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Si hace una década las familias o los amigos que se encaminaban o hacían excursiones para conocer un bosque o un árbol especial no abundaban, ahora prosperan las visitas a árboles singulares y su hábitat. Para los niños y jóvenes del momento, Filomena –ya en la historia– será una mezcla de imágenes blancas, bellísimas, y bosques y parques destrozados o campos inundados, tristes.
Con todo, es cierto que cada desastre acarrea nuevas esperanzas. Ahora hay más interés por saber qué es el desafío de Bonn de 2011 o lo que empieza ya, el Decenio de las Naciones Unidas sobre Restauración de los Ecosistemas (ver pdf). De pronto, escritores como Henry David Thoreau, el autor de Walden, un libro con siglo y medio de vida y cuyo autor estaba seguro de que los árboles tienen corazón, azuza la ensoñación de huir a bosques y dormir bajo árboles. Hasta se convierte en tendencia.
Por eso, aquí van los bosques, árboles o jardines que guardan ejemplares de cuento, que nosotros hemos visitado, olido, tocado y ¿por qué no decirlo, si hay que hacerlo? hemos abrazado. Síguelos, pero respétalos, consérvalos. Y recuerda, si piensas en eso de grabarles un corazón o una fecha en su corteza, le estás haciendo mucha pupa.
La Carrasca de Lecina (Huesca) fue el árbol de España 2020 y hasta el 28 de febrero, puede ser elegido el Árbol de Europa. Una maravillosa encina milenaria, en un pueblo de 15 habitantes que lleva siglos luchando contra todas las invasiones, las de las culturas de los humanos y las plagas del mundo animal. Una belleza, salga o no elegida como el Árbol de Europa. Aquí por si llegas a tiempo de votar. Se lo merece.
Los árboles de esta isla cortan la respiración. El clima los ha hecho únicos, mágicos, luchadores, de película, han inspirado al cine, a los poetas, a escritores y al personal de a pie, que somos el 99 %. Una sabina que resiste los vientos centenarios o un garoé, el Árbol Santo canario, que destila agua día y noche, dan para soñar y creer en la vida. Un chute para respirar hondo.
¿Has probado a perderte en un bosque? ¿Sabías que los japoneses practican el arte de los baños de bosque o 'Shinrin-yoku'? Pues en Cantabria te puedes dar una terapia forestal en dos bosquetes únicos en Europa: la Braña de los Tejos y el Monumento Natural de las Secuoyas del Monte Cabezón, a poco más de una hora en coche entre ambos. Repletos de leyendas de ambas especies, –los guerreros cántabros, asediados por los romanos, se suicidaron con veneno de tejo– la experiencia que ofrecen es memorable.
La paleta de ocres, anaranjados y cobrizos en los hayedos de Cataluña en otoño es increíble, pero la visita durante todo el año jamás decepciona. Pasear por cualquiera de ellos promete felicidad. Alguno, como el d'en Jordà, crece sobre la colada de un volcán, El Croscat. Otros, como La Grevolosa o el del Retaule, presumen de monumentales hayas y pinos de más de 250 años y 30 metros de altura.
¿Sabías que el origen del castaño se sitúa en Asia Menor, que su tronco puede alcanzar los 30 metros de altura, y que sus frutos, las castañas, maduran en "erizos"? Te contamos éstas y otras curiosidades de este árbol cuya existencia ha tenido mucho que ver en la conservación del paraje minero de Las Médulas (León).
Este ejemplar del Parque de El Retiro de Madrid, que ha salido bastante bien del atropello de Filomena, pasa por ser el árbol más antiguo de Madrid. Alguna leyenda sostiene que es descendiente del ahuehuete de Moctezuma, aunque lo cierto es que no tiene más de 200 años. Eso sí, es el abuelo del Parque del Retiro, donde tiene otros compañeros de su especie en el estanque del Palacio de Cristal.
El sueño botánico y extravagante del fundador de Panrico, José Rivera de la Larraya, han dado lugar a un jardín increíble. Durante casi cuarenta años, los Jardines de la Fonte Baixa en Luarca, que fue considerado el botánico privado más importante de Europa, fue adquiriendo ejemplares de árboles nacionales y exóticos, de otros continentes, que ahora se pueden visitar tras años de cierre. Una delicia en cualquier momento del año.
En El Escorial todo es señorial, por no decir pijotero, así que el precioso ejemplar de Arce de Montpellier que hay en la llamada Silla de Felipe II no podía ser arce a secas. Tampoco puede tener cualquier edad, pues a este señor se le estiman 340 años. Si eso es verdad, fue plantado en 1671, el año más terrible en la historia del palacio, emblema del imperio español de los Austrias. El 7 de junio de aquel año, El Escorial sufrió un incendio brutal, que afectó a su maravillosa biblioteca y allí se perdieron más de 2.000 códices (algunos apuntan a 4.000). Ejemplares únicos alcanzaron los 451 grados Fahrenheit –la temperatura a la que arde el papel– durante tres días, según datos oficiales.
El nombre latino de este arce es hacer monspessulanum, que también suena tan estupendo como Montpellier, la ciudad francesa situada en la Ocitania, donde abundan. Este ejemplar está catalogado como árbol singular, mide 10 metros, su diámetro de copa es de 9,50 metros y el perímetro del tronco tiene 1,65 metros. Sobre lo que ha presenciado desde aquí, mejor no especular o volvemos al psiquiatra que nos recomiendan los extranjeros.
Broche final, que como somos unos forofos de árboles y bosques, aquí va el penúltimo recopilatorio de Alfredo Merino, uno de esos periodistas amantes de la naturaleza que se lo ha currado y se lo curra, durante toda una vida. Que la fe en los árboles y los bosques, que el oxígeno y la belleza de todos ellos sea con vosotros.
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