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Fenicios, romanos y árabes quisieron hacerla suya y, en su intento, dejaron numerosas huellas en su paisaje. El entorno de la costa de Granada está formado por una espesa alfombra de naturaleza verde, pero también por viejos torreones y antiguas fortalezas. Estos vestigios hablan de una historia gloriosa, de las visitas inesperadas de piratas y de los viejos pobladores que resistieron como pudieron los envites desde sus pequeñas localidades –hoy transformadas en un paisaje de casas blancas– que surgen como entre cerros y valles.
La Herradura es el comienzo de esta ruta que recorre los pueblos del litoral granadino. Situada entre el cerro Gordo y la punta de la Mona, esta localidad ha pasado de ser una pequeña villa marinera a convertirse en uno de los núcleos más turísticos y poblados de la costa granadina. Su bahía –famosa por la desafortunada pérdida de vidas de la Armada Invencible en un día de tormenta– es un punto de encuentro frecuente para los aficionados a los deportes subacuáticos. Debido a ello se han abierto puertos deportivos como el de Marina del Este, un paraíso para los submarinistas. Junto a la playa de La Herradura se encuentra la playa naturista de Cantarriján que, a pesar de su difícil acceso (para proteger el paisaje se decidió que sólo se pueda acceder a ella a través de una lanzadera), es bastante popular.
Al abandonar La Herradura comienzan las curvas, las pendientes, los miradores y los acantilados que se suceden hasta que llegamos a Almuñécar, la localidad más antigua de toda la costa. La inmensa playa de San Cristóbal (de las más fotografiadas) es también una de los lugares más visitados. Tras un baño, podemos recuperar energías en cualquiera de los bares que hay en el paseo marítimo, caminar entre palmeras o fotografiar la estatua de bronce de Abderramán I, de la dinastía Omeya. Abderramán I luchó por convertir Córdoba en la capital de la Andalucía musulmana y transformó el paisaje con la construcción de un castillo árabe.
A los pies del castillo se encuentra el Museo Arqueológico. Situado en la Cueva de los Siete Palacios también hay en su interior un tranquilo parque ornitológico donde podemos contemplar diversas aves, algunas tropicales. Al salir del parque subimos hasta el castillo o podemos continuar nuestro camino hacia el valle del Río Verde, donde el mar es sustituido por cooperativas y campos de cultivo de chirimoyas. Siguiendo esta ruta llegamos a las Jete, Otívar y Lentegi, desde donde obtendremos buenas vistas para tomar unas fotografías o visitar sus iglesias de origen morisco.
A lo largo de la toda la ruta nos daremos cuenta de la naturaleza exuberante característica de la Costa Tropical y en la que habitan especies autóctonas de América que han ido proliferando en el paisaje granadino. También es posible recorrer esta zona en bicicleta, a través de diversas rutas que conducen hasta las localidades de Itrabo y Molvízar, cuyo pasado árabe queda patente en sus acequias, y que son dos auténticos remansos de paz perdidos en el valle.
Algo más de tiempo dedicaremos a nuestra visita a Salobreña, posiblemente el pueblo más bello de la Costa Tropical. En él, casas blancas de poca altura se agolpan en torno a un cerro coronado por una fortaleza árabe. El entramado de callejuelas se agrupa en el Albayzin, El Brocal y La Fuente y aunque, por momentos la localidad pueda resultar laberíntica, perderse paseando por Salobreña es una de las cosas que no debemos dejar de hacer. Hasta encontrar la iglesia mudéjar de la Virgen del Rosario, podemos recorrer sus empinadas cuestas empedradas, sorprendernos cada vez que descubramos sus espectaculares vistas al mar o contemplar desde alguno de sus miradores la playa, que, sin edificios alrededor, está sitiada por campos de cultivo donde se trabaja el mango, la banana, el aguacate, la chirimoya, la papaya y la guayaba.
De vuelta en ruta llegamos a Motril. En ella todas la calles conducen al cerro en el que se encuentra el santuario de Nuestra Señora de la Cabeza. Anteriormente palacio de descanso de la sultana Aixa, madre de Boabdil (el último rey árabe de Granada), en la actualidad es un edificio dedicado al culto con largos jardines por los que pasear en el parque de los Pueblos de América. La iglesia mayor de la Encarnación, de estilo mudéjar, y la casa de la Palma, antiguo ingenio azucarero de origen árabe y que hoy es un centro cultural, son dos de los edificios singulares que destacan en esta localidad. Junto a la casa la Palma, el Museo Preindustrial del Azúcar es otra de las visitas interesantes que podemos hacer en Motril. Libros antiguos y documentación, viejas prensas de madera, maquetas y patios con cañas y plataneros conforman este espacio expositivo que gira en torno al azúcar, el oro dulce de la Costa Tropical.f
La costa de Granada es la única región europea que disfruta de un microclima tropical. Resguardada por las montañas de Sierra Nevada y el Mediterráneo su situación geográfica propicia las condiciones meteorológicas perfectas para el cultivo de frutas más propias de Sudamérica como el aguacate, la caña de azúcar, las bananas y el mango, pero si algún cultivo destaca frente al resto es el de la chirimoya.
Su forma acorazonada, color verde y pulpa blanca lo convierten en la estrella de los cultivos de la costa granadina por su sabor suave, refrescante y dulce. De hecho, el 20% de su peso son hidratos de carbono en forma azúcares. También es rica en calcio, vitamina c y fibra, y sus 103 kcal aportan beneficios para el tránsito intestinal. Consulta sus propiedades a fondo aquí.
Fueron los primeros exploradores los que la trajeron a España tras sus conquistas en el sur de Ecuador y el norte de Perú. Sin embargo, en la actualidad Granada disfruta ya de sus propias variedades autóctonas; fino de jete y campas son dos tipos de chirimoyas granadinas que están bajo la Denominación de Origen Protegida.
La gastronomía de la Costa Tropical granadina está íntimamente relacionada con sus frutos. Por eso no es de extrañar que en cualquier establecimiento de la zona se ofrezcan ensaladas de lo más diferentes, mezcladas con ingredientes como la chirimoya, el aguacate, el mango y la guayaba, que combinan con otras frutas más convencionales como kiwis, fresas, peras y manzanas. Frutos de la tierra para empezar y del mar para continuar. El pescado fresco que se recoge a diario de las lonjas del litoral es también protagonista en cualquier menú local que se precie.
La chirimoya está presente en las fiestas granadinas. Coincidiendo con las fechas de la cosecha de esta fruta los vecinos de Torrecuevas, en Almuñécar, celebran las Fiestas de la Virgen Madre, patrona del barrio. La celebración dura tres días y comienza todos los 12 de octubre reuniendo a turistas y vecinos de otras localidades que se acercan para disfrutar del ambiente.
El aspecto actual del castillo árabe de Salobreña es el resultado del paso del tiempo y de las diferentes culturas que han pasado por la Costa Tropical. esidencia de verano de los reyes nazaríes de Granada, fue también utilizado por los cristianos como prisión real y recinto militar. Los restos de su pasado castrense se mezclan con jardines y tranquilos paseos que rodean los tres recintos que lo componen.
La influencia árabe de la zona es innegable, incluso algunos hoteles se han construido siguiendo el estilo morisco para no desentonar con el paisaje. Es el caso de Playacálida Spa Hotel, un resort con aspecto de fortaleza árabe que está situado en primera línea de playa, con acceso directo a ésta y una fantástica piscina desbordante que permite unas vistas únicas del litoral de Almuñécar. La ubicación del Best Western Hotel, construido sobre una colina al borde del mar, y sólo a tres kilómetros del centro de Salobreña, convierte este hospedaje en una perfecta opción para disfrutar de las mejores vistas al Mediterráneo.
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