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Por las tierras fértiles del suroeste de Murcia pasan las aguas del río Guadalentín tras un largo viaje por los campos almerienses. La zona del Alto Guadalentín, antes conocida como la comarca de Lorca o Campo de Lorca, es una encrucijada de caminos y, en consecuencia, de culturas. Este abanico de paisajes y modos de vida se despliega en todo su esplendor entre montañas, valles y litoral virgen, campo y huerta, cultivos de secano y de regadío. Lorca, Águilas y Puerto Lumbreras componen la comarca. Tres destinos completamente diferentes que están unidos por un dulce, la Tortada Lorquina: un bizcocho bañado en almíbar, relleno de crema pastelera y cabello de ángel y recubierto de merengue.
Esta ruta golosa arranca en Lorca, conocida como la ciudad barroca debido a su poderío monumental y rodeada de un paisaje hortícola que no hace más que destacar la belleza de su arquitectura en el entorno natural. Su Semana Santa, de Interés Turístico Internacional, y su gastronomía la han convertido en un destino de primer orden. Además, en 1964, su casco antiguo y el recinto del castillo fueron declarados Conjunto Histórico Artístico.
Durante la visita podemos llevarnos la sorpresa de encontrarnos con trabajos de reconstrucción en algunos edificios, ya que parte del patrimonio del casco urbano se vio afectado por el terremoto que sacudió la ciudad en 2011. La fortaleza que corona Lorca es una de las más grandes de España y se perfila como el mejor punto de partida para recorrer esta localidad repleta de arte religioso y civil.
De origen medieval (fue construida entre los siglos IX y XV), su majestuosidad se alza sobre un cerro que domina toda la ciudad, por lo que durante la Reconquista fue un lugar estratégico que vigilaba la frontera entre el reino cristiano de Murcia y el musulmán de Granada. La muralla medieval y el porche de San Antonio (o Puerta de San Ginés) nos ofrecen las mejores vistas para disfrutar del paisaje verde que rodea la fortaleza.
Al recorrer el casco histórico nos sorprendemos por su riqueza monumental. La plaza de España es punto de encuentro de sus habitantes y en ella se asienta el Ayuntamiento, edificio del siglo XVII que fue levantado en su día como prisión real, y la colegiata de San Patricio, monumento nacional que, según cuenta la historia, fue construido a petición de los lorquinos para conmemorar la victoria contra los musulmanes en la batalla de los Alporchones el 17 de marzo de 1452, festividad del santo irlandés. La construcción del edificio duró unos 250 años. El resultado, en cualquier caso, mereció la pena ya que este templo renacentista con aires barrocos en su portada principal es digno de la localidad.
No muy lejos está la plaza del Caño, en la que destacan la casa del Corregidor, del siglo XVI, que alberga actualmente los juzgados de Lorca, y el Archivo Histórico Municipal de Lorca, un edificio del siglo XVI que hasta la primera mitad del siglo XX acogió el Pósito de los Panaderos, institución municipal destinada a mantener acopio de grano. La iglesia de San Francisco, la de San Diego, la de San Cristóbal o la del Carmen son sólo algunas de las que habría que destacar del abundante patrimonio religioso que ofrece Lorca.
Saliendo de la localidad encontramos el monte Calvario, un cerro sobre el que se edificaron una serie de ermitas a comienzos del siglo XVII como alternativa a los peregrinos que no pudieran desplazarse a Tierra Santa. Desde aquí tendremos una imponente vista de Lorca y de su castillo, así como de sus campos de labor, que contrastan con la escarpada sierra de la Tercia, donde culmina el tradicional rezo del Vía Crucis de la Semana Santa lorquina. A principios de febrero, coincidiendo con la celebración de Santa Gertrudis y Santa Candelaria, merece la pena acercarse a la pedanía lorquina de Marchena, a unos tres kilómetros al sur por la carretera de la Pulgara, para presenciar la Rifa de la Tortada. Con el dulce sabor de este postre, el viaje continúa hasta Águilas.
La ruta se acerca a su final buscando Puerto Lumbreras, de nuevo hacia el interior de la región de Murcia, a unos 30 kilómetros. En esta localidad encontramos el castillo de Nogalte, construido en el siglo XII y Monumento Nacional. Las casas-cueva y la casa del Cura son también visitas inexcusables. Las dos primeras se localizan en el cerro del Castellar, un lugar de ubicación estratégica que acogió el crecimiento demográfico de la zona a partir del siglo XVIII.
Otros lugares de interés son la casa de los Duendes, vivienda burguesa del siglo XIX; el observatorio astronómico, el Centro de Interpretación de la Naturaleza, el Paraje Natural de Cabezo de la Jara, el Centro Turístico Medina Nogalte y la torre del Obispo, en la pedanía de El Esparragal. Y si aún nos quedan fuerzas y energías, no hay que resistirse al simple hecho de pasear por las callejuelas de este pintoresco pueblo blanco con aires sureños.
El bizcocho de la Tortada Lorquina debe ser lo suficientemente alto como para abrirlo en tres partes. Se necesitará también cabello de ángel, almíbar, crema pastelera, merengue, frutas confitadas o en almíbar y azúcar. Tras elaborar el bizcocho, la crema pastelera y el merengue, hay que montar la Tortada. La base del bizcocho se moja ligeramente con el almíbar, se cubre con una capa de cabello de ángel, se coloca otra capa de bizcocho, se vuelve a mojar y se coloca la crema pastelera y la tercera rebanada de bizcocho. Se ponen encima frutas en almíbar rebozadas en azúcar y secas, se tapa todo con el merengue y se gratina muy brevemente al horno.
La Tortada Lorquina contiene muchas calorías y una alta proporción de hidratos de carbono complejos, por lo que hay que consumirla con moderación. En su receta están también presentes la leche (para realizar la crema) y la clara de huevo (en el merengue), que aportan a la dieta un importante valor nutricional y proteínas, calcio, magnesio, potasio, vitaminas A, D y niacina.
Si la Tortada es el postre, las migas con tropezones, la paellahuertana con pavo, el guiso de pavo con Pelotas, la Fratá de matanza y la liebre con gurullos pueden ser unos primeros platos exquisitos. También hay buenos vinos que podemos llevarnos a casa, especialmente los caldos afrutados y suaves de Coy y Avilés.
Por dentro y por fuera, la visita al palacio Huerto Ruano es doblemente cultural. Los arcos de herradura, la azulejería, las yeserías policromadas y, especialmente, su sala de baile y el salón de reuniones neonazarita sirven de perfecta clase de historia del arte. Además, este edificio modernista de 1925, alberga exposiciones temporales que activan la vida social de la localidad.
En Marchena, en febrero, tiene lugar la Rifa de los Romeros. Coincidiendo con la romería de Santa Gertrudis se subasta una Tortada de siete pisos. Los romeros pujan para conseguirla y la recaudación va destinada a las necesidades de la parroquia. Después, la Tortada es paseada por Marchena y Tercia previa petición y donativo de los vecinos que desean que pase por su puerta.
Tranquilidad, ésta es posiblemente la palabra que mejor define al Hotel Spa Jardines de Lorca. A pocos metros del casco antiguo y próximo al castillo de Lorca y el parque Huerto de Rueda, sus tratamientos corporales dejan como nuevo al cuerpo más necesitado de reposo. De formas y colores divertidos, que asemejan a un juego de construcción , el Hotel Riscal, en Puerto Lumbreras, es otra muy buena opción. Muy moderno, ofrece un hospedaje funcional y está ubicado estratégicamente para comunicarse fácilmente por carretera con Granada, Almería y Murcia capital.
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