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Vas por Pamplona (o por cualquier ciudad de Navarra y el País Vasco) y por los balcones y las fachadas de los edificios no se ve trepar al típico muñecote de Papá Noel. No. Se ve a un señor con boina negra y barrigota que a duras penas parece que vaya a lograrlo. Su aspecto es humilde, alejado de capas con dorados o fastos de las Majestades de Oriente. ¿Y ese quién es? Es el Olentzero, ¡un carbonero que da regalos a los niños! ¿Perdona? “Sorprende y no tiene mucho sentido que alguien pobre traiga regalos, pero a los niños les gusta”, dice David a los que somos de fuera.
“El Olentzero es una figura de la cultura tradicional popular vasca”, añade con más fundamento Xabier Martínez Alava, presidente de la Asociación Amigos de Olentzero de Pamplona. “Se trata de un personaje mitológico que salía en torno al solsticio de invierno y que socialmente se ha transformado en una especie Papá Noel vasco”, traduce. "Para mí es algo que une el presente y el pasado. Una tradición que marca el comienzo cíclico de la vida en la naturaleza. La representación del solsticio de invierno ahora representada, en cierta medida, por este personaje bonachón que viene todos los años y nos trae cosas buenas. Es como resetearse cada año y creer que somos capaces de empezar de nuevo a hacer miles de cosas buenas", comenta la periodista navarra Reyes Ilintxeta.
Los niños, en este caso de Pamplona, salen desde hace más de tres décadas vestidos de caseros (del caserío, vaya) a ver cómo desfila el Olentzero por las calles de la ciudad el mismo día 24 de diciembre acompañado de su corte de gallinas, cerdos, ovejas y otros animales de granja, así como un animado zampanzar. “Desde siempre, lo mejor es que los regalos llegaban con más tiempo para jugar”, apunta David. Y es que aquí no esperan a Papá Noel, aquí viene el Olentzero en Navidad (sí, sí, luego los Reyes, ya sabemos), en una tradición que cada vez se hace más fuerte y recorre desde el Ensanche (calle Amaya y la arteria principal de Carlos III) hasta Lo Viejo y lo más emblemático de la ciudad.
Si la Estafeta parecía patrimonio de los corredores de San Fermín, en estas fechas es de Olentzero y los niños. “En Pamplona, el 24 pueden participar unas 800 personas en el desfile. No puede haber nada mecánico, están todos los carros tirados por animales, hay bueyes con carretas, y en los carros van muchos niños. Los animales vienen desde un pueblo llamado Leitza, desde donde viene por ejemplo la cerda más grande del pueblo”, nos cuenta Xabier. "Del desfile de Pamplona lo más bonito son los animales, sin duda. Ovejas, cerdos, cabras, ocas, jabalines, burros, bueyes... ¡toda una fiesta para los urbanitas!", concluye Reyes.
Lo que la Asociación de Amigos de Olentzero de Pamplona busca es “traer el mundo rural a la ciudad, con animales, para que los niños vean cómo es el campo. Se acompaña con música y se organiza una fiesta que aquí es el día 24, pero en otros pueblos puede ser el 22 o el 23 de diciembre. Si tenemos en la zona 10 txistularis, nos organizamos para repartirnos. A Bayona, por ejemplo, llega por río y es un personaje vivo. En Pamplona en cambio es un muñeco que se lleva en volandas”. En Pamplona, Olentzero incluso saluda al alcalde, que le pone un pañuelo a la figura.
Como personaje, estamos ante una tradición que “proviene de la zona de Bidasoa, Lesaka, tenemos datos del siglo XV, cuando estos pueblos dependían de la diócesis de Bayona. Siempre se ha mantenido ahí. Era una fiesta juvenil, los jóvenes cantaban por los pueblos y hemos oído que tiene algo de tradición francesa. Cuando la religión empezó a marcar la tradición, pasó a simbolizar que había nacido Jesús y llegaba la luz... Así, Olentzero anuncia la luz”.
Hace unos 60 años, Olentzero llegó desde Lesaka hasta Pamplona, y “hoy se celebra en casi toda Eskal Herria: Guipúzcoa,Álava, Vizcaya, Navarra e Iparralde”. Por supuesto, el personaje se ha ido transformando con el paso del tiempo, “incluso se le ha puesto una novia, Mari Domingi. Es un personaje solterón, comilón, tripón, pero parece que se va estilizando... Lo bonito es que forma parte de la vida de la gente”. ¡Y tanto!
"Oloentzero es un componente más de esta milenaria cultura autóctona, aborigen europea, que se adapta día a día a los nuevos tiempos intentando mantener su en parte por lo menos su personalidad, que es lo que nos da nuestro lugar en el mundo y es, precisamente, lo que podemos aportar a la gran comunidad del planeta, mosaico de culturas", explica Reyes.
Curioso resulta entrar a cualquier comercio chino en una de estas ciudades vascas y ver, además de los Olentzeros trepadores, unos muñecotes del personaje ¡que por supuesto cantan en euskera! pero a los cuales si les miras la base pone “made in China”. “Está claro que ¡a nivel comercial no hemos tenido mucha vista! Hace unos tres o cuatro años, me llamó una chica alemana, ¡quería que comercializáramos el muñeco en Alemania! Tiene gracia, porque aquí casi no lo explotamos más que de una manera muy tradicional”, remata Xabier.