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Aunque actualmente su fama se vea reforzada por acoger uno de los Grandes Premios de Moto GP, Alcañiz era ya centro de todas las miradas en la edad Edad Media. La silueta del castillo que corona la localidad, y que se vislumbra desde la carretera, nos permite hacernos una idea de que, como poco, nos encontraremos con una ciudad monumental. Ya citado en el Cantar del Mío Cid en el año 1140, el antiguo castillo de la Orden de Calatrava comenzó a construirse en el siglo XII y se levantó sobre los restos de un castro romano y probablemente de lo que posteriormente fue una alcazaba musulmana.
Actualmente el emblemático edificio es un Parador de Turismo, pero se puede ver su interior restaurado aprovechando una pausa para disfrutar de un café. Las pinturas góticas de la torre del Homenaje, de temática bélica y cortesana, y su situación geográfica que lo convierten en un perfecto observatorio de la huerta del Guadalope, son dos atracciones que no debemos dejar pasar.
Muy cercano al castillo está el estanque de La Estanca de Alcañiz, perfecto para practicar deportes náuticos en las riberas del río Guadalope, donde se cultiva el melocotón de Calanda. Callejeando por los alrededores llegamos fácilmente al casco antiguo de la localidad. Su plaza de España, flanqueada por la lonja gótica, el señorial Ayuntamiento del siglo XVI y la ex colegiata de Santa María la Mayor(inspirada en la arquitectura de la basílica Pilar de Zaragoza), se mantienen en perfecto estado de conservación y suelen estar llenas de turistas y de vida cualquier día de la semana.
Antes de partir hacia la siguiente etapa, Caspe, bajamos a la fuente de los 72 caños, junto al río, o podemos recorrer las entrañas de Alcañiz a través de los túneles subterráneos que conectan diferentes puntos de la ciudad entre sí. Algunos de ellos se han restaurado y se pueden visitar desde la Oficina de Turismo.
La carretera que conduce a Caspe (a unos 30 kilómetros) serpentea entre los olivos del Bajo Aragón y los cerros con grandes rocas desplomadas que parecen viejas fortalezas derruidas. Los melocotoneros, amarillos y redondos como el sol, crecen en las orillas del gran embalse del Ebro, un lugar privilegiado para la pesca y que casi linda con el casco urbano de la localidad. Una vez dentro de Caspe iremos a ver la colegiata de Santa María la Mayor, cuya portada gótica y barroca se lleva todas las miradas, al igual que su larga torre de campanario descubierto, que hace que a lo lejos el edificio parezca un faro.
Calanda, nuestro siguiente destino, es una localización de lo más cinematográfica. En concreto, es el lugar donde nació del cineasta Luis Buñuel y sede también del museo Centro Buñuel Calanda, que recorre la vida del legendario realizador. El director de películas como ‘Un perro andaluz’ y ‘El discreto encanto de la burguesía’ vivió en París y más tarde en México, sin embargo regresaba en Semana Santa a Calanda para tocar el tambor, una de las señas culturales de esta localidad y de otras cercanas pertenecientes a la Ruta del Tambor y del Bombo.
Otro pueblo que destaca por su particular celebración de la Semana Santa es Alcorisa. En ella, cada Viernes Santo se representa el Drama de la Cruz, una interpretación viva de La Pasión que data del siglo XVI y en la que intervienen más de 300 vecinos. Para no entretenernos sólo de cuestiones espirituales y saciar la sed cultural, una vez en Alcorisa realizamos una mini ruta en busca de sus fuentes medievales. La de Los Tres Chorros es la excusa perfecta para caminar por el casco antiguo y disfrutar de la vista de palacios, iglesias y plazas porticadas o incluso, si hay tiempo, para dar un romántico paseo por el parque fluvial del río Guadalopillo.
Pasado Alcorisa iremos hasta Molinos, núcleo urbano que en plena Sierra de Maestrazo alberga las Grutas de Cristal. Abiertas al público, las cuevas tienen unos 600 metros de longitud y son un prodigio de estalactitas y estalagmitas. Arroyos, fuentes, molinos y acequias salen al paso mientras avanzamos hacia el embalse de Gallipuén y los pueblos de Berge, Molinos y Seno.
Proseguimos nuestro recorrido en Mas de las Matas, cuya iglesia posee una torre que parece dar la bienvenida antes de continuar hacia Aguaviva y a Las Parras de Castellote, todos ellos pequeños pueblos que poseen el encanto rural de las contraventanas de madera y el silencio sepulcral a la hora de la siesta. Volviendo a Mas de las Matas bordeamos el embalse de Calanda. Cerca está Foz-Calanda, donde hay restos de un horno alfarero que recuerda la tradición artesana que aún pervive en el Bajo Aragón, una tierra que posee un delicioso aceite oliva, sabrosos frutos como el melocotón y una artesanía arraigada de la que dan buena muestra los objetos de cerámica decorativa y utilitaria, los trabajos en piedra, la forja de mobiliario y de artículos decorativos.
El melocotón de Calanda es de la variedad autóctona amarillo tardío y los clones jesca, evaisa y calante. Su sabor es dulce, consistente y carnoso y aunque son características del clima de la región también se consiguen gracias a un esmerado proceso de maduración. El mimo que se da a cada melocotón es casi personalizado tanto que entre los meses de junio y julio cada melocotón es cubierto uno por uno en el árbol con una bolsa de papel parafinado. Antes de guardarlo en la bolsa, lo que se hace manualmente, se aclara el fruto y se eliminan todos aquellos que no cumplen la talla establecida.
Muy rico en fibra, es un alimento muy recomendable para normalizar el tránsito intestinal y prevenir el cáncer colorrectal. Además contiene potasio, vitamina C y vitamina A. El 89% de su composición es agua y su nutriente mayoritario, los hidratos de carbono (9%). Más información en www.melocotondecalanda.com
La pizza es a Italia, lo que las tortas saladas lo son al Bajo Aragón. Este plato consiste en una base de pan que se cubre con pimientos, tomates, jamón…, todo ello aderezado con una salsa de la tierra denominada Chirigol. También son populares platos como la Fritada, los huevos en cazuela, el arroz de abadejo con patatas y el conejo con caracoles.
El comienzo del otoño, justo cuando se cosechan los melocotones que dan renombre a la comarca, permite ver los campos en todo su esplendor. El comienzo de la primavera coincidiendo con Semana Santa es también una buena época para empaparnos de todas las tradiciones de la época.
En Alcañiz se celebra el día 23 de abril la fiesta conmemorativa del Vencimiento del Dragón, una festividad que rememora la figura de San Jorge como patrón de Aragón. También durante el mes de julio la localidad vive la cultura con el Festival de los Castillos, un evento dedicado a grupos teatrales y musicales.
Su reciente inauguración (2012) hace del Hotel Ciudad de Alcañiz el lugar perfecto para los que buscan un escondite nuevo y moderno. A sólo cinco minutos del centro de la ciudad, es el hotel más cercano al circuito de velocidad Motorland, donde cada año se celebra el Gran Premio de Moto GP.