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Paseo por el Camino de Hierro en La Fregeneda (Parque Natural de Arribes del Duero, Salamanca)

El pueblo que se negó a olvidar su tren

13/12/2024 –

Actualizado: 22/09/2023

Fotografía: Miguel Cuesta

En el Parque Natural de Arribes del Duero sobran los caminos que se asoman al gran cañón desde las alturas, pero escasean los que se arrojan a cruzarlo. Por eso es tan heroica esta vía ferroviaria que, a finales del siglo XIX, consiguió enlazar Oporto con Salamanca. Fue un hito de la ingeniería, aunque un fracaso comercial. Es ahora, siglo y medio después, cuando causa furor. Aunque en lugar de trenes, este paseo por el Camino de Hierro desde La Fregeneda sirve a senderistas… y a murciélagos.
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Esta vía con destino a la nostalgia cuelga el cartel de completo casi todos los fines de semana desde que abrió a visitantes en 2021. Cruzar a pie sus puentes de la escuela de Eiffel es una experiencia con mucho gancho y cierta dosis de adrenalina. Forma un binomio ideal con la experiencia de atravesar sus túneles infinitos, horadados en la roca, frescos, húmedos y con un halo de misterio, que además albergan una de las colonias de murciélagos más importantes de Europa.

Camino de Hierro Salamanca
Maribel Bartol lleva toda una vida recorriendo estas vías.

Los 17 kilómetros que la vía recorre entre la estación de La Fregeneda y el Puente Internacional del Río Águeda se consideran una de las obras de ingeniería civil más importantes del siglo XIX en España, con 20 túneles y diez puentes. La línea era la esperanza de modernidad en la comarca, pero al poco de terminar su construcción se convirtió en el escenario de un solitario ferrobús infrautilizado. Los que llegaron a usarlo se niegan a olvidarlo.

Camino de Hierro Salamanca
Los 17 kilómetros que recorre el Camino de Hierro sobre la vía férrea han devuelto la vida a este tramo en desuso.

Hoy nos ha tocado la lotería con la compañía Maribel Bartol porque su historia, en parte, es la de la vía. Cuenta que el día 1 de enero de 1985 estuvo en el último viaje que hizo el ferrobús a modo de despedida. “Ese día tuvieron que enganchar varios vagones. Normalmente había solo uno”. Lo sabe bien porque de adolescente se iba todos los sábados a Barca de Alba a echar el día; “tampoco había mucho más que hacer”, dice con su tono humilde. Ya de joven fue una de las primeras en advertir el potencial de la vía y en trabajar duro para preservarla.

Camino de Hierro Salamanca
La ruta se suele completar en unas cinco o seis horas.

Anatomía de una vía

El tramo conocido como Camino de Hierro transcurre en paralelo al río Águeda entre la estación de La Fregeneda y el muelle de la Vega de Terrón. Forma parte de la Línea La Fuente de San Esteban-Barca de Alba, que se construyó con fondos portugueses entre los años 1883 y 1887 para conectar Oporto con Salamanca y, así, con el resto de Europa, con la idea de utilizarlo como transporte de mercancías. Pero los nuevos sistemas de comunicación la adelantaron por la derecha y quedó como un transporte de pasajeros casi residual.

Camino de Hierro Salamanca
El entorno del Parque Natural de Arribes del Duero es el espectacular marco por el que se desarrolla el recorrido.

Su construcción sí supuso una revolución en la zona. Pueblos como Hinojosa y La Fregeneda duplicaron su población y hubo momentos en los que confluyeron más de 2.000 trabajadores en la obra. “Se convirtió en un lugar idóneo para refugio de forajidos y gente de mal vivir, que se podía mover con bastante anonimato”, nos cuenta Maribel a propósito de los vestigios de un cementerio y un hospital que hubo que construir junto a la vía.

Camino de Hierro Salamanca
Maribel no escatima en explicar todos los detalles asociados al antiguo tren que unía Oporto con Salamanca.

Los puentes son la gran joya patrimonial del Camino de Hierro, o al menos su cara más espectacular. En el momento de la construcción, el de Poyo Valiente se convirtió en el primer puente ferroviario en curva de la historia. La mayoría tienen pilares de piedra, pero en los dos más altos, el de El Lugar y el de Los Poyos, son de hierro e imitan las soluciones empleadas en la torre Eiffel. La palabra poyo está tan presente en el Camino de Hierro porque, en la zona, es como llaman a los grandes peñascos de granito que hubo que horadar para trazar la vía. Merece la pena detenerse en la pareja que forman el túnel y puente de Poyo Rubio, que se ha ganado a pulso protagonizar el logo del Camino de Hierro.

Camino de Hierro Salamanca
El camino está señalizado en todo momento, ya que la ruta se realiza sin guía para que los visitantes vayan a su ritmo.

Los túneles son el otro gran universo de la ruta. “Crean un ecosistema súper singular. El sistema de ventilación, de recogida de aguas, las canalizaciones… Es un todo armónico que ha conseguido que se preserven muy bien”, cuenta Maribel mientras nos adentramos en uno de los dos túneles de más de un kilómetro que hay al inicio de la ruta y que albergan cerca de 12.000 ejemplares de murciélago. Ocuparse de su protección y bienestar es la mitad de su trabajo; la otra mitad, es hacerlo con los visitantes.

Camino de Hierro Salamanca
En estos túneles habita una de las colonias de murciélagos más importantes de toda Europa.

La comarca que se negó a olvidar su tren

La trayectoria de Maribel es paralela a la vía, como las veredas carrilanas que nos facilitan la marcha. Ella es modesta y no lo dice, pero Chan, otro técnico del Camino de Hierro, nos asegura que “de no ser por su trabajo altruista, la vía estaría en mucho peor estado; los kilómetros que no llegaron a limpiar ahora son prácticamente irrecuperables”. Se refiere a un grupo de lugareños que, desde los años 90, han estado desbrozando los trazados para que no se echara a perder la infraestructura.

Camino de Hierro Salamanca
La magnitud de la obra que se llevó a cabo para construir este tramo de vía férrea llegó a agrupar a más de 2.000 trabajadores.

La primera vez que se intentó explotar la vía turísticamente fue con unas biclonetas caseras durante el verano de 1996. Fue una iniciativa inocente, casi espontánea, que no pudo seguir adelante por cuestiones de seguridad. Sin embargo, sentó un precedente genial que caló y que hace que la gente todavía sueñe con que puedan circular vehículos ligeros sobre los raíles. Por eso, para que la vía no se desmantelase, se declaró Bien de Interés Cultural en el año 2000. Así, conservando la infraestructura, el Camino de Hierro ha conseguido un factor diferencial con respecto, por ejemplo, a las Vías Verdes.

Camino de Hierro Salamanca
El túnel y el puente de Poyo Rubio es uno de los más llamativos del recorrido.

El Camino de Hierro es una ruta a pie de 17 kilómetros que suele completarse en unas cinco o seis horas. Se trata de una actividad de pago (8 euros) con un aforo de 300 visitantes al día. Es necesario reservar plaza con antelación por la web, ya que en la estación de La Fregeneda no hay taquilla. La entrada incluye la lanzadera, que te devuelve a la estación desde el muelle de Vega Terrón. La ruta se hace sin guías, a tu antojo, pero hay que cumplir ciertos horarios. El calor es la razón de ser del madrugón forzoso que, al final, se acaba agradeciendo. En julio el Camino de Hierro está cerrado. ¡Ah! Y no hay cobertura en el camino.

Camino de Hierro Salamanca
La imagen en la distancia de los puentes hace comprender la maravilla de la ingeniería civil del trazado.

A lo largo del recorrido varios técnicos se ocupan de la seguridad de los visitantes y del bienestar de los murciélagos. Para ello abren y cierran los túneles 1 y 3, que son el principal hábitat de estos mamíferos voladores, y procuran que no se les moleste. También hacen un control de acceso al inicio, a medio camino y al final, para comprobar que todos los visitantes llegan al destino. Para casos de emergencias, cuentan con un vehículo adaptado para moverse por la vía que, indirectamente, contribuye a que la vía se tenga que mantener transitable.

Camino de Hierro Salamanca
Las vistas desde el Mirador del Picón del Moro pueden poner la guinda a la ruta.

Un puerto de Salamanca directo al Atlántico

Resulta que Sevilla no es el único puerto fluvial de España con acceso al mar. Hay otro en la provincia de Salamanca, precisamente al final del Camino de Hierro, en el muelle de la Vega de Terrón. Aquí el río Águeda vierte sus aguas en el Duero, justo donde este deja de ser frontera entre España y Portugal, y se escapa hacia el Atlántico siendo navegable. Por eso hasta aquí llegan montones de cruceros desde Oporto, igual que al puerto vecino de Barca de Alba, en la orilla portuguesa del río Águeda.

Camino de Hierro Salamanca
El el Puente Internacional del Río Águeda marca la frontera con Portugal.

Ambos puertos están comunicados por dos puentes internacionales. Uno es moderno e insulso, para el tráfico rodado. El otro antiguo y encantador, el ferroviario, con una celosía de hierro sobre pilastras de piedra, que es el punto final del Camino de Hierro. Si tenemos suerte, estará abierta una caseta donde venden bebidas. Es la misma que usaba el Cuerpo de Carabineros, donde precisamente trabajaba el bisabuelo de Maribel: “es nuestro sino”, se ríe.

Camino de Hierro Salamanca
A pesar de ya que el antiguo ferrobús ya no cubre la línea, a esta vía aún le quedan muchos viajes.

Al otro lado de la frontera la vía también permanece desactivada hasta Pocinho, pero puede que en un futuro no muy lejano reactiven el servicio desde Barca de Alba hasta Oporto. Si se nos contagia el impulso portugués, ¿quién sabe si Maribel volverá a viajar en el ferrobús?

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