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Esta ciudad literaria, donde vivió Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Roberto Bolaño o Jean Genet, tiene espacios inspiradores donde la luz y el silencio nos motivan a leer, pero también la arquitectura, la atmósfera y la buena compañía permiten sumergirse en un libro sin perder el contacto con la realidad.
Las mesas de mármol y las antiguas sillas Hamburgo le dan a la cafetería del Centre Cívic Can Deu (Plaza de la Concordia, 13) el carácter propio de los sitios con historia. Pero lo que realmente enamora a los lectores que entran a este edificio emblemático del distrito de Les Corts es su ventanal con forma ábside y vistas a un jardín sembrado de tilos y palmeras, donde hay un huerto, una fuente y un templete recubierto con trencadís, característico del estilo modernista presente en toda la ciudad. Construido a fines del siglo XIX y convertido en centro cívico en 1986, este edificio de dos platas que perteneció a la histórica familia Deu y fue escenario de la película de terror española Tras del cristal, ópera prima del premiado director Agustí Villalonga, sigue conservando un halo de misterio cinematográfico.
Al estar ubicado entre los muros de piedra del antiguo Palacio Real de los Condes de Barcelona, el jardín del Museo Frederic Marès (Plaza Sant Iu, 5) produce en el visitante la sensación de viaje en el tiempo. El bullicio de los turistas que frecuentan la catedral de la ciudad, situada en la acera del enfrente, es casi imperceptible dentro de este recinto perfumado por un vergel en el que destacan los naranjos. La colección de obras que reunió el escultor Frederic Marès, compuesta sobre todo por escultura hispánica con predominio de talla policromada religiosa, puede visitarse cada día entre las diez de la mañana y las siete de la tarde. Aunque muchos lectores que llegan hasta aquí no ingresan a la galería, se detienen en el patio central, abren un libro y se sumergen en la lectura sin mirar el reloj.
Ubicados en lo que fue un antiguo parque de atracciones, los bancos que rodean el estanque del Turó Park (Avenida Pau Casals, 19) seducen a cualquier lector que visite el distrito Sarrià–San Gervasi. Sentarse frente al ojo de agua sembrado de nenúfares de este parque trasmite calma. Parte de su encanto reside en los jardines circundantes, cuya fundación ha sido dedicada a un poeta, Eduard Marquina, y sus numerosas esculturas a diversos artistas barceloneses, como el violonchelista Pau Casals o el tenor Francesc Viñas. Creado en 1912, el parque de atracciones cerró pocos años después para formar parte de lo que hoy es el pulmón verde de la ciudad: un pequeño bosque donde crecen encinas, tilos, plataneros, magnolias, palmeras, laureles, rosales y cedros del Himalaya que proyectan sombras donde sentarse a leer.
Antiguo paradero de pescadores artesanales, la playa del Bogatell (Avenida del Litoral) no conserva el aspecto de la postal típica del Mediterráneo, con barcas de madera pintadas de colores y calas que abrazan un mar turquesa, pero es una de las playas más amplias de Barcelona y tiene espacio suficiente para brindar comodidad a quienes llegan hasta allí solo para tumbarse a tomar el sol, flotar en el Mediterráneo, jugar al vóley o sentarse plácidamente a leer. Ubicada en el distrito de Sant Martí y creada en 1992, como parte de la remodelación de Barcelona para ser sede de los Juegos Olímpicos, es uno de los espacios del litoral más cuidados y con mejores servicios: bebidas, tumbonas y comidas que atraen tanto a quienes andan de paso como a quienes se sumergen en la lectura hasta que caiga el sol.
Muchas personas que pasan frente al edificio histórico de la Universidad de Barcelona (Gran Via de les Corts Catalanes, 585), en el barrio de l'Eixample, en el centro de la ciudad, no saben que en su interior hay jardines con más de ochenta especies de todo el mundo y un microclima de murmullos que arrullan a quienes llegan hasta allí solo para sentarse a leer. Este edificio se inauguró en 1871 y por sus bancos han pasado creadoras y creadores notables, como Salvador Espriu, Isabel Coixet, Jaime Gil de Biedma, Carmen Laforet o Juan Goytisolo, cuyas obras inspiran a los visitantes que se agrupan frente al estanque del patio de Letras y transitan los jardines, donde las aves y un manantial se suman al coro que acompaña las lecturas.