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Se llevan con vaqueros, con faldas plisadas, con blazers XXL, con minifaldas… y, por supuesto, con traje y corbata. Para muchos las camisas son parte de su uniforme laboral, pero para otros son la prenda más cómoda para ir de viaje o disfrutar de una velada con amigos en una terraza. Aunque… ¿Qué tiene que tener una camisa perfecta? En ella confluyen factores tan dispares como el largo de los faldones, la comodidad del cuello, la forma de los botones, la calidad de los tejidos, la amplitud de la sisa o la largura perfecta de la manga. Existen multitud de opciones: artesanales, sostenibles, estampadas, tecnológicas… de lo único que hay que preocuparse es de elegir aquella que más conviene a nuestra fisonomía, necesidades y estilo.
“La blanca o la azul celeste son camisas básicas que, alguna vez en tu vida, te la vas a poner”, asegura Carmen Álvarez, nieta de Santiago Olave, cortador que, algunos años después de la apertura de Camisería Burgos en 1906, compró el negocio a su jefe, Julián P. Burgos. La ropa a medida es uno de los puntos fuertes de la moda europea y Camisería Burgos es un espacio en Madrid que nada tiene que envidiar a las famosas sastrerías de la Savile Row londinense.
Por el local han pasado grandes de la historia del cine como Cary Grant, Sharon Stone, Andy García o Tom Hanks, y han participado en el vestuario de películas como Manolete, Vicky Cristina Barcelona o La crónica francesa, el último trabajo de Wes Anderson rodado hace poco en la localidad de Chinchón. “Las productoras nos conocen y, cuando quieren algo especial y con buen aspecto, nos lo piden”.
En las vitrinas de la tienda se muestran las camisas en todo su esplendor, desde una sahariana que evoca al gran Yves Saint Laurent hasta la guayabera, la prenda más elegante para combatir el calor, cuyo origen se remonta a la Cuba del siglo XVIII. También se pueden encontrar camisas apropiadas para llevar sin corbata, muy solicitadas, por cierto, ahora que se han relajado las normas indumentarias laborales o las de gala, como las de frac o esmoquin. “Cuando llega un cliente, de alguna manera le sugerimos cual puede ser el mejor modelo según sus necesidades -comenta Carmen-. Tenemos que saber si la camisa es para vestir o para sport, si es para verano o invierno, si la va a llevar con o sin corbata…”.
Aunque lo que más suelen aconsejar es sobre los tejidos. “Te preguntan…¿Es algodón? Sí, claro, pero puede ser Oxford o popelín… Todo es algodón, pero dependiendo de la estructura de la tela da un resultado u otro. Igual pasa con las distintas calidades. Nosotros tenemos telas básicas y luego tenemos telas sea island de 300 cabos -considerado uno de los mejores algodones del mundo-, que una camisa te puede costar 400 euros. Esto es como el jamón, tú puedes comprar un serrano en la charcutería a ocho euros o un Cinco Jotas. Aquí es lo mismo”.
En Camisería Burgos se confeccionan las prendas de dos formas: a mano o a máquina. La artesanal se caracteriza porque toda la camisa está hecha a mano desde el patrón hasta el cosido de los faldones o los ojales. “La gente que lo entiende, lo valora”, asegura Carmen. Y es verdad. No es lo mismo apostar por una camisa que se adapta perfectamente a tu fisonomía, que por otra confeccionada en serie. “Trabajamos mucho a medida porque hay muchos clientes que no les vale la talla estándar porque, para que le vaya de cintura, la manga le queda super larga. O luego también gente que es muy alta o muy delgada, que no les vale… También lo que hacemos es adaptar el patrón si el cuerpo tiene alguna asimetría, por ejemplo, muchos de nuestros clientes tienen bajada de hombro o no tienen un hombro igual que el otro, pues entonces adaptamos el patrón bajándolo de hombro. Eso para la gente es importante”.
Hacerse una camisa a medida ronda entre los 95 y los 400 euros, dependiendo de las calidades de las telas, de la costura, de si quieren algún bordado o no… pero todas siguen el mismo proceso. “Primero se toman medidas y se hace el patrón. Luego se corta la camisa en el taller y se prepara para las costureras. El bolsillo o el delantero se da previamente a las bordadoras. Luego hay otra especialista que monta la camisa, la prepara y pasa a otra costurera que la termina. Las que más tardan son las que están realizadas de forma artesanal que, dependiendo de lo que tardemos en recibir la tela, puede ser un mes”.
El slow fashion es una de las características de Camisería Burgos, pero también están muy concienciados con el medioambiente. “Nos consideramos sostenibles porque nosotros no tenemos mucho stock. La mayoría de las cosas las hacemos por encargo, entonces no es que compremos colecciones y las tenemos en el almacén. Aparte, también cambiamos cuellos y puños que, como son las piezas que más se rozan, el cliente puede traer su camisa y, por 70 euros las artesanales y 40 euros las cosidas a máquina, se los cambiamos y así los clientes tienen la prenda como nueva otra vez”. Pero para que una prenda dure en el tiempo es necesario cuidarla bien, y eso es algo que la gente suele desconocer. “El tema de la secadora es tabú porque con su uso la ropa se roza mucho y el algodón, encoge. Además, hay que quitar las ballenas de los cuellos antes de meter la camisa en la lavadora”.
Entre su clientela también hay muchas féminas que apuestan por sus camisas -“principalmente las de seda”, puntualiza Carmen- y también por otras propuestas como los pijamas, que también hacen a medida, porque en este centenario local madrileño además de camisas ofrecen americanas, batas y otro de los hits de la casa: las tebas. “La teba es una chaqueta desestructurada y no lleva hombreras y nada por dentro -describe Carmen-. De estas hacemos muchas porque es perfecta para viajar porque no se arrugan y abrigan”. Además de cashmere, otro de los tejidos especializados para tebas, americanas y batas es la lana fría, perfecta para los meses de calor.
Lo que más llama la atención del escaparate de Sepiia es un maniquí vestido con una impoluta camisa a medio terminar. “Hemos querido mostrar algo de toda esa tecnología que hay detrás de nuestras camisas, las máquinas que hacen el tejido”, cuenta Nerea Alonso, responsable de comunicación de Sepiia, una startup creada en 2016 para ofrecer una alternativa inteligente del vestir y, aunque empezó con la venta online, hace poco abrieron esta boutique para llegar a todo tipo de público.
Su periplo comenzó transformando una de las piezas clave del armario: la camisa blanca. “Teníamos la necesidad de reinventar este producto tan básico y que, realmente, necesita un montón de cuidados -asegura Nerea-. La camisa blanca es una prenda que te la pones una vez y prácticamente la tienes que volver a lavar. Se arruga con facilidad, el cuello y los puños se rozan y aparecen marcas de sudor. Pensamos que se podía hacer mucho mejor. No entendíamos que, en el siglo XXI, la ropa necesitase tantos cuidados. ¿Cómo puede ser que, teniendo tanta tecnología en los bolsillos, nuestra ropa nos diera aún todos estos problemas?”.
Con la vuelta a las oficinas tras la pandemia, la camisa blanca ha vuelto con fuerza, pero tras el parón forzoso los consumidores se han empezado a plantear muchas cosas. “Sobre todo se ha empezado a preocupar por todo lo que hay detrás -asegura-. En lugar de comprar por comprar, se ha preguntado: ¿Dónde se hace mi ropa? ¿Cómo se hace? ¿Cuáles son las condiciones? ¿De qué está hecha? ¿Qué tiene? Nosotros siempre hemos sido cien por cien transparentes con dónde se hace nuestra ropa, en qué condiciones, con qué se hace… Y a nosotros nos encanta que cada vez más personas pongan su foco en esto”.
El trabajo de Sepiia destaca principalmente por el uso de fibras de origen 100 % reciclado y circular. “La industria se está volcando en encontrar soluciones -comenta Nerea. Hace unos años era más complicado encontrar fabricantes, pero ahora está siendo más fácil encontrar tejidos de origen reciclado con la calidad que buscábamos, para que las prendas que se usan mucho en el día a día duren más tiempo en el armario. Hace años era impensable encontrar este tipo de materias primas, pero ya, por fin, hemos dado con una que cumple con nuestros requisitos”.
Camisas bajo lupa de ingeniería
El I +D de Sepiia se ha centrado en desarrollar unas camisas que repelen las manchas, que no se arrugan y que neutralizan las bacterias causantes del mal olor corporal, por lo que son prendas en las que se ahorra tiempo en lavados y plancha. “Estudiamos el producto desde un punto de vista casi de ingeniería. Siempre pensamos en todo lo que le puede suceder al usuario en su rutina diaria, que lo mismo tiene que correr un poco para llegar al Metro y luego tiene que entrar en una reunión, pues esa persona no puede entrar a la reunión con marcas de sudor. O quitarte la americana en un momento que tengas calor y que te la puedas quitar sin miedo a tener marcas bajo las axilas”.
Para ello no se centran solo en la tecnología, sino también en la ergonomía. “Estudiamos cómo es el cuerpo de la persona para darle soluciones y, además, que le aporte comodidad y que le siente bien, porque al final a todos nos gusta que nos siente bien la ropa -comenta Nerea-. Nadie se pondría algo que no le favoreciera por muy cómodo que sea. Buscamos que la ropa cuide del usuario y no al revés, que no tenga que estar pendiente de la ropa, sino que la ropa esté pendiente de todo lo que necesite”.
De su modelo más formal ofrecen dos entalles: el slim y el regular, y ambos con cuello italiano. “Hemos ido probando y escuchando el feedback de nuestros clientes hasta dar con el formato adecuado. Al final nos hemos quedado con estos modelos para ajustarnos a más cuerpos. Por otro lado, en las camisas casuales tenemos un entalle intermedio y un cuello más informal y se presentan en muchas más estampados y colores”.
El último servicio que han puesto a disposición de los clientes es el de personalización. “Puedes hacerte la camisa a tu gusto -cuenta Nerea-. Elegir los puños, los cuellos, el entalle, añadir iniciales, poner un bolsillo… y bueno, hacértela más a tu gusto, desde la talla XS hasta la XXL”. Después de la camisa blanca, Sepiia creció con otros básicos. Prendas que cada uno podría usar como quisiera, independientemente del género. “No nos hemos enfocado a un cuerpo o a otro, sino que simplemente hemos producido artículos que hacen más fácil el día a día. Yo por ejemplo me he quedado una chaqueta que me encanta”.
La historia de Big Nosed comienza hace unos años en Perú, cuando Rafael Marín trabajaba en el país andino. “Allí hay un mercado de telas, el Mercado de Gamarra, donde tienes de todo, desde el que te hace las bolsas, las etiquetas, las entretelas... Es habitual que la gente se confeccione allí su propia ropa, e incluso hay mucha gente allí desarrollando su propia marca. Yo llevaba este tipo de camisas y veía que las telas que me gustaban, allí se podían encontrar, por lo que no dudé en encargar mis propias camisas. Luego empecé a hacer alguna camisa más para regalárselas a mis hermanas o a mis amigos, y así empezó todo. Al principio trabajaba con retales de tela de diez o 20 metros pero llegó a un punto en que una persona me ayudaba en Perú a llevar los rollos enteros de tela en una carretilla… ¡Tengo mil y una aventuras de aquella época!”.
Pero, ¿qué cualidades definen las camisas de Big Nosed? Sus camisas están pensadas, más que para ir al trabajo convencional, para el ocio. Su eslogan, ¡Ponte una camisa y baila!, bien podría servir como declaración de intenciones. “A mi modo de ver, la camisa perfecta debería conjugar comodidad, diseño y materias primas de calidad -apunta Rafael-. Nosotros utilizamos principalmente viscosa, que es una tela super cómoda, sobre todo para verano, aunque puede ser un poco conflictiva si no la trabajas bien. El estilo de las camisas de Big Nose es desenfadado, más holgado y fluido. Puede parecer que tienen un estilo más rockero, como digo yo. Son camisas distintas. A pesar de que el mundo del estampado está bastante manido, nosotros personalmente intentamos buscar estampados distintos, prints que a nosotros nos parecen chulos, más vintage, más geométricos, que se ven poco en otras firmas. Y, depende del rollo con el que las lleves, pueden ser camisas no formales, pero sí más elegantes y que, si le das otro toque, tienen un rollo más moderno, más juvenil”.
Una vez que Rafael regresa a España, decide contar con sus hermanas, Rebeca y Bárbara, para dar un empujón a la marca. “Dejé mi trabajo, dejé todo, así a las bravas, para centrarme en el proyecto y surgió el tema de la tienda. Mi hermana mayor, Rebeca, se dedica a la comunicación y es ella quien lleva todo el tema de prensa y redes, mientras que a mi hermana Bárbara le encanta la moda, por lo que también se metió en el negocio”. Además abrieron tienda en Malasaña, Freak&Fake, un espacio multimarca donde conviven sus camisas junto a camisetas y sudaderas dedicadas a leyendas del deporte como Comaneci, Kurtinaitis, Panenka o Mamola. “El feedback ha sido siempre muy bueno y, por lo menos, lo que nos trasmite la gente es que les gusta y esto nos hace ser un poco más ambiciosos, lo que pasa es que las circunstancias a veces no te dejan actuar como te gustaría, el miedo, los recursos… Son muchos factores, pero bueno, siempre hemos estado ahí”.
Ya sea por la caída de su tejido, su aire vintage o su corte fresco, las camisas de Big Nosed pueden ser una alternativa a la sempiterna camiseta. “Hay gente que es muy de camisetas y gente muy de camisa -remata Rafael-. Sí, es cierto que nuestros modelos pueden atraer a ese público que le gusta vestir más informal. A pesar de la manga corta, que también hacemos, a nosotros nos gusta el rollo de la manga larga remangada que la puedes llevar perfectamente en verano también y te da otro aire. Puedes jugar más con la camisa”.
Su intención es producir dos colecciones al año. “Una en verano y otra en invierno -finaliza Rafael-. Las de invierno las queremos hacer ahora en Perú porque hay tejidos excelentes, como la franela o un algodón súper bueno llamado Tangüis, reconocido como el algodón más fino del mundo entonces, me gustaría seguir haciendo las camisas allí”.
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