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La trashumancia de ganado ovino fue durante siglos una de las actividades ganaderas más relevantes para la economía del Maestrazgo de Teruel. Bajar a los pastos invernales de las vecinas comarcas levantinas era una de las tareas anuales de los pastores turolenses, una actividad relacionada directamente con la producción artesana de un manjar local: el queso de leche de oveja y cabra de Tronchón. Miguel de Cervantes ya menciona este sabor en la segunda parte de El Quijote y se sabe que en el siglo XVIII este queso era muy apreciado en el palacio de Maria Antonieta y Luis XVI.
Con su peculiar forma trapezoidal, actualmente se elabora en amplias zonas de Teruel y Castellón. Podemos disfrutar de toda esta historia en primera persona y sobre todo catarla en las numerosas localidades por las que pasa esta ruta. El itinerario comienza en Molinos, donde se levanta el único ejemplo del gótico levantino de todo Teruel: la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, del siglo XV. Frente a ella hay unos emblemáticos soportales y desde ahí ascendemos al cerro que conserva la torre exenta de una primitiva fortaleza calatrava, hoy desaparecida. A unos tres kilómetros del casco urbano hay una cita para los aventureros. Se trata de las Grutas de Cristal, un conjunto visitable de cavernas subterráneas de origen kárstico y gran belleza descubierto en 1961.
La carretera enlaza con Castellote. Los restos de su castillo templario se asoman sobre la gran cresta caliza que anuncia el pueblo. Antes de atravesar el largo túnel que lleva a la localidad, podemos tomar el camino de tierra que queda a la derecha y acercarnos hasta la ermita del Llovedor. Emplazada junto a una fuente, es una de las joyas ocultas de la región. Ya en Castellote, paseamos por su casco antiguo, de empinadas y angostas callejuelas repletas de edificios renacentistas aragoneses, y llegamos hasta la torre albarrana de vigilancia, que funcionó como cárcel hasta mediados del siglo pasado y ahora recuerda el auge y el declive de la orden militar templaria en el Maestrazgo. En el municipio se encuentra también el Bosque Pétreo, una subsede de Dinópolis dedicada a la paleografía.
Los restos de un castillo templario se asoman sobre la gran cresta caliza que anuncia Castellote
Nuestra ruta continúa en dirección sur y se asoma a las aguas esmeraldas del pantano de Santolea, que embalsa el cauce del río Guadalope. Si tenemos tiempo y ganas, podemos llegar hasta la pedanía de Ladruñán. Allí se conserva el Abrigo del Torico, el Abrigo del Arquero y el Friso del Pudial, conjunto de cuevas que albergan pinturas rupestres del arte levantino declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Bordón es nuestro siguiente destino. Desde el mirador de los Estrechos podremos disfrutar de unas espectaculares panorámicas de los cañones que forma el río homónimo y cuyas vistas nos sirven de combustible para llegar a Tronchón, donde recuperaremos fuerzas probando el sabroso queso de la región. Castigado durante las guerras carlistas, este municipio conserva su belleza: la casona del marqués de Valdeolivo (reconvertida al turismo rural), la iglesia de Santa María Magdalena y el Ayuntamiento, de estilo aragonés. Después la ruta alcanza Mirambel, cuyo conjunto arquitectónico recibió en 1982 el Premio Europa Nostra de restauración. La localidad aún mantiene en pie sus murallas medievales, con cinco portales de acceso, el castillo-palacio de la Orden de San Juan y un buen puñado de casas solariegas que nos sumergirán de lleno en la Edad Media. Incluso es probable que reconozcamos algunas localizaciones que se han convertido en escenarios de varias películas y series.
La riqueza patrimonial de esta localidad se prolonga hasta Cantavieja. Esta villa, declarada Conjunto Histórico-artístico y alzada entre barrancos, también atesora un casco histórico imponente. En torno a su Calle Mayor, se encuentra el Museo de las Guerras Carlistas y la Plaza Mayor, con la Casa Consistorial, la iglesia y la casa del Bayle. Finalmente, La iglesuela del Cid es el último pueblo del itinerario y en el que, según la leyenda, el Cid Campeador visitó en varias ocasiones una ermita que actualmente recibe el nombre de la Virgen del Cid. El pueblo, con casonas y palacios señoriales, merece un sosegado paseo donde el alma barroca y la esencia templaria ponen el final perfecto al viaje.
El paso del tiempo no ha alterado la receta artesana del queso del Tronchón. Los ingredientes continúan siendo los mismos: leche de cabra y oveja cruda, que sólo necesita cuajo, sal y un tiempo de curación de, como mínimo, 60 días. Se trata de un queso de alto valor calórico, si bien al ser elaborado con leche de cabra, tiene menor contenido en grasa que el de oveja y se caracteriza por su buena digestibilidad. En cuanto a las proteínas, 100 gramos contienen alrededor de un 23%, destacando por su alto valor biológico. Es rico en vitaminas A y B12 y minerales como el calcio, importante para los huesos. Durante su elaboración, cada queso pasa por las manos del artesano unas 32 veces de media y durante el proceso la leche no sufre tratamientos térmicos elevados, para que permanezcan intactos su particular e intenso sabor y su aroma. Tampoco ha variado su característica forma cilíndrica, ligeramente abombada, que le viene dada del molde utilizado, llamado encilla. Al corte, el queso presenta una pasta firme, compacta y homogénea, de tonalidad marfil.
Castellote es un lugar perfecto para comprar buena repostería, aceite de oliva, vino del Bajo Aragón y los célebres jamones de Teruel. También son típicas las conservas en aceite. En las matanzas aún pervive la costumbre de hacer conserva de los lomos de cerdo, longanizas y costillas, que son metidos en aceite.
La ermita del Llovedor, situada en lo alto de un peñasco y casi mimetizada con la piedra caliza sobre la que está construida, es cada año el punto de encuentro de numerosos peregrinos. Cada primero de mayo se realiza una romería nocturna con antorchas que iluminan el barranco, creando una estampa sobrecogedora, para después celebrar la misa en honor a la Virgen del Agua.
En torno al 17 de enero muchos pueblos rinden devoción a San Antonio Abad. Los vecinos se reúnen alrededor del fuego para compartir viandascomida, risas y canciones. En Tronchón perviven los elementos básicos del festejo: la hoguera, la recolecta y la subasta. El domingo, tras la procesión del santo, el alguacil realiza la tranza, una subasta de productos entre los que se encuentra el queso de Tronchón.
En pleno corazón del Alto Maestrazgo, el Hotel Balfagón, en Cantavieja, combina lo mejor de la tradición, con habitaciones abuhardilladas y materiales nobles, con las ventajas de la vida contemporánea,como un lujoso spa perfecto para relajarse. Como si de un monumento más de la ciudad se tratase, el Hotel Cardenal Ram, está situado en pleno corazón centro de Morella. El edificio sobre el que se levanta, una construcción nobiliaria de estilo gótico del siglo XVI, mantiene todo el encanto del pasado y posee un restaurante donde disfrutar de la cocina típica morellana con un toque de innovación.