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Si el Cabo de Gata se lleva, de manera absolutamente merecida, la fama de ser algo muy parecido al paraíso en la tierra, hay otros entornos naturales dentro de la provincia que bien pueden competir de tú a tú con el parque natural. El Levante almeriense entraría en el casting con aspirantes con muchas posibilidades como serían, sin duda, Cala Panizo, la Playa de las Palmeras y la de Cocederos. Todas ellas semi urbanas, muy accesibles y situadas entre sí a una distancia razonable en el tramo que transcurre desde las playas nudistas de Vera hasta el límite de Almería con Murcia.
Aunque se la conozca en singular, lo cierto es que esta cala cuenta con dos opciones para su disfrute. Una, por decirlo de alguna manera, más convencional, con piedra lisa y arena, y otra con piedra pequeña en su orilla a la que se accede, sin demasiados problemas, bajando entre unos riscos y que tiene el valor añadido de estar más protegida por el viento, ventaja no menor en estas tierras. Cala Panizo reúne en poco menos de un kilómetro (750 metros aproximadamente) todos los condicionantes para pasar por una playa familiar debido a su fácil acceso tanto por carretera, de hecho comparte entrada con la urbanización El Portichuelo, como luego a pie los escasos metros que restan.
Otro de sus lujos es ofrecer un solárium natural de gran tamaño en las grandes piedras que la erosión ha dejado lisas con el paso de los años. Unas plataformas de abrasión –esa es su denominación más prosaica– que invitan al bronceado o, simplemente, a sentarse con la mirada perdida en el horizonte añil del Mediterráneo. Para quien crea que lo importante, también en estos casos, es el interior, el fondo de sus aguas está decorado con escollos rocosos y colonias de posidonia oceánica en óptimo estado.
Cala Panizo pertenece a Cuevas del Almanzora, municipio de la comarca del Levante Almeriense que, junto al de Pulpí, se reparten este tramo de la carretera comarcal AL-7107 jalonado por numerosas calas y también por lugares de gran tradición turística como la pedanía pulpileña de San Juan de los Terreros. Como no solo de entorno natural vive el ser humano, desde Cala Panizo se puede estar en escasos minutos en 'El Pozo del Esparto' para el repostaje gastronómico. Restaurantes como 'La Frontera' tienen ganada fama de ofrecer una comida acorde a la categoría del paisaje. Y no es sencillo.
Algo más recóndita, alejada del casco urbano de San Juan de los Terreros, a unos dos kilómetros, aunque igualmente accesible para todos los públicos, la Playa de las Palmeras es una muestra, entre tantas, de que, sin restar virtudes naturales al Caribe, a veces no hay que ir tan lejos. La vegetación baja, obviamente las palmeras y los acantilados que la delimitan conforman una postal que despertaría sin duda envidia, a buen seguro insana, si un familiar o amigo te la enviase por correo al trabajo.
Con un kilómetro de extensión, su tamaño se mide más en atractivos como su arena dorada y unas aguas tan cristalinas como poco profundas. Con ser elementos imprescindibles, en la belleza del conjunto tienen un papel fundamental el acantilado de Honduras, catalogado como patrimonio geológico andaluz, y el de arenisca de su vecina playa de Cocederos. Por si fuera poco su poderío estético, a ello añade su valor histórico ya que en ellos se encuentran cuevas que datan del Neolítico y se encuentran los restos de una antigua noria que abastecía de agua los cultivos cercanos.
Y, por supuesto tiene una relevancia máxima el frondoso palmeral que le da nombre y que crece en la orilla. Ubicada en la desembocadura del arroyo intermitente conocido como la Rambla de los Arejos se llega a su emplazamiento por la A-332 dirección Terreros-Aguilas. Su carácter semi urbano implica una accesibilidad óptima y pequeños lujos como aseos públicos, papeleras, contenedores y aparcamientos cerca de la carretera.
Tan cerca de la Playa de las Palmeras, en torno a un kilómetro, como para echar por tierra eso de que "todo se pega menos la hermosura" porque ambas compiten con garantías en esa cualidad. Tanto como para que, a su vez, Murcia, el municipio de Águilas en concreto, pelee por su tutela en detrimento del municipio almeriense de Pulpí al que pertenece en la actualidad. Es, evidentemente, la última playa de la provincia andaluza. Basta verla para entender el motivo del conflicto.
Encajonada entre dos accidentes montañosos, desde arriba de cualquiera de ellos se puede apreciar el semicírculo casi perfecto que dibuja o, si se quiere algo más poético, una media luna. Playa que para los autóctonos es la 'Cala Cerrada' de toda la vida. Su denominación a efectos municipales y de folletos turísticos obedece a un cocedor de esparto natural que había en la zona.
Tan corta en extensión, apenas 150 metros, como sugerente con un agua cristalina ajena a las corrientes que conforma una bella piscina natural, que no cubre hasta recorrido un buen trecho. Unos rasgos que se complementan a la perfección con los efectos de la erosión que han procurado en Cocedores un paisaje lunar, único y cautivador. Cocedores, por su cercanía a Terreros, unos tres kilómetros, y por ser más renombrada cuenta con servicios como los aseos químicos, la limpieza diaria o los contenedores. Incluso en temporada se instala un chiringuito que funciona con energía autónoma ya que no hay líneas eléctricas ni conducciones de agua corriente.
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