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Si nos gusta la arqueología, tenemos dos paradas ineludibles. La primera de ellas es en Santiponce (a escasos 15km de Sevilla), donde encontramos los restos de la antigua ciudad romana de Itálica (206 a.C.), de la que podemos ver su anfiteatro romano y parte del trazado de sus calles. A unas dos horas y media en coche desde aquí, en Cádiz, tenemos el Conjunto Arqueológico Baelo Claudia, una de las mejores muestras del urbanismo romano que se conoce.
Tendremos que dejar el vértigo en casa para disfrutar del desfiladero de los Gaitanes desde este particular Caminito. Se trata de un paso colgado de la propia pared de la montaña, que en algunos tramos tiene un metro escaso de amplitud y llega hasta los 100 metros de altura. Aunque ha estado cerrado al público por su mal estado de conservación, tras un largo proceso de rehabilitación, se abrirá de nuevo esta Semana Santa.
Como si estuviéramos en Marte, el paisaje se tiñe de rojo en el curso del río Tinto, que recorre la provincia de Huelva. El peculiar color de este río se debe a la alta concentración metales pesados de los acuíferos subterráneos. Además de contemplar la particular belleza del río, podemos acercarnos hasta Riotinto y conocer su Parque Minero, donde visitar su museo y descubrir cómo la actividad minera transformó la comarca.
Uno de los pueblos blancos andaluces donde corremos el riesgo de quedarnos sin memoria en nuestra cámara de fotos, especialmente en su recinto amurallado, en perfecta conservación. Sobre lo alto de una colina, Vejer resplandece casi hasta hacernos entrecerrar los ojos. Sin embargo, debemos mantenerlos bien abiertos para disfrutar de sus increíbles vistas porque desde aquí podemos llegar a ver incluso la costa africana.
Un impresionante caudal de agua cayendo por una pared vertical de casi 40 metros de altura, así es uno de los secretos jiennenses mejor guardados. Desde el ayuntamiento de Aldeaquemada, el municipio más cercano, nos recomiendan dejar el coche en el collado de La Cimbarra y desde allí tomar la vereda de la derecha, si queremos ver la cascada desde el pie de la caída, o el de la izquierda, si queremos ver el salto de agua de frente.
En la Serranía de Grazalema es abril todo el año y es que, según las estadísticas, aquí llueve más que en ningún otro lugar de la península, algo que contribuye a hacer de ésta una de las áreas de mayor valor ecológico de Andalucía. La intensidad pluviosidad y la naturaleza caliza del terreno hace que esta zona sea un paraíso para amantes de la escalada y la espeleología, ya que allá donde miramos encontramos paisajes escarpados, cuevas y grutas.
A escasos 60 kilómetros de la frontera con Portugal encontramos una pequeña joya rural con un tesoro en su interior, el castillo de Sancho IV, donde cada mes de agosto se celebran las jornadas medievales más importantes de Andalucía. Además del valor histórico y arquitectónico de la villa, merece la pena visitar Cortegana por su riqueza natural. El municipio está en plena sierra de Aracena rodeada de valles repletos de alcornoques y castaños.
Aunque la capital y Sierra Nevada centran el mayor atractivo turístico de Granada, existen otros rincones con encanto en esta tierra, como el Altiplano granadino, una zona de contrastes con lugares casi desérticos y elevadas sierras. Aquí encontramos tesoros como la pasarela colgante sobre el río Castril, un espectacular paseo de apenas 20 minutos a través de una pasarela de madera por la garaganta del río. Además del propio municipio de Castril, también merece la pena visitar Huéscar, capital de la comarca.
Esta fortaleza renacentista, una de las mejores de Andalucía, impresiona ya desde la lejanía, con una silueta en perfecto estado de conservación en la ladera de una colina. Ocupa una superficie de casi 2.500 metros cuadrados y consta de dos edificios principales unidos por un puente levadizo. Al visitarlo, no podemos perdernos su Patio de Honor, construido en mármol blanco y considerado una joya del Renacentismo.
Probablemente uno de los destinos más curiosos que podemos encontrarnos en tierras andaluzas: un pueblo enclavado en la roca. Adaptándose a la perfección a la orografía del terreno, parte del casco urbano del municipio se ha ido construyendo alrededor de las rocas, algunas sobre ellas y otras directamente en su interior. Recorriendo sus callejuelas podemos encontrarnos de repente en el corazón de la roca.
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