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Baraka es "bendición" o "carisma" para el Islam. Y si algo les sobra a estas dos tiendas consecutivas a tan solo cinco minutos de la catedral, es carisma. Noemí, su dueña, al frente de la joyería 'Baraka' tiene claro lo que les diferencia. "Es nuestro código estético, que se nutre de las tradiciones orfebres de diversas culturas y épocas", dice.
En su escaparate se exhiben espectaculares collares de fiesta, pulseras, joyas de inspiración gótica y árabe. Con un aire sofisticado y clásico, las piezas que diseñan son tan especiales que raro será que encuentres a nadie con otra igual. Algunas parecen sacadas de un museo arqueológico y remiten a momentos de la historia en los que los ornamentos estaban cargados de significado.
La exclusividad es una de las claves de su éxito, ya que son artesanos. "Creamos nuestras piezas con plata, gemas y otros materiales nobles", explica Noemí. Al tener taller propio, pueden personalizar el diseño.
Solo cruzar el umbral, se extiende el clima tan mágico que envuelve esa parte del corazón del casco antiguo. Ubicada en la popular rúa do Villar, a dos pasos de la plaza del Toural con su fuente coronada por un ánfora, y el pazo de Bendañam con sus balcones con enrejado del barroco compostelano, los ecos de otros tiempos hallan natural acomodo.
La 'Barakita' es su hermana melliza, distinta pero con una genética común. El buen gusto se palpa en este espacio donde el vintage campa a sus anchas. Imposible no entrar a curiosear y toparse con muchas sorpresas.
La tienda está especializada en rescatar mobiliario, decoración y bisutería creadas en el pasado. Desde sillas de oficina de diseño industrial de los años 50 a modelos de anatomía humana y animal –como el conejo didáctico o un pez globo disecado–, mapas que presidían las aulas de las escuelas, objetos curiosos, espejos, bronces y alfombras de distintos lugares del mundo hechas a mano. "Yo viajo por diversos países buscando estos pequeños tesoros que luego vendemos aquí", concluye la dueña.
Al pasar por la fachada de mármol veteado, la vista se queda pegada a las cajas redondas rojas que descansan tras la puerta de cristal. Las sombrereras ordenadas en estantes ejercen un poder hipnótico. Bien podrían formar parte del decorado de una serie ambientada en los años 20. Normal, dado que lleva abierta más de cien años y poco ha variado desde entonces.
Fue en 1912 cuando Celestino Iglesias volvió a Santiago de Compostela, después de acabar un curso de corte y confección en Madrid, con un proyecto bien definido, abrir una sombrerería. "En ese momento los sombreros se hacían a mano. Mi abuelo empezó fabricando gorros para el ejército, policía y bandas de música. Los productos utilizados eran de muy buena calidad. Somos la tercera generación al frente del negocio", cuenta el actual propietario, Andrés Fernández Iglesias tras el pequeño mostrador de madera.
La 'Sombrerería Iglesias' es el única que sigue abierta en la ciudad. En Galicia solo quedan otras dos más, en Lugo y en Ourense. La calidad sigue siendo una obsesión y también aconsejar al cliente para que elija el sombrero más acorde a sus necesidades y su fisonomía. "Tenemos un lema, 'si no lo usas, no lo compres', y un consejo, 'siempre hay que comprar el sombrero un poco más grande porque encogen con el uso, sobre todos los de lana'”, explica Andrés a los clientes.
Aquí llegan personas de toda Galicia, aunque el principal cliente es el turista. Personajes como Castelao, Valle-Inclán o Pavarotti salieron tan contentos con su sombrero para perderse por las empedradas calles de la zona vieja. Por allí te puedes encontrar con el artista Antón Reixa o con Xosé Manuel Beiras o el actual alcalde de Santiago, que cumplen con el ritual de adquirir un gorro lo más favorecedor posible en este comercio de toda la vida.
El producto más vendido es la boina clásica en diferentes tejidos: lana, castor o conejo, entre otros, porque van a comprarla los emigrantes que regresan por vacaciones. "El tiempo influye en las ventas, con 20 grados en otoño pocos sombreros se venden, y lo mismo sucede en primavera", señala el dueño sobre la influencia del cambio climático en el negocio. "Los gorros de piel de conejo son los más apropiados para la lluvia, porque se dejan secar y listo, los de lana no", explica a un señor, que es músico y acaba decantándose por el de conejo.
En esta histórica calle, rúa do Vilar, quedan pocos negocios con tanto renombre, pues han ido cerrando, por la jubilación de los propietarios al no existir reemplazo, o han cambiado radicalmente de actividad. "Mientras nosotros sigamos al frente, la pervivencia de la tienda no peligra". Además, las tendencias le benefician ahora que llevar sombrero está de moda.
Dicen los compostelanos que las tiendas con más rollo están en la zona vieja, en la que por suerte no faltan bares y cafeterías, pero esta tiene algo especial. El café del antiguo Casino de Caballeros es punto de encuentro de compostelanos y foráneos, y un local con mucha historia.
Cuántas tardes de antaño, los vecinos de Santiago que pasaban al lado de los amplios ventanales de este mítico café, que hasta hace poco estaba reservado para socios y alta burguesía, soñaban con sentarse a media tarde en su elegante salón. "Desde el año 2002 cualquiera puede entrar a tomar el café o una copa para descansar un rato. Nuestro público más fiel es el de Santiago, aunque también vienen turistas. Se organizan tertulias literarias y conciertos de piano los viernes y sábados, acompañados de nuestros cafés especiales y tartas caseras", explica Alicia, encargada del local.
Mientras, uno puede acomodarse en una de las mesas donde Valle-Inclán escribía sus esperpentos, y en las que otros colegas le sucedieron después, como Saramago o Castelao, que lo plasmó en uno de sus dibujos, pues es uno de esos lugares perfectos para que surja la inspiración. Exposiciones de fotografías y pinturas cuelgan de sus paredes habitualmente y se respira la tranquilidad de otras épocas, donde el tiempo fluía menos acelerado.
Camisetas de estampación botánica, collares rústicos y festivos, macetas, ropa de diseñadores alternativos, música, platos de artesanía con motivos muy actuales, ilustración, bolsas de tela con mensajes exclusivos, collares con la imagen de las Marías más famosas de Santiago –Coralia y Maruxa– y zuecos tradicionales de madera y cuero en vivos colores… Esta tienda, situada en el número 24 de la Rúa Nova y que abrió sus puertas en el año 2011, es una caja de sorpresas.
"La idea original fue traer moda de nuevos diseñadores gallegos y esto va evolucionando a moda sostenible, también en forma de artesanía y regalos", dice Laura Insausti, que es la culpable de que el producto local tenga un escaparate tan atractivo gracias a su compromiso por las raíces, aunque los diseñadores europeos tienen su hueco.
Llama la atención su escaparate, que es un reflejo de la inquietud de Laura por distintas disciplinas, que hallan acomodo juntas como si estuvieran destinadas a encajar con naturalidad. "Estoy muy feliz con la tienda, el nexo común entre todos los objetos es la originalidad y la calidad para poder competir con las grandes superficies".
Lo que llama la atención al entrar en 'Noroeste Obradoiro' es que no es un taller de joyería al uso. Es un espacio único, donde se desarrolla todo el proceso de creación. Detrás están dos artistas, a los que les separan varias generaciones pero les une su amor por crear piezas en las que la orfebrería y el arte se funden. El control del proceso es absoluto. Desde que se adquieren los materiales, se diseña la joya y se manufactura de forma artesanal.
"En un principio el taller y la galería estaban en distintos espacios, la apuesta por unificar ambos facilita la comunicación con el cliente y lo hace partícipe de todo el proceso creativo, potenciando el entendimiento entre el consumidor y el creador. A nosotros nos molesta lo que está de más. Las joyas contienen solo lo necesario, lo esencial para que nos expresemos a través de ellas", explica José Castro.
Castro es socia desde 2011 de Antonio Ibáñez, quien lo fundó junto a su mujer, Marian Diéguez, en 1994, después de tener taller y tienda en Madrid en el entonces modernísimo mercado de Puerta de Toledo. Ambos han recorrido mundo antes de regresar a su tierra. Fueron Antonio y Marian quienes convencieron a los padres de José para que esta se formase en joyería. Tras estudiar en Barcelona, Londres, EE.UU. y Canadá, en el año 2004 regresa a casa, a Santiago, y abre su propio taller.
Cuando Antonio se jubila en el 2017 pasa a ser directora. Juntos han cosechado importantes galardones como el Voluta Volutidae o el Premio Artesanía de Galicia 2016. Antonio Ibáñez aún sigue acudiendo al taller-galería de vez en cuando, siempre que sus otras aficiones, como la cocina, se lo permiten. El día que hablamos con José Castro, allí estaba Antonio faenando.
En sus creaciones intenta unificar un oficio antiquísimo con el diseño contemporáneo. Las gemas y las piedras de color son las protagonistas de muchas de sus joyas, aunque también les gusta la producción de objetos de mesa y escritorio. "Queremos seguir haciendo nosotros las piezas y no masificar", concluye Castro.
Hacer un regalo se convierte en muchas ocasiones en un quebradero de cabeza. Sin embargo, aquí hay un catálogo de ideas originales para todos los públicos. Situada en el corazón de Santiago de Compostela, en uno de los cruces de calles más transitadas del casco histórico, intersección entre la zona antigua y la nueva, 'Fábrika Fan' ocupa un edificio modernista de sobra conocido en toda la ciudad, en el local que estaba la farmacia de Bermejo.
Lara Caeiro, una de las encargadas, comenta que buscan "ofrecer algo distinto". "Traer a Santiago esas cosas que nosotras comprábamos por internet, porque aquí no las había", dice. Es un concepto de tienda global totalmente novedosa en Santiago de Compostela, que lleva funcionando desde finales de 2017.
Música, artesanía y libros conviven con prendas multimarca como Ecoalf, Dr.Denim o Samsoe, cosméticos de Perricone MD, o los aceites de Morocon Oil. El buen gusto en la selección logra que te sientas como en un oasis de objetos bonitos donde ocupan un lugar destacado los creadores gallegos más actuales.
La quesería es una empresa familiar con sede en Villalba (Lugo). La empresa comenzó su andadura en el año 1991 a partir de una pequeña explotación familiar del matrimonio formado por Remedios Cuba –cuyo retrato cuelga en la tienda– y Marcelino Fernández en San Simón da Costa. "Esta familia vendía los tradicionales quesos de esta parroquia de montaña en las ferias de Villalba, el primer domingo de cada mes, y en los mercados de verano y de Navidad", cuenta Ramón, el encargado de la tienda que se sabe al dedillo la historia del queso que despacha.
Mientras hablamos, entra una joven clienta que le pide un euro de queso azul y Ramón con gran destreza consigue cortarle el trozo exacto correspondiente a ese importe. Algo a lo que ya está acostumbrado porque los peregrinos y turistas suelen comprarlo así para hacerse un bocadillo.
El encargado continúa explicando que cuando en 1996 surge la Denominación de Origen Protegida del queso de San Simón da Costa, ven la oportunidad de montar unas de las primeras mini queserías de la comarca. Empiezan poco a poco, utilizando como materia prima la leche de vaca de su explotación familiar para hacer el queso de San Simón da Costa y, a medida que aumenta la producción, van incorporando leche de ganaderías de la zona.
Los hijos del matrimonio, Adela y Mikel, al acabar sus estudios volvieron a sus raíces y se incorporaron a la empresa, impulsándola hasta convertirla en una de las más importantes del sector. Los productos estrella son el queso San Simón da Costa y el queso azul Lara & Sara, que junto al tetilla y al de cabra son también los más premiados, aunque también venden otras variedades como el tetilla, queso Patelo, Capricho de Chaira y hasta 15 variedades más.