias, "que hay dos o tres variedades de las que se derivan las demás, tipo Frankfurt, Baviera o de Múnich".
Aunque sus hijos estudiaron carreras universitarias, ahora son ellos los que llevan las riendas de la tienda y sigue siendo un referente donde comprar la mejor anguila ahumada entera y los arenques con distintas salsas, gelatina de verduras y codillo, encontrar latas de consomé de carne, Oxtail Soup, o ensalada de morros o de patata. También para los amantes de hacer dulces en casa pueden encontrar esas esencias de almendra amarga para aromatizar bizcochos. Así como vinos alemanes, aguardientes y cervezas.
En los años 30 del pasado siglo Juanita abrió su tienda en la calle Alcántara 39-41, un colmado se decía entonces a esas tiendas donde podías encontrar de todo: loza, cristal, alpargatas, vinos, comestibles... Su hija Mariana de Castro, con 76 años, mantiene vivo el gusanillo del comercio aunque sin horarios rígidos y compromisos, después de hacer sus ejercicios de tai chi todas las mañanas.
"Aunque esta era la tienda de mi madre, yo me dedique a la ropa, cuando todavía se hacían las cosas con calidad, y tuve tres tiendas en Ortega y Gasset y otras calles cercanas", que después de veinte años fue cerrando hasta que decidió, casi por hobby, retomar la tienda de su madre y convertirla en una cacharrería con K con los materiales y antiguos proveedores.
En ella podemos encontrar el mejor barro de Pereruela, pueblo de Zamora, con el que se elabora uno de los mejores barros para cocinar aptos para fuego de gas de una dureza casi marmórea, donde las sopas de ajo saben mejor. Lo más interesante es poder encontrar formatos para profesionales que habitualmente se surten allí de bandejas para asar y ollas, tiene el mayor surtido de tamaños de Madrid, para elaborar cocidos, alubias, es decir, platos de cuchara. Incluso te puede encargar un "horno moruno" a la medida.
Si paseas la vista por la tienda divisarás botijos de barro blanco de Ocaña que son excepcionales "porque la composición de ese barro es especial por su porosidad, que deja transpirar el aire y mantiene más fresca el agua", tal y como asegura Mariana.
La tienda atesora un surtido de vasos, porrones, frascas y floreros, de una famosa fábrica llamada 'La Mediterránea', de Valencia, que cerró ya sus puertas y de la que Mariana alimenta su rastrillo sacando de la trastienda formatos y objetos vintage difíciles de encontrar ya. Ella para no aburrirse, aunque tiene hijos y nietos, modela figuritas de Belén, que hornea y pinta ella misma. Todavía le quedan algunas reproducciones de Salzillo de belenistas murcianos.
Su colaboración fue imprescindible para elaborar el libro Barrio de Salamanca, de Francisco Juez Juarros, que enriqueció con la ayuda de todas sus amigas y clientas que aportaron fotos y recuerdos. "Mira -me dice-, cuando venía por aquí este historiador, cerraba la tienda y nos íbamos a tomar el té cada vez a casa de alguna amiga del barrio a charlar".
Una de las consignas para ser feliz, decía mi maestro, es que te quieran en tu barrio, y ella aglutina en este trozo del barrio de Salamanca, este saber.
Nicolas Gruber abrió en 1950 está pastelería con especialidades húngaras, su tierra de origen, en la calle Padilla. Esta familia se instaló en aquel barrio de Salamanca donde el único que tenía automóvil, que se decía entonces, era con suerte, el médico.
Aunque no es fácil mantener con frescura las mismas fórmulas exitosas de entonces siendo fieles a sí mismos, su nieto Carlos continúa con la tradición familiar. Son una referencia en el barrio, tres generaciones llevan reproduciendo especialidades húngaras, alemanas y austríacas como el apfelstrudel con mucha manzana y una corteza crujiente, las barras de frambuesa y manzana, el brazo de nuez y crema o los cruasanes, incluidos entre los mejores de Madrid en los rankings de esta especialidad.
Carlos, que ha sustituido a su padre y a su tía tras muchos años al frente, nos cuenta que tiene un público entusiasta de "40 y 50 años básicamente, del barrio entre semana y mucho más amplio los fines de semana. Lo que más vendemos son las barras de frambuesa y manzana, y el apfelstrudel".
En Navidad, no hay que perderse sus polvorones con trocitos de almendra y su extraordinario turrón de yema que con el toque tostado que le aporta a cada lingote un caramelizado exterior ciertamente muy interesante. También es recomendable la fruta escarchada. Desde que los automóviles se guardaban en el garaje de "la estrella", la húngara, como se la conoce, nos endulza todavía los recuerdos.