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En el corazón de la Vega Media del río Segura, rodeada de fértiles campos, surge la ciudad de Murcia, inicio de nuestra ruta. La huerta prospera aquí desde tiempos romanos, aunque fueron los árabes los que impulsaron la agricultura, gracias a la construcción de una red de acequias, norias y presas que aún perdura. También el Paparajote, un postre genuinamente huertano, cuya masa envuelve una hoja de limonero, y que se heredó de los árabes. Paseando por el centro de la ciudad encontramos la catedral, construida a finales del siglo XIV sobre la antigua mezquita y que integra gótico, renacimiento, barroco y neoclásico. Destaca su torre de 95 metros de altura y su fachada principal, considerada el máximo exponente del barroco español. El claustro de la catedral alberga hoy un museo(plaza de la Cruz s/n; 968 219 713). En las proximidades además, podemos contemplar el palacio Episcopal, con fachada rococó y patio churrigueresco, y el Ayuntamiento, del siglo XIX, cuya ampliación fue diseñada por Moneo.
En la calle Trapería podemos pararnos en el casino, obra de 1847 que mezcla diversos estilos arquitectónicos. En la plaza de Santo Domingo, centro de reunión de los murcianos, se levanta la iglesia del mismo nombre, del siglo XVII, el palacio de los Pagán y la casa Cerdá. Más allá, en el paseo Alfonso X, podemos visitar el convento de Santa Ana y la plaza de Romea, con su teatro y varias casas-palacetes. Es muy recomendable visitar el Museo Salzillo (plaza de San Agustín, 3; 968 291 893), donde se guardan las tallas procesionales del Viernes Santo y un impresionante belén, compuesto por más de 500 figuras del célebre escultor Francisco Salzillo. Tampoco podemos marcharnos de la ciudad sin pasear por sus plazas más castizas: la de las Flores, la de Santa Catalina y la de San Juan.
Abandonamos la capital por la avenida Juan Carlos I, que se une a la carretera que nos conduce hasta Molina de Segura. Allí encontramos monumentos como la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, la ermita de San Roque, la muralla almohade de los siglos XI-XIII o la casa-cárcel (Cervantes, 4-6; 968 643 730) del siglo XVII, un antiguo granero reconvertido en biblioteca y sala de exposiciones. Siguiendo la carretera, un desvío nos lleva a Lorquí, cuya iglesia de Santiago Apóstol alberga tallas atribuidas también a Salzillo. Aquí destacan además la noria del Rapao, monumento de Interés Artístico Nacional, y la zona alta, con un conjunto de casas-cueva y con bellos miradores que funden en un único paisaje huerta y sierra.
Cieza, cuna del melocotón y la oliva, celebra durante sus fiestas el concurso de lanzamiento de huesos de aceituna
Un puente sobre el Segura nos traslada a Ceutí, verdadero museo al aire libre de arte moderno. Sus calles y plazas albergan más de un centenar de obras de Chillida, Manolo Valdés, Ouka Lele…, además del Centro de Arte Contemporáneo La Conservera (avda. Lorquí, s/n; 868 923 132), el Museo Antonio Campillo (C/ Clavijo, 1; 968 690 151) y el Museo 7 Chimeneas (Don Eloy, s/n; 968 690 151). Callejeando, descubrimos también murales de Manuel Belzunce, Antonio Maya o Torregar.
De nuevo en carretera, nos dirigimos a Archena, famosa por su balneario de aguas termales que manan a 50 grados centígrados y por la iglesia barroca de San Juan Bautista. Muy cerca encontramos la casa Grande, del siglo XV, con su torreón central, y el palacete del Vizconde de Villa Rías, con un jardín romántico.
Continuamos el itinerario pasando por Ricote, último reducto musulmán del levante español, para llegar después a Blanca, cuyo casco antiguo medieval atesora importantes restos históricos musulmanes. Merece una visita el Museo y Centro de Arte de Blanca (MUCAB) y el Centro de Interpretación de la Luz y el Agua, que permite conocer la historia del lugar, desde los asentamientos íberos hasta su evolución como zona de veraneo de la burguesía local del siglo XIX. No muy lejos hallamos la ermita de San Antonio el Pobre, enclavada en un lugar privilegiado de la sierra próximo al convento franciscano de Santa Catalina del Monte.
La carretera nos acerca después hasta Abarán, población con gran tradición de zarzuela y toros. Destacan sus calles y plazas adoquinadas; el Teatro Cervantes, de estilo ecléctico y líneas modernistas; las norias, muchas de ellas aún en funcionamiento; el paseo de la Ermita, con vistas sobre el valle del Ricote, y sus famosos albaricoques.
La ruta finaliza en Cieza, cuna del melocotón y la oliva, donde en sus fiestas de agosto tiene lugar un curioso concurso de lanzamiento de huesos de aceituna. No debemos perdernos los yacimientos del Paleolítico y Neolítico, declarados por la Unesco Patrimonio de la Humanidad; la Plaza Mayor, el Balcón del Muro, conjunto histórico con una antigua fortaleza del siglo XV y una muralla del XIX, y el conjunto arqueológico de Medina Siyasa, cuyas ruinas conservan el trazado de las calles, la estructura de 18 casas andalusíes y el alcantarillado.
Los amantes de la naturaleza y los deportes de riesgo deben saber que en Cieza se encuentra uno de los parajes naturales más bellos e insólitos formados por el río Segura: el cañón de los Almadenes. En esta zona, las aguas del río generan rápidos y remolinos que permiten la práctica del rafting, el trekking y el barranquismo, una auténtica sorpresa en la región de Murcia.
El Paparajote Murciano es un postre típico de la huerta que consiste en hojas de limonero envueltas en una masa que se fríe y espolvorea con azúcar y canela. Es económico, sano y fácil de preparar. La masa se elabora con huevos, leche, agua, aceite, azúcar y canela. Con ella se impregna por ambas caras una hoja de limonero que no se come, ya que es muy indigesta: sólo se usa para dar forma y aroma a la masa. Los Paparajotes se fríen momentos antes de degustarlos, por lo que se trata de un dulce poco apto para venderse en tiendas; se come en ocasiones especiales como las Fiestas de Primavera, donde se elabora en las tradicionales barracas. Se sirven en una fuente adornada con ramitas de canela, una hoja de menta o una flor del limonero. Suele acompañarse de vino dulce, mistela o café de puchero.
Este postre contiene vitaminas A, D y del grupo B, hidratos de carbono complejos procedentes de la harina y simples del azúcar. Además, la fritura en aceite de oliva aporta grasa de buena calidad. Todo acerca del Paparajote Murciano, en www.regmurcia.com
Los diferentes mercadillos semanales de los pueblos del recorrido ofrecen una amplia muestra de embutidos, hortalizas y frutas. También hay ferias y mercadillos artesanales donde venden dulces tradicionales, como arrope y calabazate, o la carne de membrillo, así como muebles de madera, de forja, objetos de orfebrería y cerámica.
Además de la Semana Santa de Murcia, declarada de Interés Turístico Internacional, destacan las Fiestas de Primavera. Durante una semana, restaurantes y barracas elaboran platos típicos como el Zarangollo, el Pisto Murciano, los Michirones o embutidos procedentes, sin olvidar el Paparajote. El día grande es el desfile de carrozas del Bando de la Huerta.
A diez minutos del centro de Murcia se encuentra el Hotel Nelva(Avda. Primero de Mayo, 5; 968 060 200), que ofrece unas instalaciones modernas, elegantes y confortables. A unos pasos de la catedral de Murcia, de la Plaza de Toros y con vistas al rio Segura está el Hotel Silken 7 Coronas (Garay, 5; 968 217 771), en cuyo restaurante podemos degustar las mejores delicias tradicionales de la gastronomía de la provincia.
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