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Un mar sin olas. Es lo que los caprichos de la naturaleza consiguen en este rincón asturiano donde un entrante de mar avanza tierra adentro entre las rocas formando el arroyo Vallina, en la desembocadura del cual encontramos una playa de unos 150 metros de largo. La arena bajo nuestros pies, el agua salada, pero ni rastro de olas, ideal para la seguridad de los más pequeños. Cuando baja la marea, además, se crean pequeños charcos ideales para construir castillos de arena con foso incluido. La playa cuenta con todo tipo de servicios: aparcamiento, vigilancia, puesto de atención sanitaria y duchas. Por si necesitáramos alguna compra de última hora, Llanes está a solo 2 kilómetros de distancia.
No hay paseo marítimo, ni edificios cercanos, ni apenas chiringuitos, a cambio, podemos ver tortugas marinas en recuperación, barcos de vela y aviones llegados de todas partes del mundo. Precisamente la cercanía del aeropuerto ha sido el motivo por el que en El Prat, a diferencia del resto de playas barcelonesas, no se ha permitido la urbanización de la zona. Además de un agua cálida, recuperada gracias a una depuradora, aquí encontramos el Centro de Recuperación de Animales Marinos (CRAM) un equipamiento pionero en Europa que puede visitarse los fines de semana; un Centro Municipal de Vela para practicar todo tipo de deportes acuáticos: y, en la carretera que lleva a la costa, dos miradores para ver impresionantes aterrizajes donde los aviones nos sobrevuelan a escasos metros de altura. Imposible escuchar el típico ‘me aburro’ de los niños. La playa, además, cuenta con todos los servicios básicos.
Como en todas las playas cántabras, el entorno natural aquí es espectacular. En este lugar en concreto, además, se da la particularidad de que, con la bajada de la marea, se crean pequeñas pozas donde los niños lo pasan en grande jugando con agua de mar pero sin peligro a las olas ni a la profundidad. La playa está unida a la de Helgueras y juntas suman casi 6 kilómetros de costa, ambas están salpicadas de grandes rocas que, no solo le dan un aspecto de paisaje lunar sino que, con la marea baja, dejan al descubierto toda una colección de moluscos que despiertan la curiosidad de los niños, que ejercen aquí de pequeños marisqueros. Trengandín, además, cuenta con servicio de Biblioplaya, de forma que se puede aprovechar la jornada para inculcar el hábito de lectura en los niños. ¿Qué más se puede pedir?
Es uno de los clásicos veraniegos y no es de extrañar porque en esta playa está todo pensado para las familias. Se trata de una playa urbana, con forma de bahía, donde podemos darnos un baño en aguas con escaso oleaje, poca profundidad y temperatura cálida, ideal para los niños. La playa cuenta zonas para el ocio infantil, con toboganes y columpios, así como espacios para la práctica de deportes como fútbol o vóley-playa. Para los que prefieren el agua a la arena, también hay posibilidad de alquilar patines. Al estar en pleno centro urbano de Oropesa, cuenta con paseo marítimo con una gran oferta de bares y restaurantes así como tiendas, por lo que no debemos preocuparnos tanto por qué meter en la bolsa de playa. Aunque está muy concurrida en verano, merece la pena para quienes busquen vacaciones familiares con gran oferta de ocio.
Es uno de los imprescindibles para los aficionados al Levante. La playa renueva cada año su bandera azul, lo que demuestra que dispone de calidad en sus aguas y servicios en la arena donde, entre otras cosas, podemos alquilar hamacas y sombrillas, algo que nos permite viajar más ligeros de equipaje. Es el lugar perfecto para quienes disfrutan con el bullicio veraniego y su paseo marítimo, repleto de palmeras, es perfecto para dar paseos al atardecer o bien recorrerlo en bicicleta (no hace falta viajar con ella, ya que hay empresas de alquiler en la zona, algunas incluso te llevan la bici al hotel). Una de las ventajas de esta playa son las vistas, porque desde aquí se contempla el impresionante castillo del Papa Luna, una excursión perfecta para hacer con los niños después de la jornada de baño, ya que está abierto hasta las 21’30h.
Bañarse en el mar es solo una de las muchas actividades que pueden hacer los niños en la playa del Sardinero de Santander, también conocida como la playa Primera (o la Segunda, según la zona en la que estemos, ya que son contiguas aunque separadas por un promontorio de Piquío). La zona cuenta con varios parques infantiles en los que el ayuntamiento organiza un completo programa de actividades: deporte, sesiones de dibujo y pintura, cuenta cuentos, servicio de biblioteca, talleres de educación ambiental, juegos tradicionales… y así hasta 60 actividades diferentes para todo el verano. La jornada se puede completar con una visita al Parque de la Magdalena, un auténtico parque de atracciones para niños donde pueden desde ver un pequeño zoo con pingüinos y leones marinos hasta la reproducción de cuatro impresionantes carabelas.
La calidad de las playas malagueñas es tal que resulta muy difícil elegir solo un lugar donde disfrutar de las cálidas aguas del Mediterráneo. Entre la gran oferta costera de la provincia, la playa de la Misericordia, sin duda, es una de las más idóneas para ir en familia. Se trata de una de las playas urbanas de Málaga ciudad, de modo que el acceso es fácil tanto a pie como en autobús o en coche, ya que dispone de zonas de aparcamiento gratuito. La zona está equipada con varios parques infantiles y el mar está siempre en calma, excepto a última hora de la tarde, cuando pasa el Melillero, el buque que hace la ruta Málaga-Melilla, que provoca a su paso un pequeño tsunami que pasa empapa las toallas de los despistados y sirve de atracción acuática para los niños. Esta playa, además, es uno de los lugares elegidos por el ayuntamiento para proyectar el cine de verano al aire libre con una programación de películas dedicadas especialmente al público joven.
El conjunto de la bahía de Mazarrón es un destino idílico para los amantes de la playa, ya que cuenta con tramos urbanos y repletos de servicios así como calas en estado casi salvaje y alejadas del bullicio veraniego. Si vamos con niños, una buena opción es la playa del Castellar, en el municipio Puerto de Mazarrón -que pertenece a Mazarrón-. Además de una arena fina y limpia, una vez nos adentramos en el mar, debemos avanzar bastantes metros hasta que empieza a cubrir, algo ideal para los más pequeños. De lunes a jueves y en horario de mañana, además, el ayuntamiento organiza aquí actividades gratuitas para los niños, como talleres de manualidades o deporte. La playa cuenta con paseo marítimo con una gran oferta de tiendas y restauración y por la noche es espacio habitual de actividades lúdicas como conciertos o el famoso Carnaval de Verano, que se celebra en agosto. Y si los niños se cansan de tanta playa, podemos hacer desde aquí varias excursiones interesantes, como enrolarnos en un barco para avistar cetáceos, que parten desde el Puerto de Mazarrón, o visitar la Batería de Castillitos de Cartagena una fortificación que fue candidata a convertirse en El Mejor Rincón 2013.
Hay muchas cosas de las que Cádiz puede presumir, pero sobre todo de playas. Una de las más recomendables es La Barrosa, en Chiclana, no solo para familias sino para cualquier viajero que disfrute con el mar. Aquí nos esperan 6 kilómetros de arena fina dorada galardonados con los distintivos de bandera azul y Q de calidad turística, una playa que en realidad son muchas ya que hay espacio para todo. La zona inicial (cercana a la playa de Sancti Pedri) está plagada de rocas donde los niños lo pasan en grande buscando pequeños moluscos o cangrejos de mar. En la zona central, la más urbanizada con paseo marítimo incluido, encontramos con todo tipo de servicios, como duchas, aseos, aparcamiento público, parque infantil y oferta de restauración. Mientras, si nos alejamos del paseo para acercamos más hacia la zona de Torre del Puerco, la playa se vuelve más salvaje y solitaria, con dunas que le dan un aspecto de naturaleza virgen. Si los pequeños aguantan, nada como ver atardecer en La Barrosa, con el castillo de Sancti Petri como testigo que nos observa desde el mar, sobre un islote al que solo se puede acceder en barco.
Menorca se ha ganado a pulso el distintivo de destino familiar por excelencia y por eso sus playas se llenan cada verano de niños. El agua casi transparente que baña su costa es ideal para que los pequeños puedan calzarse unas gafas de buceo y unas aletas y aventurarse a observar el fondo marino en busca de peces. Uno de los encantos de la isla es encontrar calas pequeñas y poco masificadas en las que pasar el día como la Macarella o Trebaluger, pero es algo recomendable para quienes tienen hijos de más de 10 años, ya que hay que caminar bastante y es difícil encontrar servicios cercanos. Para las familias con niños más pequeños, una buena opción es Cala Galdana, con agua paradisíaca pero también chiringuitos, alquiler de tumbonas y sombrillas. El acceso desde los apartamentos y hoteles de la zona es muy fácil y en el agua hay que adentrarse muchos metros para que llegue a cubrir. Cuenta con una zona de pinares ideales para poder comer a la sombra o simplemente descansar un poco del sol. Podemos ver excelentes paisajes de la zona desde los cercanos miradores des Riu y de sa Punta.
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