Establecimientos gastrónomicos más buscados
Lugares de interés más visitados
Lo sentimos, no hay resultados para tu búsqueda. ¡Prueba otra vez!
Añadir evento al calendario
La fruta de un modesto árbol -un manzano- nos condujo al pecado mortal; el árbol del mundo es el símbolo más antiguo de la construcción del universo y las mitologías, ya sea en religiones indoeuropeas o americanas. En ambas conecta el inframundo -infierno- con el cielo; el árbol de la vida es el árbol sagrado; también es nuestro árbol del conocimiento.
Los últimos descubrimientos del siglo pasado confirman que los árboles se comunican entre sí con las raíces y con las hojas; se avisan de posibles epidemias, se apoyan unos a otros e incluso nos perdonan las barbaridades que hacemos con sus bosques. A veces saben prevenirse contra nosotros, como cuentan Stefano Mancuso, Alessandra Viola o el mismísimo John Fowles, por citar divulgadores de árboles conocidos.
La pandemia nos ha cambiado también en la forma de mirarlos. Muchos descubrieron sus hojas cuando estaban encerrados en un piso en una ciudad inhóspita, así que ahora salimos en su busca con más ganas y aprecio que antes, pero ¿con más cuidado y cultura? Puede ser, pero no suficiente. No basta con abrazarlos.
Aunque nunca sabremos si es cierto que en España hubo una edad en la que una ardilla podía cruzar la península saltando de árbol en árbol, sí que está en nuestra mano poner un árbol en nuestra vida en cada viaje o paseo que hacemos. Este país conserva ejemplares milenarios y hermosos. Hemos seleccionado unos cuantos -hay muy diferentes criterios, desde los más viejos a los más raros o por especies- pero lo importante es que -vayas sola o en compañía, con amigos, padre o hijos- aprendas a mirar un árbol con el mismo cuidado que observamos una escultura o un cuadro. Como mínimo.
Delante tienes un ser vivo, único, que pertenece a una especie que es aliada de los humanos desde que estos bajaron de sus ramas al suelo. Merecen una excursión por sí mismos, pero también puedes desviarte cuando vas en tu viaje de vacaciones. Aquí van unos cuantos que tienen leyendas y son notables, ya sea por ser monumentales o viejos. O ambas cosas. Para que los disfrutes en otoño y primavera. Incluso en invierno, cuando son más esculturales que nunca por estar desnudos. Recuerda que en cada aldea, en cada provincia, ciudad o autonomía vas a encontrar un árbol singular al que admirar.
Según las pruebas de carbono-14, tiene más de 1.100 años, está en el Parque Nacional del Teide (Tenerife) y ha sido titulado como el árbol más antiguo de la Unión Europea en 2019. Es un Juniperus cedrus; un cedro para el común de los mortales. A muchos os sonará porque su madera es altamente apreciada. Para los menos aficionados, recordad que la madera de los árboles de crecimiento más lento es la más apreciada por su durabilidad y belleza. El eucalipto, por ejemplo, es una madera floja para construcción o muebles porque crece muy rápido.
También en Tenerife, este drago ha sido considerado durante mucho tiempo como el árbol más viejo de España -se le llegaron a atribuir 3.000 años, ahora no creen que llegue al milenio-. Fue declarado Monumento Nacional en 1917; está muy cuidado, se han desviado carreteras para protegerlo y según la wiki, tiene “unos 18 metros de altura y un diámetro de copa de alrededor de 20 metros, tiene un perímetro en la base de tronco de 20 metros y más de trescientas ramas principales”.
Este increíble olivo está en Villajoyosa, capital de la Marina Baja, cerca de la ermita. Los datos de esa comunidad alicantina dicen que La Olivera Grossa tiene más de 1.400 años de historia, un tronco de 8,9 metros de diámetro, una copa de 11,5 metros y siete de altura. Está en una finca privada, pero puede apreciarse cada recoveco y arruga de su tronco. Pura historia.
En esto de los árboles más viejos hay sus más y sus menos. Pese a la datación del citado Patriarca, hay otro árbol que compite en vejez, un olivo de la variedad farga que se sitúa en Ulldecona (Tarragona). Las fargas son un conjunto de olivos señeros y, de acuerdo con el análisis realizado en 2015, ese olivo tiene 1.701 años. Todos han hecho las cuentas. El olivo habría nacido en el año 314. Pero la cifra se arruina cuando vemos que otros científicos sitúan su edad en 700 años. Da igual, porque es bellísimo y está declarado como Árbol monumental de Cataluña y de España.
La Carrasca de Lecina (Huesca) fue el árbol de España 2020. Una maravillosa encina milenaria en un pueblo de 15 habitantes que lleva siglos luchando contra todas las invasiones, las de las culturas de los humanos y las plagas del mundo animal. Fue declarado Árbol Europeo del año 2021.
Está en el llamado Hoyo del Bote, en la Sierra Real de Istán, y puede ser el árbol más antiguo de Málaga. Habrá discusión, pero donde nadie le quita méritos es en la belleza de sus arrugas, la majestuosidad de su tronco y el poder de sus leyendas. Aunque unos dicen que no tiene más de 500 años -otros que cerca de 1.000-, cuenta la leyenda recogida por el Ayuntamiento de Istán que muy cerca del lugar se inició “la rebelión de Sierra Bermeja en los albores del siglo XVI, cuyo testigo más representativo fue el Castaño Santo, bajo cuyas ramas el rey Fernando el Católico celebró una misa de Acción de Gracias, allá por 1501”.
Unos le calculan 800 años, otros algunos menos. Pero no vamos a quitarle méritos porque, en este caso, lo que se baraja es la belleza de su porte y su forma proporcionada. Según los datos oficiales extremeños, mide de alto 16,50 metros; la copa, ancha y muy irregular, presenta un diámetro máximo de 28 metros y el perímetro del tronco es de 7,80 metros a 1,30 de altura. Los expertos avisan de que “en noviembre de 1997, se produjo el desgaje de una gran rama a consecuencia de una tormenta, que ha dejado el árbol bastante debilitado”. En agosto de 2023 ha sido la imagen del Cupón de la ONCE en la serie Abraza tu árbol. Se lo merece.
Se le calculan unos 1.500 años y es el más viejo de las tierras castellanoleonesas. Los tejos suelen ser hermosísimos viejunos y este de San Cristóbal de Valdueza, en el municipio de Ponferrada, está situado al lado de la ermita del mismo nombre, una tradición en varias ermitas e iglesias. El árbol de los celtas por excelencia, se le atribuyen propiedades mágicas exageradas, pero algo hay bajo sus ramas que enamora y atonta si sesteas.
La oliva da nombre a la Virgen, pero porque cuentan las historias del pueblo que, durante la invasión árabe, en el tronco del monumental árbol se escondió la imagen de la virgen. De ahí que la patrona del pueblo sea la Virgen de la Oliva, una señora modesta acogida a la grandeza de un olivo que un día “comenzó a sudar aceite”, lo que provocó las primeras peregrinaciones al árbol. Durante la Edad Media la veneración llegó a expandirse hasta los oídos de la Corte y el rey Juan II ordenó levantar en la zona un convento, Nuestra Señora de la Oliva, de la Compañía de San Francisco de Asís.
Tiene entre 1.500 y 2.000 años, es el más viejo de la Comunidad de Madrid. Es un milagro que haya sobrevivido, porque el Parque Nacional del Guadarrama está sometido a una presión ambiental brutal, al ser una salida natural de los millones de madrileños. Por cierto, no siempre están bien entrenados para respetar la naturaleza, lo que ha obligado a proteger el parque con más restricciones. El Tejo del Barondillo, o Valhondillo, además está situado a orillas del arroyo del mismo nombre, no es de fácil acceso -lo normal es que lleguen solo senderistas-, aunque no está lejos de Rascafría, a algo más de seis kilómetros. A su alrededor y en las orillas del citado arroyo hay otros ejemplares de tejos igualmente hermosos.
Fue declarado monumento natural en 1995 y Asturias presume de él como su árbol más viejo y no hay por qué dudar. Como en otros casos de tejos, está a la orilla de la iglesia de Santa María y en la falda del monte del Aramo. Texu milenario que fue declarado monumento natural en 1995 y está situado en las afueras del pueblo de Bermiego, en Quirós, junto a la iglesia de Santa María. “Sus medidas son 13 metros de altura, casi siete de diámetro normal y 15 de diámetro de copa. Ha sido candidato en varias ocasiones al premio al mejor árbol europeo del año, la última en 2018”, reza la web oficial.
Hasta aquí, diez árboles escogidos por su edad, belleza o singularidad -once sumando la sabina de El Hierro que ilustra el listado-. Sus ramas siempre te van a dejar ver el bosque, pese a los dichos antiguos. Y bajo ellos, aprendiendo a mirarlos, podrás descubrir otras vidas. Se necesita tiempo y sosiego para disfrutarlos.
Si quieres profundizar en las razones para amar y fijarte en los árboles, además de los autores citados, el libro de Richard Powers El clamor de los árboles es un inicio estupendo. No se olvida.
Índice