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Pocas regiones de España concentran más cantidad de placeres por metro cuadrado que La Rioja. Su paisaje de viñedos, teñidos de colores naturales, componen el marco perfecto para una gastronomía sobresaliente. En La Rioja la tradición popular agraria ha incorporado muchos productos de la tierra a su cocina, como las habas, que comenzaron siendo un plato de raíces humildes para pasar luego a ser consideradas un auténtico manjar.
La ruta en torno a ellas comienza en Ezcaray, uno de los destinos turísticos más destacados de La Rioja y donde, con la llegada cada año de la primavera, se celebra la Fiesta de las Habas de San Benito. La costumbre se remonta a tiempos medievales, cuando los monjes del priorato de Santa María de Ubaga, muy cercano a la aldea de Cilbarrena, repartían este plato entre los más hambrientos. Actualmente el reparto no viene tanto a saciar estómagos como a mantener viva una tradición que sirve de reclamo a miles de vecinos del municipio y a turistas.
Además de disfrutar de sus singulares tradiciones, en Ezcaray debemos recorrer el casco antiguo. Las plazas con soportales, que dan cobijo cuando llega el frío, y la iglesia de Santa María La Real, son rincones que hay que buscar en la localidad. La iglesia, que data del siglo XV y destaca por su retablo mayor, está construida sobre los cimientos de un templo románico y guarda en su interior el Museo de la Sacristía, que expone el patrimonio de la zona.
La marca de su pasado industrial también se aprecia paseando, especialmente cuando nos encontramos edificios como la Real Fábrica de Paños El Fuerte. Fundada en el año 1752, con el apoyo del marqués de la Ensenada, estuvo activa hasta bien entrado el siglo XIX y actualmente es un albergue reconocido como Bien de Interés Cultural. Para recorrer a fondo Ezcaray podemos visitar también el palacio del Ángel, en cuya fachada luce un ostentoso escudo de estilo rococó; la ermita de la Virgen de Allende, barroca; la ermita de Santa Bárbara y el palacio de Barroeta. La riqueza patrimonial de Ezcaray, enmarcada en un paisaje que se engrandece en primavera y en otoño, y su cercanía a la estación de esquí de Valdezcaray la convierten en la primera villa turística de La Rioja.
Muy cerca, a unos dos kilómetros, sale al paso la segunda parada del itinerario, Ojacastro, que toma su nombre de una fortificación romana previa al asentamiento del pueblo. De amplia tradición ganadera, el pueblo en sí destaca por su estructura, dividida en dos barrios. Uno es conocido como el Pisón, y el otro gira alrededor de la iglesia parroquial de San Julián y Santa Basilisa. El templo data del siglo XVI, pero al pie de la torre todavía queda una ventana de un templo románico anterior. Su pila bautismal también es una gran pieza del románico del siglo XII. La ermita de la Ascensión, de románico tardío, y la del Santo Ángel completan su patrimonio monumental más destacado, aunque el simple hecho de pasear por sus calles y admirar sus bellas edificaciones de arquitectura rural cautiva por sí sólo.
Continuamos el itinerario por la misma carretera en busca de Santurdejo. Los alrededores, con los Montes de Suso como protagonistas, son un festival de naturaleza. A un lado, pino silvestre y rebollo y, al otro, castaños y cerezos silvestres. La zona es ideal para los amantes del senderismo. Santurdejo ofrece una estampa con las típicas construcciones de mampostería y entramados de madera que se van apareciendo en el camino que nos conduce hasta la iglesia parroquial dedicada a San Jorge, del siglo XVIII, que tiene un bello arco en el pórtico y custodia en su interior varios retablos barrocos. Destaca también la imagen del santo a caballo en el altar mayor.
Campo adelante la ruta llega a su fin con una última parada. Se trata de Pazuengos, una localidad enclavada entre Ezcaray y San Millán de la Cogolla, que se postra en un valle a los pies de la Sierra de San Lorenzo. Antes de parar a descansar para conocer los placeres gastronómicos de la ciudad, conviene que nos acerquemos a conocer la pequeña iglesia de San Martín y un territorio adyacente de pastos dedicados al ganado ecuestre y vacuno. La localidad fue escenario de la batalla medieval de Pazuengos, en la que luchó el Cid Campeador para defender el castillo, del que lamentablemente ya no queda ningún rastro.
Con la llegada de la primavera, los huertos y las cocinas riojanas inauguran la temporada de habas. Hay muchas formas de prepararlas, pero lo más habitual es hacerlas con jamón. Para la receta hacen falta habas secas, tocino, jamón serrano, cebolla, un hueso de jamón, ajo, guindilla roja seca, aceite, sal y pimentón. Tras tener las habas en remojo durante toda una noche, se les quita la piel y se hierven en una cazuela junto con el agua, los ajos, el hueso de jamón, la sal y el aceite. En paralelo, se dora en una sartén la cebolla, la guindilla, el tocino, el jamón en tacos y una cucharada de pimentón. A continuación, se añade a la cazuela y se deja cocer a fuego lento. Cuando el plato ya está en su punto justo se apaga el fuego y se deja reposar unos minutos. Las habas con jamón tienen un contenido energético medio y al incluirlas en la dieta se aporta al organismo hidratos de carbono y proteínas de origen vegetal y animal. Además, son ricas en fibra y en minerales como hierro, magnesio, zinc, potasio, fósforo, selenio, y vitaminas como la tiamina y la niacina.
En Ezcaray, donde se sabe lo que son los inviernos más fríos, existen numerosas tiendecitas que venden sus famosas mantas. Conocidas en toda la península, hay quien viaja expresamente para hacerse con un par de ellas. Además, también del mismo material, en el barrio de la Soleta de Ezkarlan se fabrican abrigos de lana.
El puente de Canto, a la salida de Ezcaray, conduce directamente a los paisajes de la sierra de Demanda. Aquí comienzan varios itinerarios de senderismo que cruzan algunas aldeas del antiguo señorío. También podemos visitar el nacimiento del río Oja y ascender hasta la Cruz de la Demanda que, como recompensa a la caminata, ofrece espectaculares vistas.
El primer fin de semana siguiente al 21 de marzo, en el Atadero de Ezcaray, tiene lugar la Fiesta de las Habas de San Benito. Su origen se remonta al tiempo en el que los monjes del priorato de Santa María de Ubaga realizaban repartos de habas para calmar la hambruna. Desde las seis de la mañana se preparan las habas en grandes calderos y luego se reparten en miles de raciones.
Lo que antiguamente sirvió como vieja casa de postas y repostaje de carruajes, actualmente ocupa uno de los mejores puestos dentro de los hoteles gastronómicos de la península. El Hotel Echaurren, en Ezcaray, tiene numerosos encantos para elegirlo como hospedaje. Su sabor rural y el entorno no dejan indiferentes, pero son su Gastrobar, su Bristrot Comilón y el restaurante El Portón los mejores reclamos de este hotel que permite probar lo mejor de la cocina de vanguardia y el sabor tradicional de la gastronomía riojana. El edificio de aspecto renacentista en el que se levanta el Hotel Palacio Azcárate no desentona ni un ápice con el entorno de Ezcaray. Vinoterapia, cata de aceites y cenas maridadas, la casa ofrece multitud de actividades para pasar un fin de semana dedicado al placer gastronómico.