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Existen muchas plazas mayores pero ninguna luce en verano tan colorida como la de Malpartida. El motivo son los paraguas de colores que la cubren a modo de toldo, de forma que dan sombra y ayudan a mitigar el calor. La idea la tuvo su actual alcalde, Alfredo Aguilera, después de ver una intervención similar en Portugal. Aunque en invierno no podemos verlos, los bares siguen abiertos y la plaza mantienen su encanto como centro de reunión vecinal.
Si visitamos Malpartida entre los meses de noviembre y junio, debemos mirar al cielo porque contaremos con unas compañeras de viaje de lo más especial, las cigüeñas. El entorno natural de Los Barruecos cuenta con una de las pocas colonias de esta especie en medio salvaje, ya que habitualmente anidan en zonas urbanas. De hecho, en el propio pueblo podemos ver un sinfín de nidos, entre ellos el de Antonia, la cigüeña europea monitorizada que realiza los viajes migratorios más largos (llega hasta Mali).
Malpartida de Cáceres es un centro neurálgico de vías pecuarias y por ello se decidió instalar aquí el archivo que alberga toda la información y documentación acerca de la trashumancia extremeña. El lugar sirve a la vez como museo de divulgación sobre los recorridos que todavía hoy realizan los pastores a lo largo del año. Audiovisuales, espacios interactivos, objetos sonidos e incluso chozas reales nos sirven para conocer de cerca el duro trabajo del pastor.
Uno de los valores que hacen únicos a Los Barruecos es que aquí se mezclan la naturaleza y la mano del hombre. Una mano, además, con un gran valor artístico, el de las obras del Museo Vostell, instalado en un antiguo lavadero de lanas. Tras enamorarse de este lugar, el artista hispano alemán Wolf Vostell decidió crear aquí una instalación para sus obras, el resultado es uno de los museos de vanguardia más importantes de Europa. Arte conceptual fusionado con paisaje.
Los viajeros se sorprenden a menudo de que un pueblo tan pequeño (con apenas 4.000 habitantes) cuente con una iglesia tan destacada. Se construyó en el siglo XVI, en estilo gótico, aunque uno de sus principales valores es su portada renacentista. En su interior, llama la atención su espectacular retablo rococó, del siglo XVII. Otro de sus valores se lo da la colonia de cigüeñas que ha creado alrededor de la iglesia donde podemos ver hasta 35 nidos.
Malpartida responde a la perfección al perfil de los pueblos extremeños que todos tenemos en el imaginario, con hileras de casas blancas de no más de dos pisos apostadas en calles serpenteantes y a las puertas de las cuales los vecinos se saludan por su nombre y se ponen al día de los devenires de la vida. Para comprobarlo, nada como pasear por la calle Cruz, donde no podemos dejar de charlar con algún malpartideño que nos hable sobre los encantos de su pueblo.
Junto con la Plaza Mayor, es otro de los puntos de reunión habituales en el municipio. La encontramos en la salida hacia Los Barruecos y es el lugar ideal para tomar algo en una terraza, de hecho, en los días calurosos de verano, los vecinos se quedan aquí hasta la madrugada, aprovechando la brisa que se levanta al caer la noche. La plaza cuenta con unos característicos muros de hormigón decorados con formas multicolores.
Si de algo puede presumir esta tierra es de tener sabores únicos como el de la patatera, que fusiona el cerdo ibérico con patata y pimentón de la Vera. Aunque untada en pan, esta morcilla está exquisita, existen infinitas formas de comerla, desde mezclada en unas migas hasta fusionada con Torta del Casar. El mejor momento para probarla es el Martes de Carnaval, cuando se celebra la fiesta de La Pedida de la Patatera, a la que asisten más de 8.000 personas y donde se canta, se baila y se parten las rodajas de la mejor patatera del año.
Una de las fiestas con más arraigo y participación en el municipio es la Semana Santa, ya que Malpartida cuenta con varias cofradías y hermandades. Uno de los actos más solemnes y vistosos es el que se celebra el Jueves Santo, con la procesión, entre otras imágenes, de la Virgen de la Soledad. El domingo anterior a la Semana Santa, además, Malpartida organiza una importante jornada gastronómica donde los establecimientos locales ofrecen menús a base de productos típicos de cuaresma, como el bacalao, los huevos o el potaje.
En lugar de verse absorbida por Cáceres, Malpartida se complementa a la perfección con ella. En poco más de diez minutos en coche, nos plantamos en una ciudad cuyo casco histórico, plagado de palacios y edificios señoriales, está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Lo mejor que podemos hacer para conocer la ciudad es hacer altos en el camino para reponer fuerzas en cualquiera de sus bares y restaurantes, ya que Cáceres ha sido elegida como Capital Española de la Gastronomía 2015.
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