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El mejor punto de partida para descubrir Gernika-Lumo (nombre oficial del pueblo) es la Casa de Juntas, construida en el año 1826 y que actualmente es la sede del máximo órgano institucional de Bizkaia. Junto a ella encontramos el mítico Árbol de Gernika, todo un símbolo del pueblo vasco desde el siglo XIV, cuando ya el Señor de Bizkaia juraba bajo su sombra respetar las libertades vizcaínas. Siguiendo esta histórica tradición, actualmente es el lehendakari quien, bajo este roble, promete cumplir su cargo.
Desde aquí mismo vislumbramos nuestro próximo destino, el parque de los Pueblos de Europa, un céntrico jardín arbolado con estanques y senderos donde se levantan dos emblemáticas esculturas: Gure aitaren etxea (La casa de nuestro padre) del artista donostiarra Eduardo Chillida y Large Figure in a Shelter (Gran imagen en su refugio) del artista inglés Henry Moore.
A solo unos pasos del parque podemos contemplar también la iglesia gótica de Santa María, con su espléndido órgano Walcker de 1889. Hay que caminar un poco más (un agradable paseo por las calles de Gernika) para ver el Jai Alai, el frontón de cesta punta en activo más grande del mundo. Es obra del arquitecto Secundino Zuazo y se ha convertido en la meca de los aficionados a este deporte, tan popular en el País Vasco.
Antes de marcharnos del pueblo, por supuesto, debemos visitar su Museo de la Paz, donde nos trasladamos al 26 de abril de 1937, día en que las bombas y el fuego reducían a escombros la villa de Gernika que tan bien inmortalizó Picasso en una de sus obras cumbre.
Tras la inmersión en la historia del País Vasco que nos regala Gernika, partimos hacia uno de los iconos culturales de la tierra, el bosque de Oma, en el pueblo de Kortezubi. En plena reserva natural de Urdaibai, el artista Agustín Ibarrola pintó y esculpió sobre los pinos distintas figuras, creando una obra que puebla el bosque de habitantes mágicos. Un universo pictórico que se transforma en función del punto de vista desde el que lo miremos, por lo que pasear entre los árboles se convierte en una experiencia única.
En cualquier desplazamiento que hagamos por esta zona, debemos estar atentos al paisaje que nos rodea, ya que tanto Gernika como Kortezubi forman parte de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, un espacio protegido de 200km2 en el que encontramos desde entornos montañosos hasta profundes valles, incluidas zonas de costa con acantilados y playas kilométricas. Cualquier rincón en el que decidamos aparcar el coche y salir a disfrutar del entorno, nos dejará maravillados.
El buen comer del País Vasco es un tópico que, no por serlo, deja de ser verdad. En el caso de Gernika, debemos prestar especial atención a las alubias locales, de sabor excepcional. El txakolí, un vino de uva verde con alto grado de acidez, tampoco puede faltar en nuestra mesa. En Gernika-Lumo, una buena opción si queremos catar gastronomía local sería el restaurante Zallo Barri (Juan Calzada 79; 946 251 800). Otro local interesante es Remenetxe (Barrio Ugarte 5; 946 253 520), situado en un caserío restaurado en 1986, que cuenta con una bodega con más de mil doscientas referencias.
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