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El litoral valenciano se adentra hasta la meseta castellana a través de la Hoya de Bunyol, cuyos valles sembrados de vides dan paso a una montañosa estampa, orografía que le ha valido el sobrenombre de la Suiza valenciana. En pleno centro de la comunidad discurre esta ruta que sabe a Mojete, un plato sencillo de la cocina de labranza transmitido desde hace siglos y que cobra especial protagonismo en las noches festivas de agosto. Nuestro itinerario comienza en Cheste, tierra de buenos vinos y de alta velocidad. Su casco antiguo, de reconocible sabor moruno, nos invita a visitar la plaza del Calvario, con la ermita de San Vicente Ferrer y la torre barroca de la iglesia de San Lucas.
A sus afueras los apasionados del motociclismo tienen que visitar el Circuit de la Comunitat Valenciana Ricardo Tormo, donde se celebran las carreras de moto GP. A continuación volvemos a tomar la carretera para seguir hasta Chiva. A los pies de la loma está su castillo y el barrio de Bechinos, que atesora muestras de su pasado musulmán con un intrincado callejero y una vieja atalaya, torre defensiva del siglo XII convertida actualmente en espacio cultural. El templo de San Juan Bautista (barroco y neoclásico) guarda importantes obras del pintor José Vergara que se pueden visitar en su interior. Para terminar debemos subir hasta la ermita de la Virgen del Castillo y disfrutar de sus vistas antes de retomar antigua carretera para llegar a Bunyol.
La Tomatina ha colocado a Bunyol en el mapa de fiestas más internacionales de la Comunitat Valenciana, junto con las Fallas. Pero más allá de lanzarse tomates unos a otros, el pueblo cuenta con más atractivos: su barrio del Castillo sintetiza el patrimonio monumental de la Bullion romana. Entre el cauce del río Buñol y el barranco de Borrunes se encuentra su fortaleza medieval, del siglo XIII. Conserva la plaza de armas y sus torres, desde las que podemos divisar el barranco, los tejados de la población y la cúpula de cerámica azul de la iglesia de San Pedro Apóstol. El templo custodia además interesantes esculturas religiosas.
Junto al castillo, en lo que antiguamente fue la iglesia del Salvador, se encuentra el Museo Arqueológico, que posee una curiosa colección etnográfica local. Entre Bunyol y Yátova, nos desviamos hasta el paraje de la cueva Turche. El lugar cuenta con un área de recreo junto a la cascada y el lago, que se asemeja a un espectacular anfiteatro calizo. Enlazando una nueva carretera llegamos a Dos Aguas, pueblo encajado entre la sierra del Ave y la del Caballó. La villa mantiene sus raíces moriscas y en ella podemos visitar un castillo medieval, la iglesia de la Virgen del Rosario y el torreón de La Matrona.
La carretera desciende hacia el Júcar y llega hasta Millares, con un interesante pasado morisco y un castillo que sobresale en un promontorio sobre el Júcar. El punto final de la ruta lo pone la serpenteante carretera que, camino hacia Bicorp, nos conduce al yacimiento del Tambuc, con huellas de dinosaurios fosilizadas. En la cueva de la Araña, a las afueras del pueblo, se conservan pinturas rupestres del arte levantino, Patrimonio de la Humanidad. Un último paseo para completar la ruta nos acerca al castillo palacio renacentista del Señor de Bicorp y su Ecomuseo.
Para preparar el Mojete, en primer lugar hay que freír las longanizas, el tocino, las morcillas y el hígado de cerdo. Con el aceite sobrante, se sofríe el tomate y la patata troceados y se le echa un poco de pimentón. Se pica en un mortero el ajo y el hígado frito y se añade también a la sartén. A continuación, se vierte agua y se deja hervir durante 15 minutos. Se incorpora la harina poco a poco, sin dejar de remover, hasta que espese. De nuevo en el fuego hay que seguir removiendo durante unos 15 o 20 minutos.
Este plato también se puede hacer con bacalao en lugar de longanizas. En ese caso, la diferencia es que el bacalao se fríe con la patata y con el tomate y no se saca de la sartén. Si se sigue la receta tradicional, la morcilla y el hígado de cerdo aportan hierro y vitaminas como la B12 a la dieta. Acompañado con patatas se equilibra el aporte nutricional de la receta con hidratos de carbono.
La plaza de armas de Bunyol acoge el primer domingo de mes un mercadillo de artesanía y arte donde podemos hacernos con aceites artesanos, libros, trabajo en cuero y otros productos. Por su parte, la gastronomía de la localidad se basa en arroces y verduras y no debemos dejar de probar durante la visita platos como la Olla Podrida, el arroz ayuno o el arroz con bledas (acelgas).
Fuera del centro urbano se encuentra la Hoya de Bunyol. El terreno, una enorme depresión geográfica, sirve como marco para numerosos deporte de aventura al aire libre, como la escalada. La Hoya cuenta con más de 300 vías de escaladas divididas en seis sectores. También podemos practicar la espeleología en numerosas rutas geológicas que recorren la comarca.
La última semana de agosto, Bunyol celebra las fiestas de San Luis Bertrán y de la Virgen de los Desamparados, patronos de la localidad. Además de la Tomatina, la más internacional y multitudinaria de las celebraciones locales, se realizan varios concursos gastronómicos populares como el del Mojete, que reúne alrededor del fuego de leña y de las sartenes a peñas y entusiastas.
Rodeado de naranjos y pinos, el hotel-boutique Mas de Canicatti, en Villamarxant, ofrece evasión cien por cien mediterránea. Situado en las cercanías del Parque Natural del Turia, su ubicación permite acercarse a la capital del Turia y también explorar los alrededores. Sus más de 2000 metros cuadrados de jardines y las vistas al Parque Natural Sierra de Calderona son sólo dos de atractivos que destacan del Hotel Ad Hoc Parque Golf, en Bétera. La sauna, el campo de golf a unos metros y el menú de su restaurante basado en productos ecológicos son el resto de la oferta que convierten la elección de este hotel en un acierto.