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Un minimundo de hadas y duendes a base de madera y elementos vegetales. Una casa de gnomos artesanales. Un jardín de caramelos con materiales reciclados. Un castillo con estructuras reutilizadas, farolillos y plantas. Son algunas de las escenas que se recrean en las calles y plazas de Allariz en Navidad, los escenarios más típicos de esta época del año hechos a mano y en una apuesta por la sostenibilidad.
Esta pequeña localidad de Ourense de apenas 6.300 habitantes decidió en 2017 trasladar a la Navidad su filosofía de desarrollo sostenible y participativo que lleva décadas reportándole premios de urbanismo, patrimonio o medio ambiente. Desde entonces, año tras año, ha ido ganando adeptos hasta convertirse en visita obligada para todos aquellos que busquen unas fiestas diferentes y auténticas.
No encontrarás en Allariz un gran despliegue de luces LED ni grandes decorados. No te va a deslumbrar la imaginación ni vas a encontrar celebridades Disney. Sí toques de nieve, mucha madera, trajes de lana y algodón y personajes tradicionales de Galicia como el Apalpador. Y todo hecho a mano por personal municipal y por los propios políticos locales. Nada se subcontrata, se compra lo mínimo y, por no gastar, no lo hacen ni en instalar las luces que cubren, a modo de tejado, las calles principales del casco histórico. Son pocas, las van adquiriendo año a año según los recursos disponibles y las instala el electricista municipal.
Mucha imaginación para suplir los bajos recursos. En 2024 han gastado apenas 12.000 euros, menos de dos por habitante, y el ayuntamiento ni siquiera le ha dado difusión. Es el boca a boca el que ha convertido este pueblo en referente de Navidad sostenible en Galicia y así quieren seguir; no buscan publicidad ni masificación, sino que disfruten sus propios vecinos y aquellos visitantes que buscan autenticidad y diferenciación.
Visitar Allariz en Navidad ofrece la posibilidad de realizar una ruta circular por doce localizaciones diferentes. En cada rincón, la filosofía es la misma: esa Navidad reciclada y sostenible y el conjunto ayuda a una experiencia que cambia año tras año, pues ninguno repite escena ni ubicación. El material se reutiliza, pero con un diseño diferente que el Gobierno municipal empieza a esbozar en septiembre e instala durante dos semanas para tenerlo listo en el puente de la Constitución.
Una Plaza de Navidad recibe al visitante a orillas del río Arnoia, uno de los elementos característicos de este pueblo de agua, piedra y naturaleza. Todo en blanco simulando un paisaje nevado, arco, tiendas y flores de pascua incluidas, invita a conocer la Alameda y cruzar el puente para encontrarse con ese universo mágico del Allariz navideño.
Nada más cruzar el río, un minimundo de hadas y duendes te atrapa. No le falta detalle, un tractor realizando actividades típicas de labranza, un parque infantil, un embarcadero con su correspondiente embarcación y su barquero, una cascada, un lago, casas en los árboles o un tren. Un cosmos en miniatura que, cuando cae la tarde, se transforma con nueva luz y permite perderse en sus recovecos.
A pocos metros, un punto selfie imprescindible, los Arcos de Navidad, para inmortalizar la visita y, al pie de ese pequeño universo, una de esas paradas en Allariz que cobra importancia en Navidad, la tienda de 'Fina Rei'. Maestros reposteros que desde 1977 elaboran dulces tradicionales de Allariz como el Almendrado o la Torta Real y en esta época completan su oferta con los turrones artesanos.
Tener al lado este minimundo anima las ventas y hay momentos en los que las colas salen fuera del local, con clientela que busca completar su visita llevándose a casa, como recuerdo o regalo navideño, uno de sus productos. Hay quien apuesta por el turrón de almendrado, para llevar toda la gama de postres con la almendra como reina, y quien innova con el de naranja y canela, el de marrón glacé, el de cava y limón o el de licor de hierbas.
A partir de aquí, la ruta entra de lleno en el casco histórico. Toca perderse por sus calles empedradas, decoradas con lucecillas blancas y elementos naturales como troncos y plantas, e ir descubriendo el resto de localizaciones, con el castillo como uno de sus escenarios más cargados de significado. Y de historia. “Es un guiño al residente”, explica la concejala de Turismo y Promoción económica, María López.
Y es que Allariz tuvo un castillo con origen en el siglo XI que desapareció en el siglo XIX y con sus piedras se empedró la villa. “Nosotros decimos: solo los vecinos vemos el castillo porque lo vemos cuando caminamos por el casco histórico”, explica María López. En recuerdo a ese pasado de esplendor y bonanza y como guiño a los alaricanos y alacarinas, en 2024 se optó por recrear un castillo navideño nevado, iluminado por farolillos y con el recinto amurallado de antaño.
Especial atracción generan cada año la Casa de los Gnomos que va cambiando de localización y también la pista de patinaje o el mercado de Navidad que permite transportarse a un pueblo nevado, frío y feliz al mismo tiempo, de niños en patines, fogatas y paisajes plagados de gorros y bufandas.
Aunque el Ayuntamiento no busca darle difusión y llenar el pueblo, resulta inevitable que en el puente de Diciembre y los fines de semana de Navidad se llene de visitantes. Durante la semana, el goteo de personas interesadas en disfrutar de esta Navidad en la que la madera tiene más protagonismo que las luces LED es constante y es habitual que las estructuras utilizadas sean, en realidad, una segunda vida de las bases del famoso Festival Internacional de Jardines Efímeros que llena el pueblo de mayo a octubre.
Desde el Gobierno local explican que el motivo por el que no persiguen mayor difusión es, precisamente, mantener esta esencia mágica de lo sencillo y auténtico. Que sea posible aparcar los vehículos sin dificultad, que la persona que visite el pueblo en esta época tenga donde tomar un café o un chocolate caliente, pueda comer sin grandes colas o se pueda desplazar en esta ruta circular sin aglomeraciones.
“Eso también es sostenibilidad”, insisten, y es la filosofía que les mueve en todas sus actividades desde hace décadas, de la que se ha empapado su comercio, marcado por los outlets de grandes marcas como Inditex, Adolfo Domínguez o Roberto Verino; las tiendas de artesanía; los negocios gourmet de productos kilómetro cero; o las librerías o tiendas de segunda mano.
Presumen de que “huimos de las franquicias y la globalización”. Y su Navidad apuesta por diferenciarse, por buscar propuestas diferentes a lo que se ve en todas las ciudades y por que la gente que les elige tengan una buena experiencia. Equilibrio y armonía, lo natural sobre lo artificial, lo gallego sobre lo importado. Lo reciclado frente al consumismo.
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