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Aunque San Fermín se celebra el 7 de julio, las fiestas empiezan oficialmente el día 6 sobre las 12 del mediodía, cuando las autoridades municipales lanzan el famosos txupinazo. Si tenemos claustrofobia, es mejor que no vivamos este momento desde la plaza del Ayuntamiento sino desde la plaza del Castillo, con el mismo ambiente pero algo más de espacio.
Si hay alguien que haya hecho popular esta fiesta más allá de nuestras fronteras, ese es Ernest Hemingway. Tanto sus crónicas periodísticas como su novela The sun also rises (Fiesta, en español), recogen las experiencias y sensaciones del escritor en Pamplona. Al leerlo uno siente la imperiosa necesidad de calzarse el pañuelo rojo y partir hacia la capital navarra.
El vino y el cava acostumbran a correr a raudales durante el inicio de las fiestas por lo que si nos animamos a vivir este momento desde alguno de los puntos neurálgicos de la ciudad, es probable que nuestro atuendo blanco se tiña pronto de morado. Por ello es aconsejable llevar siempre en la maleta un traje blanco de recambio.
Cada mañana, antes del inicio del encierro, los mozos cantan a San Fermín para pedir su protección. Si nos atrevemos a correr frente a los toros y queremos participar del cántico, deberemos aprender sus versos: A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición.
Si queremos ver el encierro desde cerca, nos va a tocar madrugar, sobre todo si no tenemos los contactos para conseguir un balcón. Si nuestra alternativa es ver los toros desde el vallado, deberemos estar allí una hora y media antes de que empiece la carrera, es decir, sobre las 6.30 de la mañana.
Tanto si nos aventuramos a correr el encierro como si somos meros espectadores, escucharemos 4 cohetes que tienen un importante significado: el primero, comienza el encierro; el segundo, todas las reses han salido del corral y están ya en el recorrido; el tercero, ha finalizado el encierro; el cuarto, los toros están en los corrales de nuevo.
Si los toros nos dan demasiado respeto, podemos disfrutar de las vaquillas. Se trata de unas vacas bravas que sueltan en el ruedo una vez ha terminado el encierro. Aunque se puede tratar de recortarlas y torear, está totalmente prohibido tocarlas o zarandearlas. El ambiente en la plaza es uno de los más animados de toda la fiesta.
Aunque los toros son el evento más conocido de la fiesta (tanto los encierros como las corridas), la celebración cuenta con un sinfín de actividades y propuestas para todos los públicos. Los gigantes y cabezudos, por ejemplo, salen todos los días en comparsas para amenizar el ambiente por las calles de la ciudad, haciendo las delicias de los más pequeños.
El 7 de julio, a las diez de la mañana, tiene lugar la procesión de San Fermín. Es el único día del año que el santo recorre las calles del Casco Antiguo de la ciudad. La Corporación municipal acompaña a la figura rodeada de música y comparsas. A lo largo del recorrido se hacen varias paradas, los llamados momenticos, para homenajear al santo cantando una jota.
A las doce de la noche del 14 de julio los Sanfermines llegan a su fin con el Pobre de mí, la canción de despedida que los pamploneses entonan con pesar desde la plaza del Ayuntamiento o la del Castillo: pobre de mí, pobre de mí, que se han acabado las fiestas de San Fermín. La tristeza se acaba al pensar que ya falta menos para que vuelva a ser 7 de julio otra vez.