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Esta ruta se inicia en Cadavedo, una pequeña localidad en la que en cada esquina abundan hórreos y paneras, construcciones de la tradición rural asturiana que se encuentran por todo el centro histórico y de las que se pueden llegar a contar hasta un centenar. Callejeando por el centro, veremos la torre de Villademoros, visita imprescindible junto a la ermita de La Regalina. Este espectacular mirador natural situado frente al Cantábrico nos ofrece uno de los atardeceres más espectaculares de la zona. Desde él se disfruta del perfil accidentado de la costa asturiana y de sus acantilados. También es posible distinguir desde allí todas las diferentes tonalidades de verde del litoral con la estampa de un hórreo construido junto a la ermita.
Nuestro viaje por el interior asturiano continúa en Trevías, cuya iglesia de San Miguel Arcángel es el único vestigio que se conserva del monasterio medieval que antiguamente se alzaba en la zona. Siguiendo el camino perpendicular al río Esva, alcanzamos Brieves. Esta preciosa población merece la pena ser visitada por tener un conjunto de casas de piedra y balcones de madera que se encuentran unidas a los hórreos por arcos.
Paredes y su puente romano son el siguiente punto de la ruta y no tienen nada que envidiar al anterior destino. Rodeado por verdes praderías en las que pastan las vacas, también es punto de partida para todos los excursionistas que quieren practicar senderismo entre las hoces y las sendas labradas por el río Esva Si queremos profundizar en la cultura tradicional de los vaqueiros de alzada (grupos trashumantes que se trasladaban de pasto en pasto con su familia, enseres y ganados), es necesario llegar a pie hasta alguna de las praderas, donde los vaqueiros construían sus caseríos para poder controlar al ganado sin tener que bajar a hacer noche al pueblo. Una de ellas es la de Aristébano, que se erige como un mirador natural sobre el valle de Paredes.
Según dejamos atrás Aristébano llegamos a Luarca. También conocida como la villa blanca de la Costa Verde, esta población volcada al mar está vinculada a la historia del desarrollo de la industria ballenera como reflejan los barrios del Carambal y de la Pescadería. En Luarca visitamos el Aula del Mar, que acoge la mayor colección de calamares gigantes de Europa; los barrios de Barcellina y Villar, donde se encuentran algunas casas de indianos –mansiones construidas gracias a las remesas de los emigrantes que marcharon a América–, el faro, la capilla de la Atalaya o la Mesa de Mareantes.
En sus calles más céntricas encontramos tiendas de ultramarinos y pastelerías de grandes ventanales que impregnan el aire con olor a pan. Nuestro recorrido por Luarca finaliza en la plaza del Ayuntamiento para contemplar el estilo modernista de sus edificios y para hacer una pausa y recuperar fuerzas con una fabada al estilo tradicional o bien alguna otra receta más atrevida que incluya centollos y almejas.
Siguiendo la carretera hacia Navia y cogiendo en ésta la salida hacia Tox, llegamos a la villa de Puerto de Vega, posiblemente uno de los pueblos de mayor encanto de la costa asturiana. Merecen nuestra atención el paseo del Baluarte y el conjunto arquitectónico que forman el casino y las señoriales casonas de indianos. No muy lejos de ahí se encuentra la playa de Frejulfe; un monumento natural que invita a pasear por un campo de dunas y contemplar el Cantábrico más fiero desde los acantilados.
Navia, centro administrativo de la zona, es un buen destino si queremos realizar algunas compras. Podemos recorrer a pie parte de su muralla medieval, visitar el monumento al Emigrante, en la playa, y disfrutar de varios ejemplos de la arquitectura indiana que vuelve a ser protagonista también en esta localidad. No hay que dejar pasar tampoco la oportunidad de probar su gastronomía, en especial del sabor del Rapón, una especie de empanada de maíz con tocino, y la Venera; el dulce más conocido del concejo. Subiendo al Alto de la Bobia, se llega aBusmargalí, desde donde tomar la foto que será el penúltimo recuerdo del viaje. Una instantánea para llevarnos el recuerdo de los valles, las sierras y la costa de Valdés y Navia, donde los cultivos de la faba vuelven a ser los predominantes del paisaje.
La fabada, cocido elaborado con alubias blancas y distintos embutidos de cerdo, es el sabor que mejor define la cocina tradicional asturiana. Dependiendo del lugar donde se cultiven, las vainas de las judías que encierran estas semillas comestibles tienen nombres diferentes; pero en Asturias se las llama faba o fabes. Visualmente, el grano, que pertenece a la especie de las Phaseolus vulgaris, es ovalado, de propiedades cremosas, largo, aplanado y de fondo.
Este plato es una importante fuente de hidratos de carbono, proteínas de origen vegetal, fibra y bajo contenido en lípidos. Es rica en calcio, hierro, zinc, magnesio, fósforo y vitaminas del grupo B. Su aporte de ácido fólico es elevado. Eso sí, cuidado al repetir, una ración cubre más del 50% de la ingesta diaria recomendada de hidratos de carbono. Todos los detalles del sabor de la fabada aquí.
Los pescados y mariscos del Cantábrico son la base de la gastronomía asturiana. La centolla o las almejas suelen incorporarse además a la fabada. En Valdés se celebran jornadas gastronómicas como las del pescado de roca, las del pitu de aldea (pollo de aldea), las de las setas, los callos o las de la cocina asturiana, perfectas para disfrutar en pildoritas de los mejores platos de la zona.
En los concejos de Valdés y Navia se celebran durante el año varias ferias populares, especialmente durante el verano. En ellas se puede aprender del arte y la cultura populares y comprar productos artesanales, tallados en madera o forjados, madreñas y redes marinas. También hay mercadillos que venden licores, dulces, mermeladas, miel o embutidos.
La Reserva Natural Parcial de Barayo es un interesante espacio natural de 2,5 kilómetros cuadrados que cuenta con dunas y marismas de gran valor ecológico y paisajístico. Situada entre los concejos de Navia y Valdés, se extiende desde la Punta de Romanellas hasta la playa de Arnela pasando por los acantilados y los islotes de Pedroña y Romanellas.
El Festival Vaqueiro y de la Vaquirada tiene lugar el último domingo de julio en Aristébano y mantiene viva la cultura tradicional de los ganaderos de antaño. La romería de San Timoteo, fiesta del prao asturiano (el 22 de agosto en Luarca) es la más popular y concurrida de la zona. Otra cita obligada para deportistas es el Descenso Internacional a Nado de la Ría de Navia.
Después de haber visto los edificios indianos durante la ruta, es hora de disfrutar de uno de ellos desde dentro. La Casona de Lupa es una vieja construcción colonial que dispone de spa, piscina y un entorno privilegiado en la localidad de Cudillero. Recién restaurada, es como viajar en el tiempo por la Asturias de los inmigrantes americanos.
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