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“Tengo un toro que me da vino y un León que me lo bebe”. Esta frase, atribuida al rey Alfonso IX de León (1171-1230), evoca la época dorada en la que el vino de Toro, de gran sabor y textura, gozó de privilegios reales y era el caldo preferido de monarcas y guerreros españoles. Su historia tiene una gran trayectoria y sus orígenes son previos a los asentamientos de los romanos. Después, durante la Edad Media fue el vino elegido para llenar las bodegas de los barcos que conquistaron las tierras del Nuevo Mundo. Durante el siglo XIX también se exportaron grandes cantidades a Francia, que había sufrido una plaga de filoxera, un parásito de la vid. Sin embargo, a pesar de la larga tradición, la Denominación de Origen (D.O.) Toro es mucho más reciente: los primeros pasos para crearla se dieron en los años 70 del pasado siglo y el proceso culminó en 1987. En la actualidad, la denominación está plenamente asentada y cuenta con más de 51 bodegas dedicadas a su producción.
Nuestra ruta sigue los pasos de este vino castellano con una primera parada en Zamora. Con más de una veintena de iglesias, como la de San Pedro y la de San Ildefonso, el casco histórico de la ciudad es un museo de arte al aire libre. No en vano, Zamora es la ciudad con mayor número de templos románicos de Europa. De entre todos los edificios es imprescindible visitar la catedral, en la que sobresalen su singular cimborrio bizantino y una enorme cúpula decorada con escamas de piedra. Además, la ciudad conserva varias puertas y tramos de muralla de los tres cercos de piedra que tenía en el siglo XIII y el castillo desde los que hay unas vistas únicas del Duero.
Las calles de Toro, repletas de conventos, monasterios, palacios y casas señoriales, son testimonio de su pasado glorioso
Al salir de Zamora cogemos la carretera para llegar a Toro, sede del Consejo Regulador y una de las zonas vitivinícolas emergentes más importantes de España. Sus calles, repletas de conventos, monasterios, palacios y casas señoriales, son testimonio de un pasado glorioso. La ciudad aún conserva los restos de su castillo. Además, las puertas de la Corredera y el Arco del Reloj, del siglo XVIII, son visitas imprescindibles en Toro, aunque su edificio más emblemático es la colegiata de Santa María la Mayor, una joya del románico zamorano. Antes de poner rumbo a Pedrosa del Rey, merece la pena hacer una parada en el mirador del Espolón, desde el que podemos disfrutar de panorámicas de toda la vega del Duero y un puente románico de los siglos XII y XIII. Una vez en Pedrosa del Rey visitaremos la iglesia de San Miguel Arcángel, del siglo XVI, en la que destacan el artesonado mudéjar y su magnífico retablo. Volviendo por la misma carretera llegamos hasta San Román de Hornija, que atesora un yacimiento arqueológico de la Edad de Bronce, aunque son los restos del rey godo Chindasvinto y de su esposa, Reciverga, enterrados en la iglesia de la localidad, los principales atractivos de la ciudad.
Los pasos de esta ruta continúan por una pequeña carretera que se adentra en la Reserva Natural de las Riberas de Castronuño-Vega del Duero. Es recomendable llevar unos prismáticos, puesto que la reserva es un importante punto de migración y nidificación de aves y es posible observar en sus lagunas multitud de especies, como la garza o el aguilucho lagunero. Los bosques de ribera, con chopos negros, sauces, álamos blancos, fresnos y majuelos, y su carrizal son los paisajes que protagonizan esta zona. En Castronuño, una de las localidades que forman parte de la reserva, también podemos visitar la iglesia de Santa María del Castillo, declarada Monumento Histórico-Artístico y edificada en un enclave único, el Alto de la Muela, a orillas del Duero.
El destino final del itinerario es Venialbo. Situado en el corazón de la tierra del vino y con un pasado clave en el feudalismo zamorano, su iglesia data del siglo XII, aunque la mayor parte del templo que se conserva en la actualidad es del siglo XV. En su interior brilla la capilla mayor, una pieza gótica construida por el arquitecto Rodrigo Gil de Ontañón. Sin embargo, la ruta no termina hasta que disfrutemos de unos chatos en alguna de las bodegas del pueblo, que cuenta con numerosas muestras de arquitectura vitivinícola.
Carnosos y con volumen, los vinos de Toro se elaboran con uva tinta de Toro, variedad autóctona, y con garnacha tinta, implantada por fenicios y romanos. También los hay con uva blanca, entre los que se distinguen dos variedades: malvasía y verdejo. La Denominación de Origen de Toro pertenece al sureste de la provincia de Zamora y suroeste de Valladolid, abarcando en total 62.00 hectáreas de terreno. El sabor del vino de Toro depende, como del resto, del tiempo que tenga el caldo. En el caso del tinto, los más jóvenes tienen un aroma a frutos rojos, mientras los de gran reserva ofrecen matices de cacao o regaliz. Los rosados, por su parte, aportan aromas frutales, como la fresa o la cereza y los blancos poseen un toque más amargo, como el de los frutos verdes.
El vino de Toro contiene agua, alcohol, azúcares no fermentables, ácidos orgánicos, sales minerales y una pequeña cantidad de vitaminas del grupo B; además de sustancias colorantes y taninos, con potente capacidad antioxidante. Su consumo, siempre que sea moderado, es aconsejable y uno de los rasgos de la dieta mediterránea. Todo sobre los vinos de Toro aquí.
Además de las numerosas bodegas que ofrecen los famosos vinos de Toro es una buena idea hacerse con una par de quesos zamoranos con Denominación de Origen. Este queso típico está hecho con pasta prensada y elaborado con leche de oveja de las razas autóctonas churra y castellana.
Para conocer la Reserva Natural de las Riberas de Castronuño-Vega del Duero, lo mejor es empezar visitando la Casa del Parque, en Castronuño. La edificación es un centro de recepción al visitante en el que podemos encontrar numerosa información sobre todas las características del entorno y donde los guías ayudan a planificar la excursión para no perdernos ningún detalle.
Toro celebra la Fiesta de la Vendimia alrededor del segundo domingo de octubre. Durante cuatro días, lo más esperado es el desfile de carros tradicionales que son tirados por animales engalanados a la antigua usanza y con cestas llenas de provisiones. El desfile termina en la Plaza Mayor con la pisada de uvas y la recogida del primer mosto, que es degustado con embutidos por los asistentes.
En plena vega del río Duero se encuentra el Hotel Bodega Spa Valbusenda. Su moderno edificio se levanta en un entorno dominado por la tranquilidad y rodeado de viñedos. El complejo ofrece diferentes paquetes turísticos que incluyen actividades como catas de vino o tratamientos de belleza en el spa. El Hotel Convento I, en Zamora, es un lujoso alojamiento que cuida especialmente la gastronomía. Basta decir que tiene tres comedores: uno gótico, otro medieval y un último de estilo arabesco y mudéjar.