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En Galicia hay varios protagonistas: la naturaleza, el mar, el clima y, cómo no, la gastronomía. El interior de la comunidad, en medio del triángulo que dibujan sobre el mapa las ciudades de A Coruña, Lugo y Santiago de Compostela, es la cuna de una de las delicias locales, el queso Tetilla. El producto cuenta con Denominación de Origen (D.O.) desde 1992 y, aunque se puede adquirir en toda la comunidad gallega, está especialmente presente en los pueblos que siguen esta sabrosa ruta.
Para empezar, su origen se debe a los verdes pastos de interior donde las vacas de leche pacen tranquilamente, aunque es su singular forma la que ha dado lugar a todo tipo de leyendas. La más extendida remite al pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago, donde se encuentra la famosa escena en la que Daniel sonríe a la reina Esther. Cuentan que la autoridad eclesiástica, escandalizada por la pícara estampa, ordenó reducir el tamaño de los pechos de la representación de la reina. La creencia popular sostiene que el pueblo gallego, para protestar por la decisión del obispo, decidió dar a algunos de sus quesos forma de tetilla. Desde entonces, estos quesos son una seña de identidad en Galicia y los pechos de Esther una leyenda que se cuenta en voz baja a los visitantes de la catedral.
Nuestro itinerario comienza en Sobrado dos Monxes. La masa forestal y los prados dominan el paisaje y sirven de pasto a las vacas de raza frisona, pardo alpina y rubia gallega que proporcionan la materia prima para los afamados quesos Tetilla. Por su territorio discurre el Camino del Norte de Santiago, procedente de Oviedo. La hospitalidad abunda por estos parajes, en los que la historia está escrita en piedra como la del monasterio cisterciense de Santa María de Sobrado, del siglo X, aún habitado por monjes. El edificio es impresionante y como curiosidad debemos saber que en el siglo XVI, para abastecer de agua a la comunidad religiosa, se creó una laguna artificial gracias a la cual las truchas llegaban nadando casi hasta la cocina. En la actualidad, esta laguna es un espacio natural protegido, desbordante de vegetación y fauna autóctona –ranas, patos, libélulas y cuervos marinos, entre otras especies–.
Además del monasterio, podemos acercarnos en Sobrado al campamento romano de origen militar de A Ciadella, rodeado de la Sierra da Corda, un lugar estratégico para controlar las mercancías que iban hacia A Coruña y hacia Lugo. Curiosa es también A Naveira, un pozo de 15 por 5 metros de longitud en la aldea de Vilariño que durante el siglo XV sirvió para abastecer de nieve, prensada y partida en barras, a las ciudades de A Coruña y Lugo.
Continuamos hasta Melide, pueblo de gran fama por sus raciones de pulpo –consideradas de las más sabrosas de la comunidad aún sin ser una zona costera– y por su repostería. Después de una buena comida, apetece un paseo tranquilo para apreciar, entre otros monumentos, el crucero más antiguo de Galicia, el de la capilla de San Roque, del siglo XIV, en el antiguo hospital de peregrinos, hoy reconvertido en el Museo da Terra de Melide.
También merece nuestra visita la iglesia románica de Santa María de Melide, del siglo XII, que cuenta con interesantes pinturas murales, una mesa de altar policromada y una reja románica. Desde Melide, la carretera desemboca en Arzúa, muy cerca ya de Santiago de Compostela. Sus quesos cuentan con Denominación de Origen propia, la de Arzúa-Ulloa, y además es el escenario de la celebración del Festival do Queixo. Se trata de un lugar muy especial, refugio de tradiciones y leyendas. Entre la vegetación se esconde la ermita da Mota, que acoge una romería en el mes de agosto. El agua es uno de los elementos que más magia aporta a los paisajes de este territorio, ya que lo cruzan varios ríos y riachuelos y anegado, en parte, por el embalse de Portodemouros.
Las culturas romana y jacobea estuvieron presentes mucho tiempo por Arzúa, por lo que merece la pena centrarnos también en las construcciones civiles y religiosas de las distintas parroquias.
Enlazando varias carreteras llegamos hasta Vila de Cruces, en la comarca de Deza, que preserva en el conjunto de sus 28 parroquias lugares de singular belleza como las cascadas de A Toxa, las islas de Gres o las playas fluviales de A Carixa. En el propio municipio destaca el monasterio románico de San Salvador de Camanzo, construido en 1166, cuya iglesia sigue abierta al culto bajo la advocación de San Salvador. El cercano embalse de Portodemouros, en el río Ulla, nos ofrece amplias posibilidades de ocio, al contar con varias áreas recreativas y ser, además, un buen lugar para la pesca de especies como la trucha, el escalo, las anguilas y el salmón.
Los enormes y magníficos jardines que rodean la iglesia-capilla de San Antonio de Padua se han hecho merecedores del sobrenombre de Versalles gallego
De la encrucijada de caminos que es Vila de Cruces pasamos al concello de A Estrada, que se extiende hasta alcanzar el Atlántico en plenas Rías Baixas. Enlazando varias carreteras se llega a Oca de Arriba. Aquí se encuentra uno de los máximos exponentes de la arquitectura civil gallega: el pazo de Oca, el más señorial y mejor conservado de Galicia. Declarado Monumento Nacional, en el conjunto arquitectónico sobresale el palacio barroco junto a la torre del Homenaje (restos del antiguo castillo sobre el que se erigió).
La iglesia-capilla, dedicada a San Antonio de Padua, en un perfecto estilo barroco, está unida al pazo por una galería. Aunque lo más representativo son sus enormes y magníficos jardines, que le han valido el sobrenombre del Versalles gallego. La clave está en la combinación perfecta de agua, presente en forma de estanques y fuentes, con setos y una gran variedad de flora, como camelias y tilos que convierten nuestro paseo por este rincón en toda una delicia para los sentidos.
La excelente calidad del queso Tetilla se debe a varios factores. El principal es su proceso de elaboración y la materia prima, la leche sin añadidos químicos que se obtiene de vacas de raza frisona, pardo alpina y rubia gallega. El resultado es un queso de forma cónica, de no más de kilo y medio y de color amarillo pajizo. Su olor es suave y ligeramente ácido. En el paladar, su gusto es mantecoso y la pasta cremosa que sustenta la corteza, de no más de tres milímetros de grosor, tiene un sabor suavemente salado. Para consumirlo adecuadamente, lo ideal es que su temperatura esté entre 16 y 18 grados. El queso Tetilla es ideal tanto para aperitivo como para postre, además es un perfecto complemento e ingrediente de platos más elaborados. Este queso tiene un valor calórico medio-alto y aporta proteínas positivas procedentes de la leche. Destaca su contenido en minerales como el fósforo y el calcio, esenciales para los huesos. También incluye vitaminas como la A y la B12, cubriendo esta última un 29% de las ingestas recomendadas para un hombre de 20 a 39 años. Más detalles sobre el queso Tetilla aquí.
Además del queso Tetilla y el Arzúa-Ulloa, la región nos ofrece una gran variedad de delicias gastronómicas. Buenos caldos y cocidos, café de pota, estupenda carne de ternera y algunos platos que combinan lo tradicional con lo contemporáneo, como la pizza de lacón con grelos. Para terminar una comida copiosa, nada mejor que una Queimada, con digestivo orujo gallego.
En las cercanías de Arzúa está Fuente Santa. Es uno de los lugares mágicos de la región, ya que su agua, además de calmar la sed, tiene la capacidad, según la tradición, de cumplir los deseos de los que la visitan. A la fuente, señalizada con una cruz de madera, se le atribuyen toda clase de beneficios para el cuerpo y para el alma y también calma la sed de los peregrinos.
A principios de marzo tiene lugar el Festival do Queixo de Arzúa. Miles de personas tienen ocasión de degustar piezas de las cuatro denominaciones de origen protegidas de Galicia: Tetilla, Arzúa-Ulloa, San Simón da Costa y O Cebreiro. Además de las degustaciones, se celebra también un concurso de tapas y pinchos, talleres, teatro, circo e incluso un festival de música.
Casas Reais es un hotel-boutique que se encuentra junto a la Puerta del Camino y a escasos metros de la catedral de Santiago. Con el diseño como punta de lanza, el hotel ofrece once habitaciones exclusivas y diferentes, inspiradas cada una de ellas en casas reales, algunas históricas y otras procedentes de la cultura pop. Un impresionante torreón de la Galicia medieval es hoy el Parador de Vilalba. La torre domina el paisaje urbano de esta villa lucense y ofrece rincones medievales, entre pinturas y escudos de armas.