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A pesar de estar en una zona de alta montaña, las altas temperaturas son patentes en el Pirineo de Huesca, un lugar que parece rendir homenaje a la naturaleza más exuberante a base de bosques llenos de vida, montañas que acarician las nubes y ríos ensordecedores. Son estos últimos los encargados de refrescar a los vecinos y turistas que discurren por estas sendas y, como mandan las estampas bucólicas, una cascada de ensueño acapara los fondos de cada selfie.
La ruta hasta la cascada D’os Lucas se inicia en la localidad de Orós Bajo. Está cerca de Biescas. Es sencilla y en 15 o 20 minutos se llega sin prisa, así que en verano suele estar bastante concurrida. El recorrido es de poco más de un kilómetro y medio. En el pueblo hay una explanada para dejar el coche y, antes de iniciar la marcha, una zona pública con cambiador para ponerse o quitarse el bañador, o el traje de neopreno, ya que en la cascada se hacen descensos en rápel.
El itinerario lo frecuentan familias con niños. Se sigue el cauce, por lo que conviene llevar calzado adecuado. Y un consejo más: abstenerse de acudir en épocas de caudal elevado, que no suele ser el caso en verano.
Hay una senda que bordea el río, pero lo más divertido es remontarlo por la orilla e, incluso, andando por medio del cauce. Nada más iniciar la marcha hay un represamiento construido en el barranco. Son las dos primeras zonas de baño, pero lo mejor está por llegar.
Poco a poco, las profundas paredes del barranco D’os Lucas se estrechan más hasta llegar a la última curva, la más pronunciada. Allí, escondida y como queriendo pasar desapercibida a los ojos del hombre, está la pequeña joya esculpida durante siglos por el agua.
La cascada la forman dos saltos de 15 y 30 metros. Abajo, el agua se recoge en una badina que invita a darse el chapuzón. Hay que hacerlo, sobre todo si el calor aprieta. Eso sí, el agua está más fría que fresca, de ese frío que reactiva y te deja como nuevo.
Hay valientes que no se lo piensan a la hora de buscar una zona accesible para saltar, y otros que se relajan con los chorros de agua cayendo sobre su espalda como si estuvieran en un balneario. Suele haber gente practicando deportes de aventura descendiendo la cascada, así que el merecido baño de sol tras el remojón resulta entretenido.
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