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La sierra de Leyre ofrece un impresionante conjunto montañoso del Prepirineo navarro, una joya natural en la que contrastan los elementos del paisaje mediterráneo y atlántico. Aunque, sin duda, lo más característico de esta cordillera, atravesada por los ríos Esca, Salazar e Irati, es la formación de los abruptos valles conocidos como foces. Un lugar que suma a su encanto paisajístico la posibilidad de degustar un auténtico puchero a base de pochas cultivadas en la zona, una variedad de alubia blanca que se consume antes de que madure. Por este motivo, a diferencia de otras legumbres, necesita poco tiempo de cocción y posee una textura y es especialmente mantecosa. Nuestra ruta nos conduce por algunos de los pueblos donde se produce esta joya de la huerta navarra, entre los que destaca Sangüesa, donde cada mes de agosto se celebran unas jornadas dedicadas a la pocha.
Antes de dejarnos llevar por las excelencias gastronómicas de la zona, debemos detenernos en Yesa. Aquí se encuentra la presa que forma el embalse del mismo nombre y el monasterio de San Salvador de Leyre. Ubicado en un entorno privilegiado, constituye uno de los conjuntos monásticos más importantes de España por su relevancia histórica y arquitectónica.
Destacan su cripta del siglo XI (la parte más antigua) y la puerta Speciosa, en la iglesia clerical, una auténtica Biblia en piedra llena de fascinantes detalles. Ya en el interior, la gran nave central y la bóveda gótica, una de las más bellas de Navarra, asombran y llenan de espiritualidad la construcción. Tras una reja de estilo gótico tardío está el panteón de los primeros reyes de Navarra y junto a él se venera al Cristo de Leyre, una enorme talla del siglo XVI. El conjunto monástico sobrecoge por su atmósfera de sosiego y por los cantos gregorianos de los monjes benedictinos que lo habitan y que terminan por convertir la estancia en un lugar muy especial.
Antes de poner rumbo a Sangüesa, la carretera se desvía hacia Javier, que conserva una fortaleza medieval erigida sobre roca viva. En ella se congregan cada año, a principios de marzo, miles de navarros que quieren participar en la popular peregrinación conocida como la Javierada y se pueden concertar visitas guiadas para disfrutar a fondo de toda su historia. Este punto es un lugar emblemático, puesto que en él nació, en 1506, y vivió San Francisco Javier, cofundador de la Compañía de Jesús y patrón de Navarra.
En el castillo no debemos dejar de visitar la capilla del Cristo de Javier, con una imagen del siglo XVI que, según la tradición cristiana, sudó sangre cuando el santo agonizaba en Sancián. La talla está acompañada de un fresco medieval muy singular, la única representación gótica de la danza de la muerte que existe en España.
Tras esta nueva lección de historia, alcanzamos Sangüesa, punto de paso del Camino de Santiago Francés. En su casco histórico se mezclan viviendas tradicionales con auténticas obras de arquitectura civil, como el palacio de Añués o la Casa Consistorial, construida sobre una de las alas del palacio de los Reyes de Navarra, quienes establecieron allí su corte. Si lo que buscamos son monumentos religiosos, entonces debemos visitar el convento de San Francisco de Asís, cuya fundación se atribuye al propio santo en el siglo XIII.
Enlazando varias carreteras, alcanzamos el final de la ruta, Lumbier, ubicado a los pies de la sierra de Leyre. Aquí la arquitectura respira aires pirenaicos. En su Calle Mayor, se sitúa el Ayuntamiento más antiguo de Navarra, que se encuentra en un edificio renacentista del siglo XV. Pero lo que más llama la atención a los visitantes es la foz de Lumbier, un cañón de algo más de un kilómetro de longitud tallado por el río Irati en la roca caliza, generando unas paredes de hasta 400 metros de altura. Esta área, por la que discurrió el tren Irati, el primero eléctrico de la península, es también reserva natural y hábitat de aves rapaces, como los buitres leonados y el alimoche. Todo un paraíso natural por descubrir a los pies de la localidad.
La caparrona, la pilarica y el medio palo son variedades de este tipo de alubia blanca que ya por San Fermín empieza a aparecer en las mesas navarras, aunque es en agosto cuando alcanza su mejor momento. La pocha de Sangüesa se obtiene de desgranar las vainas de la alubia verde cuando éstas todavía no se han secado. Por este motivo los granos son de color verde marfil (de este tono desvaído se deriva su nombre). Visualmente es una legumbre poco harinosa, tierna y fina, cuyo delicioso sabor se puede disfrutar simplemente cocida y aderezada con un sofrito vegetal de cebolla, pimiento verde, tomate y puerro.
Para preparar las pochas basta con cocer las alubias lentamente e ir añadiendo a la olla el resto de ingredientes. El secreto, según los lugareños, es ser pacientes y esperar el tiempo preciso para que la salsa ligue con el aceite y las pochas queden enteras, tiernas y mantecosas. Incluir las pochas en la dieta supone un aporte extra de proteínas de origen vegetal, un alto contenido en hidratos de carbono complejos y fibra, que mejora el tránsito intestinal. Si las alubias se preparan con un sofrito de verduras, también sumamos minerales, como el hierro y el magnesio, y vitaminas al plato.
Sangüesa cuenta con numerosas tiendas locales y talleres que se dedican a la producción propia de artesanía en barro y todo tipo de recuerdos del Camino de Santiago. Para recordar el sabor de la tierra, podemos hacernos con vino tinto de Uñesa o con algunas delicias como el turrón de la región, la torta de Txantxigorri, las virutas de San Jorge y los Barbos de merengue.
Al cruzar el puente sobre el río Aragón, la esbelta silueta deSanta María la Real da la bienvenida a la localidad de Sangüesa. Fruto de la transición del estilo románico al gótico, la iglesia está considerada Monumento Nacional y tiene una portada fantástica del Juicio Final que casi, casi, es un retablo hecho en piedra.
A finales de agosto, coincidiendo con la mejor época de la legumbre, Sangüesa acoge las jornadas Elogio a la Pocha con el objetivo de ensalzar las cualidades de esta alubia. Los vecinos y visitantes pueden desgranarlas y sumarse a la preparación, elaboración y degustación de este producto, desde la receta de estofado a preparaciones tan singulares como el helado de pochas.
Si buscamos disfrutar de una estancia auténticamente medieval en Navarra, el Parador de Olite se perfila como el alojamiento perfecto. Levantado sobre un palacio-castillo del siglo XV, el edificio conserva rincones y vidrieras originales que transportan a tiempos pasados. El Hotel Yamaguchi resulta perfecto para probar la gastronomía navarra. Situado en las cercanías de Sangüesa, a muchos peregrinos les costará retomar el camino después de hacer noche aquí.
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